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martes, marzo 19, 2024
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A punto de terminar la siembra de ajo en Castilla y León

La caída de la producción en China en más de un 15% ha propiciado que el sector ajero español haya experimentado una de las mejores campañas de los últimos tres años.
Si el gigante asiático vuelve a pinchar se espera que las cifras de nuevo sean en positivo

La comunidad ocupa el tercer puesto como productora de ajo en España. Los agricultores de Castilla y León sembraron en la pasada campaña unas 2.000 hectáreas, una cantidad que se prevé que aumente en esta nueva cosecha teniendo en cuenta los buenos precios, pero también la escasez de producto de China después de que cayera su producción más de un 15%.

El gigante asiático concentra más del 80% del comercio mundial de ajo y representa diez veces más de la producción que registra el sector en España.

Por ello, no es de extrañar que los agricultores de la región tengan muy presente esta situación y actúen en consecuencia, aunque siendo precavidos porque “de lo que se oye a lo que después llega, pueden cambiar muchísimo las cosas”, según comenta Rubén Arranz, de Campaspero. Es el quinto año que planta ajo y en esta nueva campaña ha dedicido aumentar en 15 las hectáreas dedicadas a este cultivo, con un total de 45.

“Este año es el que más me he arriesgado; creo que va ser de nuevo un buen año, por la situación del mercado en España y que en los almacenes hay poco stock de ajo”, señala Arranz, cuyos gastos anuales rondan los 9.000 euros por hectárea.

Calidad y trabajo manual

“Gracias a que ha sido una campaña aceptable hemos podido cubrir gastos e incluso hemos sacado algo más”, como afirma Arranz, quien hace hincapié en que se trata de un cultivo exigente en cuanto a trabajo, que podría hacerse mecanizado pero “si queremos calidad hay que trabajar de forma manual”.

Buena parte de la inversión inicial se la lleva la maquinaria, como muchos otros cultivos, por lo que los comienzos son difíciles “y si además sumas la situación en la que ha estado el mercado…”, como asegura este agricultor de Campasero, quien considera fundamental contar con un buen asesoramiento desde el principio en este cultivo y a la hora de conocer, por ejemplo, los tratamientos más efectivos.

“El primer y segundo año te toca poner dinero, el tercero lo comido  por lo servido y finalmente el cuarto ya he recuperado gastos”. Así lo explica Rubén, que el próximo mes de julio realizará el arranque fuerte de ajo. Suele dejarlo atado entre 8 y 12 días y después lo corta a mano, lleva el ajo para casa y allí lo tiene varios días más. “Entre el arranque y la venta llegan a pasar unos 20 días”.

Ahora se encuentra inmerso en la siembra de la variedad garqua, ajo blanco, que planta mayoritariamente en sus tierras, dejando solo siete hectáreas para gartek, que plantó en el mes de septiembre.

En sus planes aún no entra la exportación, pero ya le ronda la idea en la cabeza. Sabe que para dar el salto hay que estar bien preparado “tener cámaras de frío o acondicionar el almacén”.

Quien sí sale fuera de nuestras fronteras es la empresa Ajos de Castilla y León, en la que están al frente Juan José ‘Chele’ Viloria y su hija Leticia. Les llegan pedidos desde Italia, Grecia, Polonia o Austria, y por supuesto de diferentes puntos de España.

Obtienen unos de los mejores rendimientos en producción de ajo de Castilla y León en las 40 hectáreas dedicadas a esta planta. Al igual que el agricultor de Campaspero, ‘Chele’ también ha aumentado el número de hectáreas para esta nueva campaña, en este caso tres o cuatro más. “Ha sido un buen año en España, aunque miramos a China de cerca porque es la que manda”.

Mantener beneficios

Considera que hay que pisar con pies de plomo y “sembrar lo que se puede para mantener beneficios y también a la gente que tienes trabajando”, como explica el agricultor vallisoletano, que arranca de media entre 9.000 y 14.000 kilos de ajos por hectárea.

Lleva medio siglo en el sector ajero y planta spring blanco, garpek y ajo blanco del terreno, el más común en la zona de Bahabón y Cogeces del Monte, donde acaba de terminar de sembrar.

“Me decidí por el cultivo del ajo después de tener remolacha y patata. Las tierras estaban ya cansadas, y había que tener en cuenta que el ajo necesita menos agua”. En su zona siempre se había traído ajo de otras localidades como Portillo, por lo que pensó que era una buena oportunidad.

“Ahora mismo si va a menos China, por el cambio climático o por lo que sea, el ajo volvería a tener un gran potencial en España”, como apunta, al tiempo que tiene muy presente lo que ocurrió hace ya tres años, cuando el gigante asiático hundió el mercado español de ajo. “Se llegaron a vender a 0,50 euros por kilo, incluso en algunos sitios a 0,25 euros, “era una ruina”. Ahora, en cambio, el precio normal en la campaña ha sido de 1,30 euros, “y en este momento a unos 2,20 euros, para quienes aún tienen ajo”.

Considera que “estando China de por medio es difícil saber si es bueno apostar por este cultivo”. A quienes piensan sembrar ajo les recomienda “empezar cuando ha venido mal año, para tener así la semilla más barata”. También les recuerda que hay que dedicar mucho tiempo al cultivo, adelantar bastante dinero y se necesita de forma notable mano de obra,“pero la verdad es que cada vez hay menos gente”.

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