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martes, marzo 19, 2024
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Fertilización eficiente en maíz y remolacha

El calendario de las siembras de regadío sigue pasando páginas y le toca el turno al maíz, cultivo que vive una tesitura de crisis de precios, con una rentabilidad que se está cuestionando.
Eficiencia. La situación que atraviesa el maíz hace más necesario que nunca hablar de eficiencia a todos los niveles para que sus cifras no arrastren al conjunto de la explotación. De ahí que sea una medida muy oportuna la de diseñar una estrategia de siembra que dé comienzo con un análisis de suelo bien realizado y bien interpretado, que nos ofrezca una completa información sobre los nutrientes que va a necesitar el cultivo.

José Ángel Cortijo, responsable Zona Noroeste de Fertiberia
José Ángel Cortijo, responsable Zona Noroeste de Fertiberia

El potencial de los híbridos. El agricultor debe ser consciente de que el potencial productivo de las variedades híbridas es elevadísimo, algo que no podemos perder de vista a la hora de escoger la semilla porque la realidad es la que es y solo obtendremos la rentabilidad con una producción elevada.
Abonado en maíz. En la búsqueda de esos altos rendimientos la fertilización tiene mucho que decir, y no solo desde el punto de vista cuantitativo, sino sobre todo cualitativo: hay diferentes nutrientes que poseen gran importancia en cultivos como este, más allá del nitrógeno, el fósforo y el potasio, y deberemos buscar fertilizantes que nos los proporcionen.
Esos abonos nos permitirán sacar todo el partido a nuestro conocimiento de la ‘ley del mínimo’, según la cual solo mediante el aumento de la cantidad del nutriente limitante (el más escaso) se podrá mejorar el crecimiento de la planta. De este modo, mediante una fertilización coherente conseguiremos que ningún elemento condicione nuestra producción y vayamos a un alto rendimiento. También es interesante recordar que debemos abonar quince días antes de la siembra para que el fertilizante se vaya incorporando al suelo.
Elegir el ciclo. Otro aspecto que debemos tener en cuenta es la elección del ciclo adecuado; la meteorología nos obligó el año pasado a poner ciclos más cortos y pudimos comprobar que obteníamos un nivel productivo satisfactorio pese a tener cosechas más tempranas. El agricultor ha tomado conciencia de que los ciclos cortos no se quedan tan escasos de producción como cabía esperar, y este año se lo puede volver a plantear porque no sabe de cuánta agua va a disponer.
Sembrar la remolacha lo antes posible. Una meteorología muy parca en lluvias durante el invierno ha llevado a que los agricultores tuvieran tiempo para preparar el terreno con anticipación, con un terreno que no estaba pesado, que se encontraba en un estado fácil para trabajar. Gracias a ello nos encontramos con que gran parte de la remolacha está sembrada y, por tanto, la práctica totalidad de los agricultores ya ha realizado el abonado de fondo. Lo recomendable es que, si hemos preparado el suelo, lo sembremos lo antes posible; así lo advierten los departamentos técnicos, como el de Aimcra, que destacan la ratio entre el adelanto de la fecha de siembra y el incremento de la producción.
Superficie de siembra. Hay que tener en cuenta que, en remolacha, la expectativa de siembra a principios de año era muy elevada, aunque la incertidumbre sobre el riego puede hacer que disminuya la superficie finalmente sembrada. En todo caso resulta evidente que vuelve a haber ganas de remolacha; la desaparición del sistema de cuotas ha animado a recuperar remolacheros históricos, con dos compañías azucareras que desean ganar para la causa a nuevos profesionales.
Un cultivo mecanizado. Siempre hemos subrayado que la remolacha es un cultivo muy mecanizado, que disfruta de una gran cualificación técnica por parte del agricultor y de la industria, así como de las diferentes casas de insumos. Hay buenas vibraciones. Hay ilusión y ese es el ingrediente que necesitamos porque el agricultor ilusionado innova, invierte, se preocupa por formarse.
En cereal, una reflexión. Ya es evidente que 2017 es un año difícil para el cereal, con una meteorología que ha sido poco benigna. Pero debemos reconocer que nada está perdido, que no podemos hablar de una tragedia: con carácter general, el potencial productivo del cereal sigue siendo alto.
Es una ocasión para que el agricultor de cereal haga una reflexión sobre cómo ha abonado hasta ahora. En muchas ocasiones las coberteras han sido más tempranas y más cortas en cantidad, como consecuencia de que el agricultor contemplaba una perspectiva poco halagüeña. Por eso debe hacer autocrítica y ver en qué situación está su secano: si su cobertera ha sido suficiente para su previsión de producción.
Estará a tiempo de realizar una segunda cobertera de nitrogenado, con un abono nítrico, de absorción inmediata. Y el momento es ahora porque hacerlo más tarde sería un error: más cerca de mayo puede haber un asurado de la planta y habremos perdido una oportunidad.

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