Gracias a la mejora genética en maíz podemos conseguir excelentes resultados al margen del ciclo. Basta solo con elegir un híbrido de madurez acorde con la fecha de siembra
Óscar Sobrino. Director de Maíz y Oleaginosas de KWS
Como cada año por estas fechas, en las zonas regables el agricultor está ya distribuyendo la superficie que va a dedicar a cada cultivo de primavera, en Castilla y León. Remolacha, patata, girasol, hortícolas en algunas zonas y por supuesto maíz. A pesar de que el año pasado la meteorología lluviosa de la primavera y el cálido y seco verano hayan jugado totalmente en contra de la producción de maíz y nos hayan puesto realmente a prueba, creo que la hemos pasado con una muy buena nota. Y al final, aunque con diferencias productivas importantes de unas parcelas a otras dentro de la misma zona, se cerrará la campaña de recolección (prácticamente terminada) con unos rendimientos muy próximos a las medias de los últimos años.
Estos condicionantes forzaron a que en muchas zonas de nuestra región -donde lo normal y mayoritario es cultivar un ciclo FAO 400- el agricultor haya tenido que optar por uno más corto: FAO 300 e incluso más cortos en alguna parcela. En esta región históricamente se ha pensado que un ciclo corto siempre produce menos que uno más largo.
De hecho, en los años 90 del siglo pasado se llegaron a sembrar algunos híbridos FAO 600 en el Páramo de León.
Pero, ¿qué hay de cierto en la afirmación de que “un ciclo largo produce más que uno corto”? Esto quizás fue cierto alguna vez, pero cada día que pasa esta afirmación está más lejos de la realidad. Sirva de ejemplo ilustrativo el cuadro, elaborado con datos propios, incluido a continuación.
Los datos de producción media que aparecen en el cuadro son, para FAO 700, la media de producción obtenida por diez agricultores de localidades diferentes del Valle del Ebro que han cultivado en 2016 un híbrido de elite FAO 700. Para FAO 400 son la media de producción obtenida por diez agricultores de localidades diferentes de Castilla y León con un híbrido de elite FAO 400. Y para FAO 300 hemos tomado la media de producción obtenida por diez agricultores de localidades diferentes de Castilla y León.
Además, en cada caso hemos anotado también la producción máxima y mínima obtenida para cada uno de los rangos de madurez del maíz.
Potencial y buen hacer
Sin temor a equivocarnos podemos afirmar que el secreto para obtener una buena producción no se esconde detrás del ciclo. Creo que la afirmación de que un híbrido de ciclo más largo produce más, hay que desterrarla o al menos matizarla. Un ciclo largo va a producir más si la combinación de fecha de siembra e integral térmica de la zona, para esa fecha de siembra y el tipo de suelo, garantizan la llegada a madurez del híbrido antes del otoño.
Si esta combinación nos da para un FAO 400: adelante. Pero si no nos da y cambiamos a un FAO 300: adelante también sin temor a un fracaso de cosecha. A partir de aquí será el potencial genético del híbrido, unido al buen hacer del agricultor, lo que nos conducirá a esas cifras hasta hace uno pocos años impensables de 17,18 y hasta 20 toneladas por hectárea de grano seco con híbridos de ciclo 300 o 400.
Aunque lo que estoy comentando en estas líneas no es nuevo para los que llevamos ya tiempo en este mundillo, este año pasado nos ha dado una lección magistral y nos ha recordado que no hay que ponerse nervioso por no poder hacer la siembra en la fecha habitual, ya que tenemos alternativas de ciclos cortos con un potencial productivo casi al nivel de ciclos superiores. De tal manera, podemos afirmar que es mejor y más productivo irse a echar la partida y esperar a que deje de llover para hacer una buena preparación del lecho de siembra, aunque tengamos que reducir el ciclo, que precipitarse por sembrar un ciclo largo en malas condiciones.
