Máximo Gómez. Director de CAMPO
Más de 25.000 agricultores y ganaderos acudieron a votar el pasado 11 de febrero, el 64,85% de un censo discutido, pero en una jornada electoral que dejó claro que las organizaciones agrarias están muy vivas. A pesar de una campaña en algunos momentos para olvidar, el sector sale fortalecido. Asaja consolida su liderazgo, la Alianza UPA-COAG aguanta el tipo y la UCCL se mantiene y afianza en su territorio. Todo más o menos parecido. Ganan sin duda las oficinas sobre el terreno y sus servicios, las personas y su cercanía.
Un año agrícola lleno de incertidumbres. Pasada esta etapa electoral, y con nuestras felicitaciones sinceras a todos -especialmente a los ganadores-, ahora toca trabajar. Por el momento todas las organizaciones agrarias han anunciado -y lo han hecho con sinceridad- que van a trabajar de forma coordinada en defensa de quienes luchan cada día por salir adelante ante las amenazas constantes: las exigencias de la industria agroalimentaria, de los mercados, de los burócratas que solo respiran el aire de sus despachos y desconocen el sector.
Incertidumbre. Apenas sin darnos cuenta estamos de nuevo inmersos en el debate sobre cómo se diseñará la PAC posterior a 2020. Y por desgracia el debate es cualitativo, pero también de cantidad: los vientos que soplan desde Bruselas anuncian una reducción en los fondos que se destinarán a la agricultura y el desarrollo rural.
Desde estas páginas siempre hemos defendido que los agricultores no son meros perceptores de ayudas: son productores de alimentos, empresarios que trabajan por reducir costes y vender su producto a precios dignos, que garanticen la rentabilidad de la explotación. Pero esto no se contradice con otro hecho cierto: que las ayudas son necesarias para un sector que pelea en un mercado globalizado y donde muchos juegan con las cartas marcadas; son una necesidad sobre todo en producciones con problemas. Para los profesionales que trabajan en zonas específicas.
Por eso el diseño de la PAC puede llevarnos a la movilización en las calles, pero ello no debe ocultar que cada agricultor deberá seguir avanzando en la eficiencia: en hacer lo mismo, o incluso más, con unos recursos que se pueden ver mermados.
Amenazas. El agua nos trae de cabeza y no solo la que cae del cielo, sino también la que pasa por nuestros ríos o se almacena en embalses y acuíferos. La CHD no da su brazo a torcer y sigue en la línea del acoso, de las sanciones y prohibiciones. También deberá recibir una respuesta proporcionada, con poco griterío y mucho trabajo. Muchos retos y amenazas que deben afrontarse unidos con serenidad e inteligencia. Aquí todos contamos.
