Ricardo Ortega
Las aguas subterráneas han sido durante años las grandes olvidadas por las administraciones, que hasta hace bien poco no eran conscientes de su importancia. Armando Caballero, presidente de la Asociación de Regantes de Aguas Subterráneas de Castilla y León, destaca el esfuerzo realizado por el agricultor en los últimos años para actualizarse y adecuar su explotación al marco legal.
Aunque siempre ha habido limitaciones en cuanto a la cantidad de agua que se puede emplear para el riego, hasta hace pocos años no existía un control tan exhaustivo por parte de la CHD respecto a los acuíferos como en el caso de las aguas superficiales. En este tiempo, el regante “ha realizado un enorme esfuerzo innovador” para trabajar de conformidad con ese nuevo escenario.
Todo ello para preservar una fórmula de regadío que ha servido para multiplicar el valor de la actividad agraria en zonas que tradicionalmente habían sido de secano.
Caballero destaca la importancia de la puesta en marcha de comunidades de usuarios de aguas subterráneas (CUAS), “ya que los regantes debemos ser capaces de organizar y gestionar un recurso vital para nosotros”.
Se trata de una herramienta de gran utilidad en unos tiempos marcados por la escasez, “teniendo en cuenta que los regantes somos los máximos interesados en la gestión y el cuidado del agua, de la que dependemos absolutamente para nuestro medio de vida”.
De hecho, lo que está constatado es que en la cuenca del Duero los niveles de los acuíferos se mantienen gracias a los cambios experimentados por el sector, en el que son protagonistas la tecnología y la digitalización, siempre con el objetivo de conseguir la máxima eficiencia.
También ha influido el abandono de miles de hectáreas de cultivos altamente demandantes de agua, como la patata o la remolacha.
El papel de las CUAS
Las CUAS son una herramienta para flexibilizar el uso del agua, “como por ejemplo para poder regar en la superficie de toda nuestra explotación”. Esa flexibilidad da numerosas oportunidades en la rotación de cultivos y en fórmulas de colaboración como las cesiones temporales en las concesiones. Todo ello en beneficio de la rentabilidad de la agricultura.
Una de las ventajas del riego con aguas subterráneas es, según Caballero, su “localización”, ya que dentro de un pequeño radio se abarca gran parte de la explotación del agricultor, con el consiguiente ahorro de tuberías y otros elementos de riego.
Un momento histórico
Nos encontramos en un momento del máximo interés para el regadío de Castilla y León, puesto que estamos en el primer año de la puesta en marcha de la mayoría de las CUAS, dentro de un proceso complejo y lleno de dificultades.
Ha sido una primera experiencia para todos, con un cambio real en el que el agricultor ha tenido un control absoluto de todos sus pozos, sin consumir más agua de la que tiene concedida. “La CUAS recibe del agricultor toda la información de cada contador, además de un detallado plan de cultivos, para después remitírsela a la CHD, y esa magnífica labor se ha realizado en una primavera muy dura, con varios meses sin llover hasta el 26 de mayo”, recalca.
“Eliminar las trabas al regante”
Desde el colectivo que preside Armando Caballero, que representa a más de mil regantes de Castilla y León, se reclama que la CHD disponga de medios humanos y técnicos “suficientes” para cumplir sus funciones, con una buena comunicación con las comunidades de usuarios. Sin ir más lejos, Caballero ha solicitado en dos ocasiones una reunión con la presidenta de la CHD y no ha sido recibido.
Por otro lado, se deben eliminar “trabas ajenas al funcionamiento del sector que no se comprenden”, como la prohibición de altas y bajas de comuneros en una CUAS por periodos de tres años. “Asuntos como este demuestran que la administración no conoce las dinámicas del campo, en las que es habitual la compraventa entre profesionales, así como las jubilaciones o las herencias”.
Además, es algo que va contra los Estatutos de las CUAS, aprobados por la propia CHD y que obligan a publicar cada año un elenco de fincas, comuneros, etc.
Se trata de una limitación que puede condenar a un agricultor que desea entrar en la CUAS a no regar en tres años. “Es necesaria una mayor cercanía y un mayor entendimiento”, recalca Caballero, “porque la Confederación debe ser consciente de que su papel es ayudar al ciudadano y no ir contra él”.
“Todos estamos interesados, y el agricultor el primero, en hacer las cosas bien y cuidar el agua y el medio ambiente”, recalca. Por eso debe haber unas reglas del juego previsibles, “sin cambios a mitad de partida”.
Y sin perder de vista que, a día de hoy, hay más concesiones que extracciones, es decir, más agua concedida para el riego que extracción efectiva de los acuíferos, “lo que significa que hay margen para seguir creciendo”.
Pozos ‘de Minas’, una asignatura pendiente
Se da la paradoja de que, durante años, las administraciones subvencionaban a agricultores (a través de planes de mejora, etc.) que basaban su actividad en pozos que resultaron ser ‘ilegales’ para la CHD.
La mayor parte de esos agricultores, por cierto, había cumplido la norma en su momento (por ejemplo, con una inscripción en el departamento de Minas del Ministerio de Industria) y había trabajado “con tranquilidad” durante 40 años.
“Son contradicciones que no se entienden”, subraya Caballero, “injusticias de un sector que vive pendiente del juzgado y de que un gobierno serio reconozca por fin que estamos hablando de agricultores que tienen tanto derecho a regar como cualquiera”, remacha.
