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jueves, abril 25, 2024
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La nueva campaña no parte de cero en fertilización

José Ángel Cortijo. Responsable zona Noroeste Fertiberia

Si los lectores de Campo y de esta sección siguen los consejos prácticos que aquí se indican, todos los años deberían abonar su tierra en función de los rendimientos esperados, que por lo general se sitúan en la media de producción de las últimas cinco campañas.

José Ángel Cortijo. Fertiberia

Yo pediría que levantara la mano aquel lector que este año haya obtenido una producción mayor de aquella para la que había abonado. Pues bien, ahora que tenemos un 99% de manos alzadas es el momento de recordar que ese resultado tan brillante se ha conseguido a costa de las reservas del suelo.

Planificar el abonado

Ya nos hemos metido de lleno en el mes de septiembre y todos los agricultores tienen en la cabeza la rotación que van a realizar; es necesario, por tanto, que con ese dato y con la extracción de nutrientes que hemos tenido se planifique una fertilización que permita al cultivo alcanzar su potencial productivo, pero también reponer al suelo los nutrientes extraídos.

Dicho con otras palabras, la campaña no parte de cero, sino que lo hace exactamente en el punto donde hemos dejado la anterior; verlo de otro modo irá contra nuestra producción y contra el principal integrante de nuestro patrimonio, que es nuestro suelo. Está en juego nuestra rentabilidad.

Entremos en comparaciones

Hay un dicho según el cual las comparaciones son odiosas. Una verdad como un templo. Pero circunvalemos por un momento la sabiduría popular y prestemos atención a las diferencias, a veces abismales, en los rendimientos entre dos fincas vecinas, semejantes, con el mismo cultivo e incluso la misma variedad. Esa brecha entre ambas obedece a la ‘mano’ del agricultor, pero de forma singular a haber acertado con la estrategia de fertilización.

Esa diferencia es, por cierto, lo que permite al titular de una explotación ‘sacar la cabeza’ este año y compensar otros resultados malos o regulares. Es el margen donde reside la rentabilidad de la actividad agraria, y habrá quien lamente este año no haber contado con ese plus.

¿Qué producto escoger?

El mercado pone a nuestro alcance numerosos productos para el abonado. ¿Por cuál inclinarse? La respuesta ya la barrunta el agricultor profesional, y puede parecer de perogrullo pero no está de más dejarla negro sobre blanco: el mejor abono es el que realmente se necesita. Y es que el agricultor debe tener a estas alturas la suficiente información sobre cómo es su suelo, y también sobre dónde radica su talón de Aquiles desde el punto de vista de la fertilización: aquellos elementos que le faltan porque lleva años sin aportarlos. De ahí la importancia de contar con un análisis de suelo interpretado correctamente por un técnico especializado.

Así las cosas, qué abono escoger y qué dosis emplear es la respuesta a una simplísima operación matemática en la que se juega con el cultivo escogido, la producción esperada (atendiendo a esa media de los últimos años) y el punto del que vengo, que me viene definido por los rendimientos obtenidos en la última campaña y por el abonado realizado en el último ejercicio. O en los dos últimos, si deseamos ser más precisos.

Esto es, deberemos aplicar un porcentaje de corrección por el exceso de cosecha de la última campaña.

Seamos inquietos. Y autocríticos

El inicio de campaña es una buena ocasión para recordar un argumento no por repetido menos importante: el agricultor debe acudir a su almacén de confianza y hacer una lectura muy cuidadosa al etiquetado de aquello que se le ofrece.

No solo prestando atención a la composición del fertilizante, sino sobre todo a su calidad: a si los nutrientes allí presentes están en forma asimilable por el cultivo. Esa es la actitud del agricultor profesional, que debe demostrar su inquietud, ser autocrítico y no conformarse con lo que se le ofrece de forma rutinaria.

Especial mimo en la colza

Se acerca la hora de sembrar la colza, con la incertidumbre de siempre sobre si se darán las condiciones meteorológicas, y con la espada de Damocles de si contará con una nascencia e implantación correctas. Y es que en sus estados iniciales, la colza no disfruta de la misma capacidad de sufrimiento que el cereal.

Cuidado, porque a la hora de abonar no importan las dudas sobre si lloverá y, por tanto, sobre si el cultivo será viable: necesita esos nutrientes para crecer con fuerza, y en el peor de los casos (que se deba levantar y apostar por un cereal o por un girasol) esos nutrientes seguirán en el suelo, disponibles para el siguiente cultivo.

Una última clave: no olvidemos una importante presencia de azufre, del que la colza tiene una necesidad importante en sus primeros estadios.

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