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martes, abril 16, 2024
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El cereal es valor seguro en la rentabilidad y la producción de la agricultura regional

Una campaña tan mala, como la que acaba de concluir, no debe empañar lo que siempre le han aportado los cultivos cerealistas a Castilla y León

Las técnicas han avanzado mucho, hasta el punto de que repercuten en los beneficios que puede obtener el productor

Castilla y León, como región líder en la producción de cereal, es el granero de España. Pero ha sido este año la más afectada por la meteorología, con un 70% menos de producción respecto al año pasado. Solo es un revés que ni puede ni debe afectar a la dinámica del agricultor, a quien el cultivo cerealista le aporta gran parte de su renta anual.

Esta campaña, la rentabilidad del cultivo de cereal de secano se ve gravemente comprometida, lo que hace que el productor se quede muy lejos de cubrir los costes de producción, tal como destaca Roberto Martín, de la cooperativa Grupo AN. Además hay que añadir que en los últimos años el precio de los inputs no ha dejado de aumentar. ”Y esto, con un precio de grano mantenido o a la baja, hace que el año vaya a ser muy complicado. El cereal es un ‘comodity’ y dependemos de los precios internacionales que nos llegan a los litorales y por vía terrestre desde Francia”, recuerda.

Este ejercicio, con unas producciones internacionales importantes y unos stocks en reserva de récord, hacen que los mercados estén muy tranquilos. Además, la fortaleza del euro no hace que, a priori, los precios puedan ser altos, “lo que apuntilla este año al agricultor”, según describe de manera gráfica Martín.

La especialización y la producción de trigos de calidad -bien harineros o para sémola- en los regadíos pueden aportar ese valor añadido necesario en la explotación agraria. Así, se incrementa “la rentabilidad del agricultor y se diferencie de la producción de un trigo o una cebada, que como materia prima, la única diferencia que tiene es el precio”, a juicio del experto de Grupo AN.

Es rentable

Todo ello, en vez de incidir en el desánimo y suponer alicientes para dejar de lado el cultivo castellanoleonés por excelencia, pone de manifiesto cuál es la fortaleza del campo en la Comunidad. Y el agricultor seguro que refuerza su apuesta. El balance de la rentabilidad no debe hacerse al final de cada campaña exclusivamente. Es más real evaluar la actividad cerealista a partir de la media de varios años en su conjunto.

“El cultivo es rentable, y eso lo demuestra que se sigue sembrando tradicionalmente año tras año, cosa que no sucedería si no fuese así. Las técnicas de cultivo han avanzado mucho y eso redunda en la rentabilidad, además de ser un cultivo muy cómodo para el agricultor si lo comparamos con otros”, asegura el secretario de la Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas de España (Accoe), José Manuel Álvarez.

De los gastos que afronta el productor cada año, en Accoe destacan el coste de la amortización de la maquinaria que se utiliza, por su elevado valor y el corto espacio de utilización por campaña en que se emplea.

Es Castilla y León una comunidad donde el peso y la importancia de la industria agroalimentaria es capital. “Ahí se tiene que centrar el esfuerzo productivo, en satisfacer las calidades que esta industria demanda y que, en muchos casos, no encuentra y tiene que recurrir a la importación, por ejemplo, en el caso de los trigos de fuerza”, recalca Álvarez.

Al ser la castellanoleonesa la región que más cantidad de cereal produce en España, también está “obligada a suministrar a otros mercados en el interior de la península.

Con valor comercial

Los trigos duros y los de fuerza son en lo agronómico un cultivo más, como otro cualquiera, que a juicio de la Asociación de Comercio de Cereales y Oleaginosas no precisa de nada especial para su cultivo, “pero en lo comercial aportan un incremento de la rentabilidad porque su precio es más elevado en el mercado”.

Integrar la producción y la calidad a los parámetros que la industria necesita supone un sistema más racional y en el que todos los componentes de la cadena salen beneficiados. Quizá sea esa una de las asignaturas pendientes. De todas formas, Castilla y León y cereal están estrechamente ligados. Y deben continuar así. “Sencillamente porque la región es de por sí cerealista y tiene condiciones para producir cantidad y calidad”, zanja Álvarez.

La producción media de los últimos cinco años en Castilla y León ha sido de 6,3 millones de toneladas. Se ha consolidado la tendencia de los últimos años, con un predominio del trigo y una disminución de la superficie de cebada, debido a los mejores precios y los mayores rendimientos del primero, según los cálculos de la Junta.

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