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jueves, abril 18, 2024
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La semilla certificada marca la diferencia en el rendimiento del cereal

El uso de simiente garantizada es imprescindible para incrementar las producciones necesarias para hacer rentable la explotación. El grano certificado para sembrar
asegura la nascencia, está libre de malas hierbas y es resistente a enfermedades
El agricultor, una vez más, pone toda su atención en los partes meteorológicos. El cielo acapara las miradas de los profesionales del campo. Las escasas tormentas, dispersas por la región, apenas permitieron en el mes de agosto iniciar las labores de preparación del terreno. En general, todo estaba tan seco que no merecía la pena malgastar gasoil y hierro. Con la llegada de septiembre parece que cambia el panorama. Son las fechas.

De cualquier forma, no hay nunca puntos muertos. Siempre hay qué hacer. O en qué pensar. De hecho, la planificación de la campaña es un aspecto que se ha convertido en vital para evitar las sorpresas de última hora. Previsión. Es una tarea fundamental en la agricultura moderna, tal como destaca el técnico de Semillas y Fitosanitarios de Grupo AN Javier Rodríguez. El agricultor conoce con mucha antelación, por las imposiciones de la PAC, qué cultivos sacará adelante cada campaña.

“Es importante que haga previsiones de la semilla que va a necesitar para que la pida a su proveedor lo antes posible, porque cada vez habrá más dificultades para conseguir simiente”, advierte Rodríguez. Los multiplicadores siembran según la demanda, de manera que las peticiones de última hora pueden caer en saco roto. Además, la adecuada planificación por parte de todos -agricultores y casas de semillas- redundaría en un ahorro de costes que permitirá reducir también los precios.

Pero antes de optar por una variedad u otra, la primera decisión del agricultor debe ser si utilizará semilla certificada o no. Los costes medios por tonelada de simiente en 2014 estuvieron entre 350 y 360 euros por tonelada de R2, mientras que el tratamiento de un kilo del grano propio sale por 0,02 euros, según el experto de Grupo AN. El profesional del campo debe hacer las cuentas de manera meticulosa antes de optar por una u otra opción.

Aunque la reutilización de la cosecha propia puede tener sentido en las tierras pobres -que no dan rentabilidad como para amortizar la inversión en semilla de alta calidad-, la apuesta por la certificada supone más productividad y un paso adelante en la lucha contra malas hierbas como el bromo y la avena loca, que cada campaña tienen mayor presencia en el campo regional.

“A partir del cuarto año de aprovechar las semillas se pierde mucho potencial productivo; y aparecen muchos problemas de malas hierbas. En los regadíos no merece la pena jugársela, hay que poner R1 y R2”, recomienda Rodríguez.

En el mercado hay cada vez más variedades de cebadas híbridas, cuya semilla no se puede reutilizar, pero con las que la cosecha es entre un 10 y un 15% superior. Se cultivan normalmente en zonas de alta productividad, que dan más de 6.000 kilos por hectárea.

A la hora de elegir qué variedad pone, el agricultor debe considerar el ciclo según la época de siembra. Tiene que decantarse por una que se adapte a su terreno y zona agroclimática (la altitud resulta clave en este sentido. “Hay muchos ensayos que nos dan información. Debemos fijarnos en los más cercanos a nuestras parcelas, y que sean en tipos de terrenos y fechas de siembras similares. Los ensayos se hacen en unas condiciones concretas, que el agricultor debe extrapolar a sus condiciones particulares”, recomienda el especialista de Grupo AN.

Además, en las últimas campañas se han registrado más incidencias por plagas y enfermedades (roya amarilla, septoria, y otras). La resistencia de las variedades a estos problemas, que inciden de manera determinante en la producción, también es un aspecto a considerar. Rodríguez hace hincapié en la conveniencia de diversificar.

Es recomendable sembrar en torno al 70% de las tierras con una variedad contrastada en la comarca, y dejar el resto para probar otras opciones que se deben probar varios años antes de sacar conclusiones definitivas sobre su idoneidad.

Preparación y siembras

Al agricultor castellanoleonés le entran enseguida las prisas. El sector se suele precipitar en preparar el terreno, bien por evitar el estar parado o porque la maquinaria moderna permite hacer la labor mucho más rápido que antaño. Un error. La preparación del terreno debe hacerse en el momento adecuado, sin adelantarse, en fechas adecuadas para la variedad y la parcela.

La aplicación de herbicidas de preemergencia previene problemas posteriores, de manera que la implantación del cultivo es siempre mucho mejor sin la competencia de malas hierbas. Al mismo tiempo, se reduce la aparición de resistencias a los fitosanitarios de primavera. Como norma general, en el momento de realizar la sementera es muy importante trabajar a velocidad lenta con la sembradora para incidir en la precisión. Y depositar la semilla a la profundidad adecuada según sea el terreno y el tipo de cultivo.

Selección adecuada

El trabajo de los multiplicadores de semilla certificada ha sido crucial en los últimos años para poner en manos del profesional de la agricultura castellanoleonesa las variedades más rentables.

Campal, la empresa con sede en Huerta (Salamanca) dedicada a la comercialización de cereales, legumbres, fertilizantes, fitosanitarios, semillas y gasóleo, y que además ofrece servicios de almacenaje, selección de legumbres y cereales y multiplicación de semilla certificada, produce en su centro de selección 2,5 millones de kilos de simiente de cereal certificada al año. También trata en sus instalaciones otros dos millones de kilos de maquila.

Del centro de procesamiento que Leonesa Astur de Piensos (Lesa) tiene en El Burgo Ranero (León) salen entre 2,5 y 3 millones de kilos de semilla certificada de trigo, cebada y avena. Trabajan con cerca de una veintena de variedades para producir, sobre todo, R2. Además de en El Burgo, en Osorno, Tamariz y Tordesillas hacen un millón de kilos de maquila. Son algunos ejemplos significativos de los más de 250 centros autorizados para el acondicionamiento de grano de siembra existentes en Castilla y León.

José Vicente Altamira, jefe del área de Selección y Certificación de Semillas en Campal, recalca que los multiplicadores ofrecen al agricultor una amplia oferta para que pueda hacer siembras a la carta para todo tipo de tierras. “Es lo que maximiza la producción; no todas las variedades sirven para todas las parcelas”, razona Altamira.

Comprar el grano para la siembra, en vez de producir semilla, le evita trabajar a largo plazo, las sobras, los inconvenientes del almacenaje, no necesita comprar R1 y le permite vender la producción que iría destinada a la sementera. Además, al sembrar R2 obtendrá más toneladas por hectárea.

El experto de Campal apunta que los costes de producción de la semilla certificada inciden en que el precio duplique los costes de la que produce el agricultor para sí mismo. En cualquier caso es una inversión que es rentable. “La base de una buena producción es la siembra. Ya le puedes echar el mejor abono y los mejores fitosanitarios, que si la semilla no es buena…”, indica José Vicente Altamira.

Luis de Juan, ingeniero agrónomo de Lesa, insiste en este aspecto: “El agricultor profesional debe sembrar certificada. El coste de la semilla no llega al 15% de los gastos absolutos, y es lo que más relevancia tiene en la producción y en la calidad. No merece la pena correr riesgos por un pequeño incremento en el precio. “Y encima puedes reclamar si hay alguna pega. A veces el agricultor culpa a la semilla de los problemas, pero luego le cuesta invertir en la certificada. Es un contrasentido”, recalca.

Todas las ventajas

La semilla certificada es un producto de calidad de primer orden, estandarizado y de reconocimiento internacional. Esta calidad está garantizada por el doble control ejercido, tanto por la empresa productora como por el organismo oficial responsable, de modo que este control ofrece unas garantías en relación a su origen, trazabilidad, homogeneidad, pureza específica, pureza varietal, germinación, ausencia de otras semillas no deseadas en la siembra, sanidad, humedad, etc., tal como destacan desde la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (Anove).

Pero además de garantizar la calidad de este medio de producción, tan básico en la explotación agrícola, el empleo de semilla certificada supone más ventajas:

Un ahorro significativo en la dosis de siembra, como consecuencia de la garantía de la germinación que ofrece la semilla certificada. Esto se ve recompensado con una necesidad menor de dosis de siembra por hectárea. Se estima que las dosis de necesaria cuando no se utiliza semilla certificada debe incrementarse entre un 10% y un 20% .

Ahorro en el tiempo invertido en la preparación de la semilla. Con la certificada se evita al agricultor tener que destinar un tiempo significativo en acondicionar el grano de su propia cosecha, así como de disponer de un elevado espacio donde almacenar la semilla durante los meses que trascurren hasta la siembra.

Un incremento en los rendimientos pues asegura la producción y mejora la cosecha, las semillas están seleccionadas y tratadas para garantizar una buena implantación del cultivo, y hay una disminución en la aparición de malas hierbas en la parcela, ya que esta semilla garantiza una pureza específica.

Apoyar la inversión en I+D del sector obtentor. La semilla certificada hace posible la inversión en programas de investigación para la creación de nuevas variedades, que son y serán la garantía del progreso y de la mejora de la producción agrícola. Poner a disposición del mercado una nueva variedad requiere diez o más años de trabajo.

El desarrollo de nuevas variedades solo es posible con una inversión continua en los programas de investigación. “La industria de semillas es con diferencia la que más invierte de su cifra de facturación en I+D, aproximadamente un 25%. Así, la semilla es el medio de producción más económico y que más ha condicionado la evolución de los incrementos en los rendimientos agrarios”, explican en Anove.

Seguridad alimentaria: la certificación de semillas es un elemento imprescindible para asegurar desde su origen la trazabilidad de los alimentos.u Innovación en los sistemas de producción y comercialización de cereales. Una cooperativa o almacenista que suministra semilla certificada a sus agricultores conocerá con antelación, a la hora de comercializar su cereal, las calidades y cantidades que va a disponer, mejorando por tanto su organización y planificación.

Contribuir al desarrollo rural. La producción de semilla certificada es una actividad industrial de valor añadido.u Es un elemento básico en los sistemas de producción industrial. La industria organiza cadenas de producción de alimentos desde la semilla, el cultivo, su almacenamiento y transformación. Estos sistemas, que son bien conocidos en otros productos como las hortícolas, se están introduciendo en el sector de los cereales (pastas, pizzas, harinas, etc.).

Que el sector y la Administración dispongan de información fiable sobre qué se produce, dónde, cuándo, para qué usos, etc. Esta información es relevante y permite una planificación eficiente y una mejor posición en los mercados.

Es una de las inversiones más rentables en una explotación agrícola. En Anove recalcan la necesidad de consumir semilla certificada “para contribuir a la investigación, mejora genética y desarrollo de nuevas y mejores variedades”.

Los ensayos de trigo blando de invierno en España de la red Genvce, llevados a cabo en un periodo de doce años, indican que las nuevas variedades presentadas aportan una ganancia media anual del 0,7% sobre el rendimiento del trigo utilizado como testigo (variedad Marius, con un rendimiento medio de 4.984 kilos por hectárea), lo que supone un incremento anual por hectárea de 34 kilos.

Este incremento anual que aportan el desarrollo de nuevas variedades (0,7 %), genera un beneficio económico constante en la economía de la explotación agraria.Como ejemplo, un agricultor que explote 25 hectáreas y que venda su cereal a una media de 180 euros la tonelada, obtendría 125 euros más en la primera campaña.

El incremento llegaría a 250 euros el segundo año, 375 el tercero, y así en la misma progresión, de modo que al cabo de diez años este agricultor estaría obteniendo 1.250 euros más de rentabilidad en la misma explotación de 25 hectáreas de cereal.

Son pues muchas las ventajas agronómicas, de rentabilidad y de operatividad en el trabajo en el campo a lo largo de toda la campaña las que hablan en favor de la semilla certificada. Ahí está el futuro. Y el presente.

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