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sábado, abril 20, 2024
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¿Tres buenos años de cereal consecutivos?

Pocas veces ha sucedido en los últimos quince años que hayan venido dos campañas seguidas como las que hemos tenido, con producciones récord hace dos años y un último año de rendimientos superiores a la media, con un buen resultado agronómico y un grano de calidad, además de con precios atractivos.

José Ángel Cortijo. Fertiberia
José Ángel Cortijo. Fertiberia

En ese mismo periodo hemos pasado de 28.000 hectáreas de colza a más de 40.000, y con un sabor de boca extraordinario para el agricultor que ha apostado por este cultivo.

La conclusión de todo esto es que el profesional afronta la campaña de siembras con optimismo, aunque no esté en su forma de ser el echar las campanas al vuelo. Sigue dependiendo de la lluvia.

¿Es el abonado el hermano pobre de la explotación?

La fertilización comienza de nuevo, centrada en sus objetivos: abonar de forma eficiente y pensando en los rendimientos medios de la zona.

El agricultor ya ha previsto su rotación, ha escogido las semillas, en algunos casos ya ha realizado labores previas… con elevado grado de seriedad y profesionalidad. Pero un año más cabe preguntarse por qué no hace lo mismo con el fertilizante. Resulta llamativo cómo en pleno siglo XXI no se prepara la fertilización con el mismo rigor que se ponen sobre la mesa otros insumos.

Se puede decir que las explotaciones han evolucionado mucho, mientras que el abonado se sigue planificando como antaño; es un capítulo que se ha quedado estancado.

El dilema del agricultor

El agricultor está ante el dilema de seguir un criterio técnico respecto a los insumos que aporta al cultivo o si sigue haciendo lo de siempre: esperar hasta el último momento y echar lo que le ofrezcan en el almacén. El profesional debe ser inquieto, leer la información del producto, despertar su espíritu crítico.

En caso de que desee dirigir una explotación moderna, eficiente, sostenible, deberá inclinarse por la primera de las actitudes y escoger aquel fertilizante que verdaderamente necesita: el más rentable para su explotación. En la toma de esa decisión deberá tener en cuenta diferentes aspectos, pero lo fundamental es disponer de un análisis de suelo, algo que hoy es muy recomendable y que pronto será obligatorio.

Analizar nuestro suelo

Si por la circunstancia que sea no dispone de ese análisis, tiene la posibilidad de dirigirse a una compañía o entidad de las que realizan ese tipo de estudio. O puede acudir a la página web de Itacyl y consultar su base de datos de suelos agrícolas, para hacerse una idea de cómo son las tierras en su zona (por supuesto, nadie le garantiza que sus parcelas sean como se describe en ese mapa).

Emplear los dos ojos

Hay que tener en cuenta que un análisis de suelo, por sí mismo, tiene un valor limitado: es importante dejar en manos de un técnico especializado el estudio de los restados ofrecidos. Por ejemplo, porque son de gran relevancia las interacciones que se dan en el suelo, que van a responder a lo que se ha abonado y cultivado en los últimos años.

Por eso siempre hemos señalado en esta sección que el agricultor tiene dos ojos y que debe emplear los dos: uno para mirar adelante, pensando en la producción que desea obtener, y otro mirando hacia atrás, prestando atención a lo que se ha hecho en las últimas campañas.

Recordemos que llevamos dos años con producciones por encima de la media. Si el año pasado abonamos para un rendimiento determinado pero lo superamos, este año deberíamos tenerlo en cuenta para no dejar la despensa del suelo vacía.

¿Y la colza?

Las lluvias de esta semana han podido ser favorables para el cultivo de la colza, que ya había superado las 40.000 hectáreas y que este año puede ir a más. Solo hay que pensar en el buen sabor de boca que ha dejado en la última campaña, tanto por sus rendimientos por hectárea como por su rentabilidad.

Y hay que recordar otras virtudes, como su efecto positivo para los suelos (algunos estudios apuntan a un 10% más de producción en el cereal cuando se siembra sobre colza) y para el combate contra las malas hierbas.

Abonado de implantación

Con todo, es necesario recordar a aquel que piensa sembrarla que no puede pasar por alto el capítulo de la fertilización. La colza no deja de ser un cultivo que se siembra a mediados de septiembre y que no puede estar sin alimento hasta febrero. Incluso está en juego el objetivo de que llegue a los fríos con un grado de desarrollo suficiente. La colza necesita agua para germinar, es cierto, pero también requiere un abonado de implantación.

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