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jueves, marzo 28, 2024
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Un abonado eficiente de los cereales

Algunas recomendaciones para cumplir los objetivos de una fertilización racional, teniendo en cuenta la rentabilidad del cultivo, la fertilidad del suelo y el respeto al entorno

Mariano Pérez, Responsable de Productos de Mirat

En estas fechas en las que se aproxima la siembra del cereal de invierno, no está de más recordar al agricultor algunos aspectos que tiene que tener en cuenta a la hora de planificar su fertilización, teniendo muy en cuenta las dudas que se nos han presentado ante el retraso de las lluvias, tan necesarias para iniciar las labores de preparación del terreno.

Es casi imposible dar una recomendación de abonado sin un análisis de suelo, dada la variabilidad de nuestras tierras. Para poder dar una recomendación general tenemos que tener en cuenta lo que llamamos el abonado de restitución, es decir, aportar al suelo los nutrientes que va a extraer el cultivo, más unos incrementos por bloqueos, lixiviación, o erosión. Por su puesto depende del cultivo, de la producción esperada y sobre todo del cultivo precedente, sobre todo del manejo que hemos hecho del rastrojo.

En un año como este, con abundantes restos del cultivo anterior, para acelerar la descomposición de la materia orgánica, contando con que los microorganismos del suelo van a necesitar nitrógeno para trasformar la materia orgánica, tenemos que incrementar el abonado nitrogenado en las formas amoniacal o ureica. Así disminuiremos la competencia que va a tener el cultivo con los microorganismos del suelo. Aunque ese bloqueo es temporal, porque el nitrógeno luego vuelve a estar disponible para las plantas cuando se descompone la materia orgánica.

Siempre damos por sentado que estamos hablando de nitrógeno, fósforo y potasio, pero hay otra serie de nutrientes que las plantas necesitan, como son los microelementos. Aunque las plantas los toman en pequeñas cantidades, y antes se aportaban con las estercoladuras, al disminuir estas se están detectando carencias. También se están detectando carencias de magnesio.

Pero la carencia más importante es la de azufre: considerado el cuarto elemento en importancia, su carencia se empezó a ver en los últimos 15 años motivada por la disminución de las emisiones de gases azufrados a la atmósfera, que volvían al suelo en forma de lluvia ácida, y por la utilización de fertilizantes sin azufre. Hay que destacar que el azufre no solo es el elemento más importante para la nutrición de las plantas después del nitrógeno, fósforo y potasio, sino que además tiene una estrecha relación de sinergismo con el nitrógeno: se produce una asimilación conjunta de nitrógeno y azufre, es decir, el azufre mejora la absorción del nitrógeno por las plantas. Además, los síntomas de carencias son muy parecidos en ambos elementos. La forma de distinguirlos en los primeros estadios es que el amarilleamiento por nitrógeno se manifiesta en las hojas más viejas y el de azufre, en las hojas más jóvenes.

Debemos tener muy en cuenta la solubilidad del fósforo, ya que el agronómicamente útil, el que pueden asimilar las plantas, es únicamente el soluble en agua y citrato amónico. Y si siempre es importante exigir que la mayor parte del fósforo sea soluble en agua, en un año como este es fundamental tenerlo en cuenta.

En cuanto al momento de aplicación, para el fósforo y potasio, debido a que sus contenidos en el suelo evolucionan muy lentamente, es preferible aplicarlos en fondo y lo antes posible. La duda se nos plantea con el nitrógeno; podemos dividir la dosis entre una aplicación en fondo y una o dos en cobertera, y así evitar las pérdidas por lixiviación del nitrógeno nítrico, o podemos utilizar fertilizantes de liberación lenta, que podamos aplicar ahora: podemos suministrar en fondo todos los nutrientes que va a necesitar el cultivo con la seguridad de tenerlo bien abonado, no sea que cuando llueva nos pase como el año pasado y no podamos entrar.

Pero eso sí, fijándonos en que no tengan nitrógeno nítrico, y que todo el nitrógeno que contenga lo podamos estabilizar en el suelo como nitrógeno amoniacal, que es la única forma estable en el suelo. En estos fertilizantes el nitrógeno está estabilizado y se controla su liberación, pudiéndolos utilizar tanto para cultivos de secano como de regadío, pues el nitrógeno no se nos va a perder. Estos productos también se pueden aplicar después de haber sembrado el cultivo.

Para realizar un abonado racional y con un mínimo coste es necesario:

Tomar muestras de suelo y enviarlas a un laboratorio contrastado.
Interpretar correctamente los resultados.
-Utilizar el fertilizante adecuado, según las necesidades y en formas aprovechable para las plantas; son los más rentables.
-Verificar que la abonadora se encuentra en correcto estado y regularla correctamente para el fertilizante elegido.
-Utilizar fertilizantes que estén contrastados y que garanticen una distribución uniforme.
-Conocer las cantidades de elementos fertilizantes que contienen las enmiendas (si se utilizan).
– Conocer el precedente cultural y el manejo que se ha hecho del rastrojo.

Con estas recomendaciones se cumple con los objetivos de una fertilización racional, teniendo en cuenta la rentabilidad del cultivo y la fertilidad del suelo.

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