José Antonio Blanco, gerente Semillas Blanco SL, nos habla en el nº 26 de CAMPO de este cultivo.
La colza vuelve a dar la cara un año más; todo apunta a que, a pesar de ser un año agrícola muy irregular, por desgracia predominan las zonas con cosecha muy mala, consecuencia de que hemos tenido una primavera muy seca.
La colza destaca por encima del cereal, esperando producciones muy similares a la cebada, sobre todo en las zonas de peor cosecha, demostrando que teniendo una buena implantación de otoño es un cultivo muy rústico que da la cara hasta en las peores circunstancias.
Es una pena que la mayor parte de la producción sea para la exportación, pues el biodiésel ha fracasado y las industrias españolas ya no transforman, teniendo que exportar un aceite de los más saludables para incluir en nuestra dieta.
Desde que en 1981 se produjo un envenenamiento masivo por consumo de lotes destinados a la industria, y desviados intencionadamente al consumo humano, no se ha vuelto a utilizar para la alimentación humana en España.
El aceite procedente de este cultivo posee muy baja proporción en ácidos grasos saturados (no alcanza el 7%) y, por el contrario, contiene alrededor de 65% de ácidos grasos monoinsaturados y el 26%, o poco más, de ácidos poliinsaturados.
Además, a diferencia de otros aceites, el de colza posee alrededor de 50 miligramos de vitamina E, con función antioxidante, con lo que supera en la proporción de este nutriente esencial al aceite de oliva. Como puede verse, a pesar de su mala fama desde aquel evento extraordinario, el aceite de colza tiene grandes propiedades y puede ayudar a prevenir enfermedades cardiovasculares.
Sería bueno que se intentase reintroducir para el consumo humano en el mercado español, pues vendría bien para la salud de las personas y del propio cultivo.
