Bien en las rotaciones
La colza es un cultivo interesante para ampliar las rotaciones en Castilla y León. Va bien después de un cereal y por supuesto después de una leguminosa. Eso sí, siempre hay que estar atento (como en todos los cultivos) a los posibles residuos de herbicidas del cultivo anterior, que podrían perjudicar a la colza.
Desde la experiencia del técnico de Finca Viñalta, “la colza puede entrar en las rotaciones de las zonas con calidades de suelo medio o bueno (las mismas zonas que son adecuadas para el girasol lo son para la colza) y ofrecer unas rentabilidades similares al cereal, siempre dependiendo de los precios de mercado”.
Así, con los precios del cereal y de la colza de las últimas campañas, “se puede afirmar que la colza puede merecer la pena si su producción en una zona determinada supera el 55-60% de las producciones del cereal en la misma finca. Por supuesto, valorando también las muchas ventajas de su introducción en la rotación”. Para él, “los precios que imponga el mercado en un futuro serán determinantes para la expansión generalizada de la colza en la comunidad”.
Agronómicamente, la colza no tiene problemas para ser un buen cultivo alternativo, tanto para los secanos de calidad media y alta como para los regadíos. Como señala Hernando, los resultados de la ‘demos’ de ciclos de primavera en regadío realizados en Finca Viñalta “nos han sorprendido muy gratamente; creemos que puede ser una alternativa interesante en regadío para determinadas zonas de nuestra comunidad”.
La tendencia al alza de la colza en Castilla y León se mantendrá en caso de que los agricultores apliquen las recomendaciones efectuadas por los diferentes equipos técnicos. Ignacio Bañuls, responsable de ventas de Dekalb para España y Portugal, advierte de que ante la siembra de colza es esencial preparar un adecuado lecho de siembra. Para ello, “una práctica correcta es eliminar la paja una vez cosechado el cultivo anterior, bien mediante su empacado, bien con un chísel o una grada de discos, ya que la paja puede hacer que la semilla no llegue al suelo”.
Si esa paja se empaca, el resto del cultivo se puede integrar en la tierra por medio de una labor ligera. Por ejemplo, por medio de una ‘falsa siembra’ que haga germinar tanto los restos del cultivo anterior como de las malas hierbas presentes. Las plantas que nazcan en ese proceso se pueden eliminar por medio de un herbicida total o mediante una labor mecánica.
La semilla de la colza se situará a una profundidad de centímetro y medio o dos centímetros, en un suelo que debe ser lo más homogéneo posible. Eso se debe conseguir con un pase de rodillo, lo que Bañuls recomienda encarecidamente hacer con anterioridad a la siembra. Después de esta, se podría pasar el rodillo en caso de necesidad, “pero solo con un suelo completamente seco”.
Esto supondrá una nacencia y desarrollo correctos, además de un adecuado
desarrollo radicular.
El responsable de Dekalb considera un dato clave la fecha de siembra, que se decide “fruto de una mezcla del calendario de trabajo y la preparación de suelo, la meteorología, las temperaturas registradas antes del invierno, la necesidad de que la planta se desarrolle ante la amenaza de insectos y las prácticas agrícolas locales”. Para él no existe una fecha exacta de siembra, sino que la ideal es “aquella que permita una implantación rápida y homogénea, así como un crecimiento dinámico, que permita a la planta alcanzar el estado de cuatro o seis hojas y limitar el daño por insectos”.
La fase más importante es la de la implantación, ya que ajusta el plazo de iniciación foliar y asegura un buen enraizamiento para todo el ciclo. También asegura un desarrollo suficiente para resistir las heladas. Para Dekalb el diámetro de la raíz pivotante antes de hibernación debe ser de ocho milímetros, y su longitud debe ser de quince. El número ideal de plantas a la salida del invierno es 25 a 50 plantas por metro cuadrado, en función del tipo de suelo.
Densidad de siembra
Un aspecto fundamental para el desarrollo del cultivo es la densidad de siembra. Una densidad demasiado baja (menos de 500.000 semillas por hectárea) solo se recomienda en explotaciones de regadío o si se desea sembrar la colza en línea.
La densidad óptima va entre 500.000 y 650.000 semillas por hectárea, que permitirán obtener entre 250.000 y 500.000 plantas por hectárea.
Una densidad de siembra demasiado alta entraña el riesgo de elongación otoñal y el de caída de la planta, con una ramificación deficitaria. Solo se recomienda una densidad así de alta en casos muy excepcionales, y nunca por encima de las 750.000 semillas por hectárea. “Por encima de esa cantidad de semilla las plantas competirán entre sí tratando de ganar altura, cuando el objetivo es que engorde la vaina y que las plantas no crezcan demasiado, para evitar su caída”.