Desde que se iniciara la crisis generada por el coronavirus, las cooperativas agroalimentarias de Castilla y León “han adoptado todas las medidas sanitarias y de prudencia, para continuar desarrollando sus actividades en beneficio de los socios y trabajadores, en beneficio de los consumidores y en beneficio de su entorno en el medio rural”, señala Urcacyl a través de un comunicado.
En pro de sus socios agricultores y ganaderos, las cooperativas prosiguen con el suministro de los piensos, forrajes y zoosanitarios para las granjas, y de semillas, fertilizantes, carburantes, fitosanitarios y repuestos para las explotaciones. Sus técnicos de campo y veterinarios continúan prestando el asesoramiento que precisan, normalmente vía on line, pero también, cuando las circunstancias lo requieren de forma presencial. Igualmente se está garantizando a los ganaderos, mediante sus transportistas, y a pesar de las dificultades existentes, la recogida de leche, de lechazos, de terneros y de cerdos. Y no solamente se garantiza esa recogida, sino también el cobro por la entrega de sus productos.
Estos servicios que prestan las cooperativas a sus socios, los están empezando a echar en falta aquellos agricultores y ganaderos “que desde siempre renegaban del cooperativismo, y que presumían de bastarse individualmente”. Ahora, cuando ven cómo los intermediarios con los que venían trabajando ya no aparecen por sus explotaciones, y les dejan de comercializar sus productos, miran con envidia a los cooperativistas y “suplican” a sus directivos que se hagan cargo de sus géneros. Las cooperativas continúan ahí, siguen al frente y permanecen dando servicios en su territorio, transmitiendo a sus socios la seguridad, tranquilidad y apoyo que necesitan, señala el comunicado.
A lo largo de estas semanas las cooperativas han decidido que parte de sus trabajadores de oficinas y de administración, realicen sus funciones mediante teletrabajo, y en las fábricas han reestructurado los turnos, para garantizar la debida separación entre los operarios, aumentando en bastantes casos los horarios de fabricación, para poder mantener e incluso incrementar su actividad. Se siguen garantizando los sueldos, y hasta ahora ninguna de las cooperativas ha realizado ningún tipo de ERTE. Aquí también se ve el claro contenido social que tienen las empresas de carácter social.
En beneficio de los consumidores, las cooperativas que venden directamente alimentos procesados a la distribución o en sus propios supermercados, tales como productos lácteos, quesos carnes, legumbres, azúcar, frutas y hortalizas, miel, piñones y vinos. Han duplicado sus esfuerzos a nivel logístico y laboral para abastecer los lineales y procurar atender las mayores demandas que reciben de las tiendas. Todo ello, como siempre se hace, con productos de calidad, de proximidad y con seguridad y calidad alimentaria.
También en estos momentos de crisis se benefician de las cooperativas el conjunto de la población que permanece en el medio rural, ya que a través de éstas empresas se abastecen de productos de primera necesidad en sus tiendas, o de carburantes en sus estaciones de servicio, y que además ven como en estos días se organizan con sus agricultores para realizar tareas de desinfección en los municipios o tareas asistenciales con sus ancianos.
Junto a estos beneficios incuestionables, también tenemos algunos problemas, fundamentalmente en aquellos sectores muy dependientes de la restauración como sucede con el sector de los vinos y especialmente con los de los lechazos, los cochinillos y los chuleteros de añojos y terneras.
“Desde Urcacyl solicitamos a las administraciones, campañas de promoción para su consumo y ayudas a estos sectores que pueden ver peligrar su viabilidad económica, y hacemos un llamamiento a la población para que compre y lleve a sus hogares estos productos, ligados tradicionalmente a la hostelería pero muy fáciles de cocinar y más ahora que se dispone de más tiempo”, finaliza el comunicado.
