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sábado, abril 20, 2024
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La mejora genética del girasol, innovación de variedades frente al cambio climático

El objetivo de la investigación es conseguir nuevas variedades con el mayor porcentaje de aceite en cada semilla

Las obtenidas se caracterizan por contenido graso superior a la norma de la industria; que se fija en el 44%, con valores del 9% de humedad e impurezas del 2%

Marcos Martín. Jefe de Producto Híbrido en RAGT

Hace casi medio siglo que en RAGT iniciamos nuestro programa de mejora genética en girasol. Es un programa de I+D independiente desde sus orígenes, que nos permite abordar los retos a los que nos enfrenta el cultivo del girasol de una manera única e innovadora.

Cuando hablamos de girasol, lo hacemos de un cultivo ‘industrial’, un cultivo pensado por y para la industria que ha de extraer de cada grano de girasol el mayor contenido en aceite, y así poder valorizar al máximo la cosecha obtenida por el agricultor.  He aquí el objetivo principal de la investigación y mejora, conseguir nuevas variedades con el mayor porcentaje de aceite en cada semilla.

Hoy por hoy, las nuevas variedades que presentamos en los diferentes mercados se caracterizan por contenidos grasos superiores a la norma que la industria ha tipificado, y que se fija en el 44%, con valores estandarizados de 9% de humedad y unas impurezas prefijadas en el 2%. Valores superiores a la mayoría de los testigos locales, y que en algunos casos llegan al 50%, marcando máximos absolutos en determinadas zonas de cultivos, bajo condiciones normales  de cultivo.

Para conseguir estos elevados valores en el porcentaje de contenido en aceite, hemos de elegir una variedad cuya genética albergue en su interior esa capacidad, dado que el contenido en aceite es un rasgo genético, pero que se ve influenciado por las condiciones de cultivo.

En una misma zona de cultivo y para la misma variedad el contenido en aceite puede variar hasta en un 5% dependiendo de los siguientes factores:

– Correcta fertilización, atendiendo principalmente al exceso de nitrógeno y posibles carencias de boro.
– Estrés hídrico. El agua siempre es un factor limitante en la producción.
– Sanidad de la planta en pre y postfloración. Un correcto balance frente a las principales enfermedades y plagas de la zona es vital para poder obtener el máximo rendimiento graso.
– Un correcto enraizamiento, y un sistema radicular equilibrado garantiza el  suministro agua y nutrientes al resto de la planta.

Un girasol eficiente es aquel que en unas determinadas condiciones de cultivo es capaz de generar un bonus de grasa superior al 2% frente a otras variedades, bajo las mismas condiciones de cultivo.

Adaptación al medio

El cambio climático es especialmente importante, dado que las principales zonas donde se cultiva el girasol hoy en día, son zonas borde, es decir zonas donde el cambio climático es, o puede ser más acentuado que en otras zonas del planeta.

Aunque son trabajos a largo plazo, coincidimos en que el citado cambio climático tiene influencia sobre el comportamiento varietal, por lo que hemos de trabajar con insistencia en la búsqueda de variedades ‘plásticas’, es decir, variedades con un comportamiento ‘estable’ en distintas situaciones de cultivo, derivadas de diversos agrosistemas o bien de la propia variabilidad generada por el cambio climático.

El girasol tendrá que adaptarse a diferentes medio ambientes manteniendo su expresión y su comportamiento productivo (minimizándose el factor localidad por año).

Las fuentes de resistencia genética propias de la especie frente a problemas como el jopo (Orobanche sp.),  asociadas a fuentes de resistencia química VTH (variedades tolerantes a herbicidas) nos abren nuevas posibilidades de mejora, encaminadas a facilitar el manejo del cultivo y disminuir la presión de la enfermedad o plaga en los lugares de mayor expresión o agresividad de la misma, permitiendo la continuidad del cultivo en estas zonas del planeta.

Por último, los trabajos encuadrados bajo el proyecto Discovery se marcan como objetivo la búsqueda de  soluciones sobre las fuentes de  resistencia genética frente a nuevas enfermedades en el futuro, anticipándose a las posibles ‘bioagresiones’ (plagas, parásitos, enfermedades…).

Pero siempre manteniendo los dos objetivos principales de la mejora vegetal: el progreso adquirido en la  producción y el contenido en aceite de las futuras variedades de girasol en el mundo.

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