El agricultor castellanoleonés de girasol está satisfecho por la buena campaña de pipa que se avecina. Pero también está deseoso de que las tormentas le den una tregua para terminar de sembrar; una labor que ya comenzó este año a finales de marzo en Tierra de Campos. Los trabajos están parados, aunque cooperativas y otras distribuidoras han repartido ya casi toda la semilla.
“Está muy bien lo que está lloviendo. Esto es un kilo de girasol. ¡Va a ser un año grande de girasol!”, anticipa José Antonio Blanco, de Sebla. Calcula, a pesar de todo, que en Castilla y León se sembrará algo menos que en 2019, entre un 5 y un 7% menos. El parón en las siembras solo puede suponer problemas para quien tuviera previsto poner alguna variedad de ciclo muy largo, poco utilizadas.
Carlos Blanco, de Koipesol, coincide en que las perspectivas para la pipa en Castilla y León son “muy buenas”. “La nascencia y la producción están garantizadas este año. “Hacen falta dos tormentas para refrescar en verano algún golpe de calor. Y a veremos si la campaña es buena o muy buena”, dice.
Las labores estaban adelantadas hace tiempo, así que no hay dificultad alguna para que todo vaya bien aún. “Estamos en fechas”, ratifica Blanco. Sí hay mucha demanda de alto oleico, a pesar de que todavía hay existencias del año precedente y se ha equilibrado más el precio respecto al del linoleico. Además, es posible que con la menor actividad industrial y hostelera por la pandemia actual también baje la demanda del alto oleico.
El técnico de Koipesol prevé que en la región rondará las 300.000 hectáreas la superficie de este cultivo. En León ya hay algo nacido, aunque una semana atrás apenas se había podido poner un 3% de lo previsto. “Un año normal se estaba empezando a sembrar ahora. Hay plazo más que suficiente; la fecha media es a últimos de abril y principios de mayo. Y con la tecnología y la maquinaria que hay ahora en quince días se puede hacer toda la campaña”, concluye Blanco.
