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viernes, marzo 29, 2024
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El avellano, un cultivo emergente con gran potencial en Castilla y León

El mayor consumo de avellana marca el camino a este leñoso, hasta ahora menos profesionalizado que otros. Agromillora propone su mejora transitando hacia un modelo de plantaciones más eficientes, con mayor mecanización y rentabilidad

En España el cultivo del avellano es minoritario si se compara con otras especies de frutos secos. Las zonas de cultivo son muy específicas y presentan una larga tradición que, desde el punto de vista de la tecnología del cultivo, incluidas variedades, ha experimentado un menor progreso con respecto a otras especies. Se cuenta con extensas áreas potencialmente aptas para su cultivo, así como de disponibilidad de agua. Una vía por tanto de mejora es la innovación para transitar hacia plantaciones más eficientes productivamente, con un mayor grado de mecanización y una mayor rentabilidad, que pasa por la intensificación de las plantaciones, la mejora del manejo, de la mecanización y de la calidad final del producto.

Se presenta un nuevo modelo para la producción del avellano en seto en alta densidad, del que se dispone de referencias a nivel experimental con diversas variedades. Será preciso en los próximos años contrastar a escala comercial el potencial productivo, la tecnología aplicable y el comportamiento agronómico con las principales variedades. Las producciones esperadas se han considerado superiores al sistema tradicional debido a la mayor eficiencia del sistema y de los inputs productivos, a lo que se pueden unir las nuevas variedades más productivas, aunque este hecho deberá confirmarse. La base del sistema, como en otras especies, lo constituye el aumento de la densidad de plantación.

Ello permite, además de una mecanización integral del cultivo, reducir el periodo improductivo y disponer de árboles con volumen de copa más reducido y controlado con respecto al sistema tradicional, con una mayor eficiencia en la intercepción de luz y en el uso de los inputs, en particular de los tratamientos fitosanitarios, agua, fertilizantes, mano de obra y más sostenible desde el punto de vista ambiental.

La opción productiva del avellano intensivo en seto supone una innovación interesante al tratarse de un fruto seco con una demanda creciente a escala global, superior a la producción. Importantes empresas transformadoras de numerosos países precisan de un suministro consistente, con calidad garantizada, mientras que otras de menor dimensión apuestan por el sello ‘local’. Se trata, en definitiva, de reinventar el cultivo del avellano con un sistema de producción alineado con el de otros cultivos, basado en los conceptos de eficiencia y sostenibilidad. Y por supuesto contando con las mejores variedades adaptadas a cada zona de producción.

En este contexto la producción ecológica, por la menor incidencia de plagas y enfermedades con respecto a otros frutos secos, puede aportar un valor añadido. El mantenimiento y la conservación de áreas rurales gracias a esta actividad productiva y la generación de puestos de trabajo añade a este cultivo centenario un valor paisajístico y económico destacable.

Tanto la producción mundial como el consumo presentan un incremento sostenido a lo largo de la última década. Las variedades producidas son específicas de cada país y adaptadas a sus condiciones edafoclimáticas y mercados.

Los sistemas de plantación muestran en todo el mundo una tendencia a la intensificación, con la generalización de árboles monotronco, con menor volumen de copa y una mecanización creciente de poda y recolección.

En España el avellano ocupa 13.000 hectáreas, con una producción anual de 9.500 toneladas, muy inferior al consumo nacional, y su cultivo se basa en plantaciones en vaso multitronco, con variedades tradicionales como negret o pauetet.

Se propone la formación de un seto con una densidad de plantación de 1.250 árboles por hectárea, un volumen de copa de en torno a los 14.000 metros cúbicos por hectárea, mecanizable casi en su totalidad, con unas producciones esperadas, contando con las variedades tradicionales o las nuevas, superiores al vaso tradicional. La intensificación de las plantaciones implica un menor volumen de copa con respecto al vaso tradicional, posibilita la reducción del periodo improductivo, la mecanización de las operaciones de cultivo y un uso más eficiente de los inputs.

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