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viernes, abril 19, 2024
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Decálogo del manejo de la alfalfa

El control de las malas hierbas es fundamental, tanto en la instalación del cultivo como en los años posteriores. El agricultor debe estar pendiente en primavera de las plagas, enfermedades y carencias. A la vez que se aplica insecticida hay que aportar microelementos como el boro
La alfalfa es un cultivo tradicional tanto en regadío como en secano. Es un cultivo rentable y debemos intentar obtener la máxima rentabilidad haciendo las operaciones siguientes:

A la hora de implantar el cultivo debemos hacer una buena preparación del terreno para que pueda germinar bien la semilla (sin hacer costras) y se facilite la penetración de las raíces.

Es importante elegir una buena semilla, puesto que es un cultivo para varios años. En secano se puede optar por ecotipo Tierra de Campos, y adaptable en secano y regadío son: victoria, Aragón, capitana y otras.
La siembra debe ser en primavera u otoño eligiendo un periodo de lluvias cercanas y sin heladas.

La dosis varía mucho según la textura de suelo. Lo más aconsejable es en secano entre quince y 30 kilos por hectárea, y en regadío de 25 a 45 kilos.

El abonado es fundamental tanto para la instalación del cultivo como en años de producción, especialmente en regadío. Utilizaremos un equilibrio 1-5-5 con azufre. Este abono aporta las unidades de fósforo, potasio y azufre adecuadas, al igual que un pequeño aporte de nitrógeno para alimentar las jóvenes plantas hasta que establezcan un sistema radicular en simbiosis con las bacterias afines a la alfalfa y que le van a ayudar a generar su propio nitrógeno más adelante. Este mismo abono es adecuado para años sucesivos, puesto que unas pocas unidades de nitrógeno sirven para activarse más pronto a la salida del invierno. La cantidad adecuada en regadío es 400-700 kilos por hectárea. En secano es importante hacer además una pequeña aportación.

Las malas hierbas son un aspecto crucial, tanto en la instalación del cultivo como en años sucesivos. Después de la siembra hay que estar muy atentos si hay muchas malas hierbas (avena loca, rebrotes de cereal, crucíferas, etc.) que comprometan la nascencia de la alfalfa, puesto que en este estado fenológico la alfalfa es muy vulnerable. Con los tratamientos herbicidas de invierno podemos limpiar muchas malas hierbas y así obtener una alfalfa de mayor pureza y calidad.

En primavera, debemos estar pendientes de las plagas, enfermedades y carencias. Entre las plagas más corrientes en las parcelas figuran: cuca, apión, pulgón y gusano verde, que se solucionan con un tratamiento insecticida antes del primer corte y/o el segundo. La enfermedad más frecuente es el mal vinoso (Rhizoctonia), principalmente en suelos encharcadizos. A la vez que se hace el tratamiento de insecticida, debemos aportar microelementos para prevenir carencias, especialmente boro.

Prevenir las infestaciones de cuscuta, con semilla limpia y sin repetir alfalfa en más de cinco años. Los rodales de este parásito hay que tratarlos lo más pronto posible para que no se extiendan.

El momento óptimo de la siega coincide en el inicio de la floración, aunque es frecuente hacer cortes con la floración más desarrollada, debido a la climatología y planificación de la explotación. El hilerado debe hacerse con rocío para no perder la hoja y no incorporar tierra en el forraje. También hay que ser cuidadoso en el empaque o recogida con carros para deshidratación.

Cuando se cosecha la alfalfa para coger grana, hay que actuar rápidamente para hacer una limpia previa que separe malas hierbas y partes verdes que deprecian la semilla, y que suponen una pérdida cualitativa importante.

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