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“En el campo me hago el horario y no tengo ningún jefe detrás”

Florina Maxim vino solo a vendimiar desde su Rumanía natal, pero encontró en la Ribera del Duero y en la agricultura un medio de vida que le entusiasma. Cuenta con el expediente de primera instalación aprobado. Trabaja 5,5 hectáreas de viñedo y otras 45 más de cereal

Florina Maxim, agricultora en Villatuelda (Burgos)

Ha cambiado el mostrador de la tienda en la que trabajaba en su Rumanía natal por los espacios abiertos de Villatuelda, la pequeña localidad burgalesa del valle del Esgueva que a caballo entre Aranda de Duero y Roa vive del cereal, las vides y las ovejas. Florina Maxim (Zalau, 1987) llegó a vendimiar y encontró el amor cuando conoció a Álvaro González. Y también halló un medio de vida que le entusiasma. “Es muy diferente a estar en una tienda, en la que te pasas gran parte del tiempo sentada. Aquí no tienes horarios porque te organizas tú como mejor te conviene, y tampoco tienes al jefe todo el día detrás…”, explica con entusiasmo.

Nunca había conducido un tractor. Tampoco había sufrido en su cuerpo el cansancio que deja una jornada de duro trabajo en la viña, ni el dolor de espalda tras retirar piedras durante horas en las tierras. Pero en 2011 se puso manos a la obra con la determinación de quien tiene claro que eso es lo que quiere hacer. Se dio de alta como autónoma y ya cuenta con el expediente de primera instalación aprobado. Se preparó estudiando por Internet para el examen que hizo en Valladolid y todo salió “muy bien”. La tramitación ha sido complicada porque se necesita “mucho papeleo para acceder a las subvenciones”. Pero ahora ya está todo resulto. Al tajo.

Álvaro, por su trabajo en la bodega, apenas tenía tiempo para trabajar la tierra, así que le cedió las fincas a Florina. Es ella quien personalmente hace todas las labores para sacar adelante cada campaña 45 hectáreas de cereal y otras cinco y media de viñedo; algunas en propiedad y otras a renta. “Es muy fácil. A los cinco minutos de subirme al tractor ya le dije a mi marido que se lo cambiaba por el coche”, comenta entre risas. “Los del pueblo se quedaban de piedra al verme en él”, remacha.

La viticultura es la actividad preferida de Florina. Entre las cepas se le pasa el tiempo en un santiamén. Poda, hace tratamientos… Con su uva elaboran algunos de los prestigiosos vinos de Viña Tuelda. Arar le parece bastante más fácil que sembrar, que es una tarea más técnica y trascendente para la nascencia del cereal. Cuando toca sementera, su marido supervisa toda la operación y colabora en echar la semilla a la sembradora desde unos sacos que pesan más de la cuenta para ella.

Florina dispone de tractor, cultivador, cuba, remolque… y acaba de comprar un rodillo. Para el próximo año tiene previsto plantar una hectárea más de viñedo. Y es que su futuro no lo concibe en otra actividad diferente a la agricultura, a pesar de que la rentabilidad de la explotación depende año a año de muchos condicionantes externos. “Sin las ayudas no merece la pena. Y si te pasa alguna cosa, en el cereal por ejemplo, con los seguros sales más o menos bien”, matiza.

Es consciente de que el trabajo en el campo debe atenerse a unos criterios y manejos profesionales eficientes para que la actividad resulte rentable. Que la actividad agrícola está plagada de dificultades, pero en la balanza de Florina pesan mucho más los pros. Por algo es el medio de vida que ha elegido. Y está entusiasmada con el trabajo que hace en el campo.

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