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jueves, marzo 28, 2024
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InicioPatata“La patata recogida a mano es la que vale más dinero”

“La patata recogida a mano es la que vale más dinero”

Todoterreno: La arrancadora de patatas de Horpiso, en Peñafiel, saca todo tipo de tubérculo de los suelos más difíciles y ya ha demostrado su fuerza en toda España, en América y en el norte de África
El agricultor que apuesta por la patata debe optimizar todos los recursos para ser competitivo, lo que implica escoger el método de arranque que respete más el tubérculo, y que por tanto permita ofrecer un producto de mayor calidad. Bajo esta premisa trabaja desde Peñafiel la compañía Horpiso, que fabrica una arrancadora de patata con extracción por cuchilla y discos laterales cortantes.
Esta máquina es robusta y versátil, ya que permite extraer no solo patata, sino también cebolla y zanahoria, y se emplea para sacar boniato en Sanlúcar de Barrameda, junto al estuario del Guadalquivir.
La máquina extrae patata, cebolla y zanahoria, y en Cádiz se usa para el boniato
Operario durante la fabricación de las piezas¿Cómo ha llegado hasta allí la máquina de Horpiso?. El responsable de la compañía, José María ‘Chema’ de la Horra, destaca que su producto está presente en todas las zonas patateras de España, lo que por supuesto incluye Andalucía, pero también regiones como Castilla-La Mancha o Galicia. Incluso lleva años peleando en los mercados exteriores y la máquina ya está presente en Chile, Cuba, Portugal o Marruecos, y a punto de poner un pie en Argelia.
Los diferentes países y continentes mantiene formas de trabajar dispares, sobre todo en lo que se refiere al marco de plantación, lo que no supone un problema para el taller de Horpiso, donde se fabrican diferentes modelos de la máquina, adaptados a las variadas distancias de siembra.
El taller fabrica modelos para los diferentes marcos de plantación

El modelo ofrece dos dimensiones diferentes, de cuatro líneas (con una anchura total de tres metros) y de dos, con la mitad de envergadura, lo que permite abarcar distintos tipos de explotación. Eso sí, cada vez se venden más unidades de cuatro líneas, a medida que el sector se va profesionalizando y el agricultor se va haciendo con fincas de mayor dimensión.

El año pasado Horpiso vendió 80 máquinas de dos líneas y 25 de cuatro. La máquina de dos líneas se puede mover con un tractor de 50 o 60 caballos, mientras que la de cuatro necesita un mínimo de 90 caballos, siempre que tenga doble tracción.

Horpiso vendió el año pasado 80 maquinas de dos líneas y 25 de cuatro

El secreto de este éxito de ventas está en el mencionado respeto a la patata, gracias a la parrilla vibratoria que incluye la arrancadora en su parte trasera, que evita que el tubérculo se golpee en la caída desde el final de la cadena hasta el suelo, donde es recogido de forma manual. “En las cosechadoras, al pasar por tantas cintas la patata se golpea y se acaba poniendo negra, de modo que pierde gran parte de su valor”, apunta Chema. La arrancadora está disponible con banda de goma o cadena de hierro, dos sistemas que se pueden intercambiar en cualquier momento.

Otra de las ventajas de la máquina reside en su solidez y resistencia, ya que está diseñada y fabricada pensando en los terrenos más pedregosos de Castilla y León. “En esos suelos difíciles trabaja muy bien, y va de maravilla en los que son más blandos”, señala. Eso sí, esa calidad puede perjudicar las ventas de la compañía, ya que la arrancadora “es tan dura y está tan bien construida que funciona durante muchísimos años, de modo que no vendemos al mismo cliente en mucho tiempo”.

Horpiso también fabrica cultivadores, vibrocultivadores, preparadores del terreno, gradillas y cultichísel, además de cultivadores entre líneas y diferentes aperos para la viña. Su presencia en el sector también le permite comercializar recogedoras de piedras Tasias, despedregadoras, equipos de líquido y polvo para las viñas, sembradoras de patatas Cramer… además de trabajar con las firmas Industrias Sanz, Howard o General.

Montaje de la máquina, que será llevada a pintarOtro de los puntos fuertes de Horpiso es el taller, que funciona durante todo el año y donde se repara todo tipo de maquinaria, incluso la adquirida a la competencia. Es otra rama de actividad que le permite dar un servicio de gran valor al cliente. “Cualquiera que venga con un problema sabe que tratamos de solucionarlo para que pueda continuar con su actividad”, asegura Chema, quien recuerda que otras empresas abandonaron el servicio de reparaciones en épocas de bonanza, “mientras nosotros nunca lo hemos dejado; siempre hemos estado del lado del agricultor”. Ese compromiso hace que el teléfono del empresario suene por una incidencia cualquier día del año, “o que me vengan a buscar a casa un domingo porque necesitan una pieza; saben que puedo abrir el taller y atenderles, aunque no tenga personal para reparar”.

El origen de Horpiso se remonta a San Martín de Rubiales en 1940

De hecho, “el servicio posventa es hoy fundamental para cualquier vehículo o apero. Nosotros estamos preparados para cubrir este servicio, tanto en nuestras máquinas como en las de otras marcas; contamos con un taller de mecanizado de piezas y soldadura para atender cualquier tipo de reparación”. De este modo, “el taller de reparación de maquinaria y de mecanizado de piezas completa un servicio integral de cara a cubrir todas las necesidades del profesional de la agricultura; desde la fabricación y la comercialización hasta el servicio posventa, con reparación de maquinaria y mecanizado de piezas”, recalca.

La historia de esta empresa familiar se inició en 1940 en San Martín de Rubiales, en la frontera entre Burgos Valladolid y en plena Ribera del Duero. Allí tenía una fragua Felipe de la Horra, abuelo de Chema, que fabricaba carros y hacía arreglos. A Felipe le sucedió su hijo Luis, que empezó a hacer ‘galeras’ y remolques, con un taller algo más grande en el que arreglaba cosechadoras, tractores y todo tipo de maquinaria. En 1977 la compañía se trasladó a Peñafiel, donde se fue especializando en arrancadoras, cultivadores… hasta la generación actual.
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