El precio de la patata sigue preocupando, y mucho, a los productores. El temido atasco en el arranque se ha producido, y eso que aún no ha terminado la campaña en Albacete. A finales de esta semana los precios ya eran la mitad que cuando comenzó la campaña. Se estaba pagando la patata de lavado a 28-30 céntimos (ambra, soprano y en algunos casos monalisa), mientras que las agrias se pagaban a 25-26 céntimos y las ágatas un poco por debajo, a 24-25 céntimos.
Eduardo Arroyo, presidente de la asociación de productores Appacyl, lamenta que la variedad que está haciendo daño es la colomba, ya no tan apreciada por el mercado y que se está ofreciendo a la baja. Se paga en torno a los 23 céntimos, según Arroyo, pero hay quien dice que incluso por debajo de 22.
Para Arroyo, “la preocupación durante el mes de agosto es que el precio medio se mantenga entre los 20 y los 25 céntimos”. En se sentido quien puede actuar es el agricultor, “que debería dejar de arrancar ya. Dejar de quemar el cultivo y permitirle que acabe el ciclo”.
En definitiva, hay que esperar porque las prisas solo pueden hacer caer más los precios. A medio plazo, hay que esperar a que acabe Albacete, “cuando será Castilla y León quien tenga la iniciativa”. Y cuando pase el embudo de la colomba será el momento de adquirir otras variedades, incluidas variedades rojas, de las que se ha plantado mucho.
Appacyl ha iniciado su labor divulgativa sobre precios y el asociado “está satisfecho porque necesita saber cómo van la campaña en Castilla-La Mancha o el cultivo en Europa”. Según el mensaje que ha enviado a sus socios, la previsión a medio plazo está marcada por la escasez de patata para arranques medios. “Tampoco mucha soprano, monalisa y lucinda”, señala el documento, y las perspectivas son buenas para la patata tardía porque no hay mucho tubérculo a partir de septiembre.
Marco Martín, presidente de Asopocyl, también apunta a la colomba como el visitante molesto que nadie sabe cómo quitarse de encima. Su precio baja de un día para otro y cuando pase el atasco “el mercado se estabilizará o subirá ligeramente, porque hay 2.500 hectáreas menos de patata en Castilla y León, con rendimientos más bajos”.
En todo caso, el problema es el solapamiento, “como nos está pasando con Albacete”, y el querer arrancar todos a la vez, que también está sucediendo. “No conozco ningún mercado que se capaz de absorber la producción de 18.000 hectáreas, y nos quejamos de que el precio baja”, lamenta el representante de Asopocyl. “Además se produce esta situación cuando menos se vende, en verano”, recalca.
Todo ello en un año en que los grandes productores europeos (Reino Unido, Francia, Alemania, Holanda y Bélgica) han plantado un 3,2% más, pero con unos rendimientos que se verán afectados por la sequía. “Después del verano puede haber incluso escasez de algunas variedades, pero es pronto para saberlo”, aventura Martín.
Entre los embolsadores, coincide Carlos Gómez, de Patatas Hijolusa, en que la bajada de los precios obedece a algo momentáneo, mientras dure la abundancia de la colomba.
Hijolusa ya se ha centrado en recoger la patata contratada en Castilla y León, en zonas productoras como las de Tordesillas, Toro, Olmedo, Segovia… En este momento recoge y embolsa variedades para lavado como colomba, ambra y soprano.
Pese a la tranquilidad de trabajar solo con tubérculo contratado con anticipación, su diagnóstico es el mismo: “Por desgracia las siembras no se escalonan y en cuanto hay tempero se ve que los agricultores se lanzan a sembrar”. Una falta de orden que tampoco se ha dado a la hora de arrancar. A la vista está.
