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viernes, marzo 29, 2024
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El laborioso trabajo que hay detrás de una nueva variedad de cereal

El primer paso para desarrollar una nueva variedad es la selección de los parentales de los cuales se quieren obtener los cruces. Se seleccionan a partir de las características que presentan y que son deseables para su descendencia. Del primer cruce de parentales obtenemos numerosos individuos, todos casi iguales pero con pequeñas diferencias que deben de servir para su selección o rechazo. De cada cruce se seleccionarán un porcentaje muy pequeño de plantas que se ensayarán el siguiente año.

Una vez que seleccionada una planta con las virtudes deseadas se irá sembrando la cosecha a partir de ella año tras año. Y eliminando las plantas que muestren características no deseadas, hasta que todas las plantas sean totalmente iguales.

Así, realizando este trabajo durante numerosos años, se obtiene una variedad codificada que se podrá enviar a los ensayos oficiales para ser registrada, siempre y cuando esta variedad supere a los testigos ya establecidos. Después de este proceso de registro, y si la variedad es considerada apta, se le puede asignar nombre comercial y sacarla al mercado. Durante estos años de registro es importante que las casas comerciales realicen numerosos ensayos en las áreas dónde preveamos pueda adaptarse esa variedad.


Adaptación, desarrollo y comportamiento a enfermedades, principales factores observados


El extenso trabajo de los obtentores tiene otros respaldos. Por ejemplo, Agropal no es una empresa obtentora de nueva genética, pero su trabajo consiste en probar y evaluar variedades de cereal y leguminosas de las distintas marcas en diferentes campos de ensayo para comprobar el potencial productivo, así como otros aspectos de rusticidad, nacimiento, resistencia a enfermedades, fecha de espigado y fecha de maduración.

“Con todos los datos obtenidos en las zonas geográficas en las que está presente Agropal, el grupo de técnicos selecciona las variedades que mejor se adaptan a cada zona”, indica Carlos Colmenares, director del centro de alto rendimiento de selección de semilla que la cooperativa tiene en la localidad palentina de Magaz.

El jefe de Producto de Cereales de Syngenta, Juan Fernández, explica que toda la estructura de investigación y desarrollo de esta casa de semillas es de ámbito europeo, con centros divididos por zonas agroclimáticas. Tienen sedes en Italia y Francia. “La genética del centro y sur de Francia es asimilable al norte y centro de España”, justifica Fernández. Desde cada país comunican a la investigación de Syngenta cuáles son sus necesidades para la nueva variedad.


El multiplicador, clave en la producción de una semilla


En trigo duro, para el campo de Castilla y León, le dan relevancia a que sea tolerante a la sequía y al estrés al calor a final de ciclo, así como a las enfermedades más comunes. El trigo de invierno requiere, a su juicio, tolerancia al frío y que sea capaz de llenar el grano a pesar de atravesar dificultades por temperatura y falta extrema de agua.

Syngenta ha crecido con la compra de campos genéticos importantes y complementarios a los que ya tenía para progresar en las variedades que desarrolla. Las nuevas son ensayadas en sus zonas de origen, y deben demostrar que mejoran lo que ya hay para salir al mercado. Muchas de las que sacan se las licencian otras compañías, según revela Fernández.

“La dificultad del trabajo del obtentor es elegir al final las mejores variedades. Para esto, primero debe definir cruces y crear nuevas variaciones genéticas. Luego selecciona, prueba y multiplica las plantas. En la selección, numerosos factores son observados.

Una vez lograda la variedad buscada resulta vital no bajar la guardia en el proceso de multiplicación.

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