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viernes, abril 19, 2024
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“La remolacha ha sido siempre la que ha llenado las carteras”

 Entrevista a José Pita, gerente de Pita SL

José Pita, al igual que sus hermanos, se contagió de la pasión que sentía su padre por la agricultura y por transformarla en una actividad comercial más amplia que sembrar y recoger

Rubí de Bracamonte (Valladolid) es la localidad de referencia en maquinaria y servicios para los remolacheros castellanoleoneses y del resto de regiones españolas. Aquí tiene su sede Pita SL, una empresa familiar -con varios hermanos al frente- que se ha labrado su prestigio gracias al trabajo serio e intenso realizado durante décadas. José Pita es gerente de este reconocido proyecto, que partió de las tareas en la tierra.

“Siempre ha sido esa la conciencia: ser agricultor antes que nada. Yo recibí la vocación de mi padre, así que empecé a cargar mis primeras remolachas cuando tenía 12 años y cambié los libros por la garia que me regaló [especie de horca]”. Como empresa de servicios “hacíamos la siembra y la aplicación de herbicidas. A partir de ahí prácticamente nuestra vida fue toda enfocada hacia la remolacha”, rememora Pita. Es un empresario a quien en todo momento se le percibe que sus conocimientos son debidos en gran parte a la experiencia propia. Se expresa de manera afable y con claridad en su despacho, donde las estanterías están ocupadas por numerosos catálogos y otros libros sobre maquinaria.

“Recuerdo que la campaña empezaba en octubre, cuando se sacaba el cultivo. Había años que se terminaba en febrero y otros en marzo, que era lo normal. Lo habitual entonces era contratar una cuadrilla para ir arrancando y pelando, con un remolque detrás para cargarlo y llevarlo al centro de recepción. Cada pueblo tenía su centro de recepción. Se cargaba en los vagones del tren”, dice. “La remolacha ha sido siempre la que ha llenado las carteras. Aquí, en el pueblo, se sembraba bastante. En cada localidad había 60 o 70 cultivadores en el año 1965, que sembraban desde una hectárea hasta seis… diez y quince el que más. El cultivo tuvo su auge a principios de los años setenta”, destaca Pita. “Yo creo que todo se pagaba entonces con la remolacha”, insiste.

El crecimiento de las explotaciones ha estado en torno a la remolacha. Ya no solo agricultores, sino también otra gente sembraba entonces algunas hectáreas. “Lo hacían porque se lo aconsejaban y veían que dejaba dinero o por lo que fuera. Había un montón de cultivadores de remolacha; más en las agriculturas medias que en las fuertes, que no arriesgaban tanto”, explica.

Innovación desde Alemania

A partir de la mecanización inicial llegaron a Castilla y León las buenas máquinas extranjeras. “Mi padre siempre que veía algo para comprar, una máquina con la que poder trabajar él y a otros remolacheros, siempre la adquiría. De ahí nos viene esa manera de funcionar. Cuando alguien tenía problemas para hacer sus labores allí íbamos nosotros con nuestros aperos o tractorcillos”, desvela. De esta manera la empresa fue asentándose y creciendo cada año más.

Conscientes de que debían progresar para ser competitivos fueron a Alemania a ver la maquinaria de Holmer y Ropa, que conocían por catálogo. Invirtieron aproximadamente un millón y medio de pesetas en viajes y otros compromisos para hallar una máquina, que costó sobre 48 millones. En este momento Pita SL buscó las líneas de financiación y solicitó las subvenciones que le permitieron dar un salto de calidad. Además de disponer de excelente maquinaria para dar servicios a terceros en todo el campo nacional también querían hacerse con la distribución exclusiva para España de las marcas punteras. La primera vino en mayo del año 1993 a Andalucía y tuvo que regresar averiada a Alemania tras volcar en un arroyo. La siguiente llegó en septiembre, con la que arrancaron la raíz de 1.124 hectáreas esa campaña en Castilla y León. Poco tiempo después sacaban ya entre 4.000 y 5.000 hectáreas de remolacha por campaña en el campo español.

La empresa de Rubí de Bracamonte ha vendido 80 arrancadoras en toda España. Es un largo proceso en el José Pita, que comenzó muy pronto como agricultor, se ha formado a sí mismo como el gran experto en maquinaria y cultivos que ahora es.

A pesar de la incertidumbre actual, el gerente argumenta que “algunos días veo el futuro de la remolacha claro y otros menos claro. En nuestras explotaciones está oscuro: los costos en agua son muy elevados. Quien es capaz de sacar 120 o 130 toneladas aún puede obtener algo de dinero, pero está difícil… está difícil”, reflexiona. “La remolacha irá hacia zonas en las que el agua cuesta menos. Mucho no va a crecer, pero más o menos nos mantenemos. Se está apretando mucho al sector: a la maquila, a la empresa de servicios”, apuntilla. De todas formas el balance el bueno: “La remolacha para nosotros, para nuestra empresa, lo ha sido todo”, reconoce con orgullo. Actualmente Pita a diversificado su oferta de marcas y maquinaria para labores como la preparación de suelos y las siembras.

 

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