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viernes, marzo 29, 2024
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La remolacha vive en un escenario mundial favorable

La remolacha es un cultivo de futuro, como se ha encargado de confirmar la nueva Política Agrícola Común (PAC), que entrará en vigor el 1 de enero de 2023. Para Salomé Santos, responsable de Agricultura de Azucarera, la actividad agraria seguirá así avanzando hacia una mayor sostenibilidad agroambiental, hacia la protección del tejido económico en zonas rurales y hacia una mayor modernización con la incorporación de nuevas herramientas digitales de agricultura de precisión. “En estos tres aspectos, la remolacha encaja como un guante”, recalca.

La remolacha es un cultivo agroambientalmente necesario porque permite la rotación con otros cultivos de regadío para enriquecer el suelo. En comparación con otros cultivos, las prácticas agronómicas están ya muy profesionalizadas para un uso eficiente y ajustado de fertilizantes, agua y fitosanitarios.

En segundo lugar, la remolacha es un cultivo agroindustrial, lo que significa que genera una gran riqueza y puestos de trabajo en el ámbito rural. “Por cada empleado en una fábrica de Azucarera se generan diez puestos de trabajo indirectos entre transportistas, maquileros, distribuidores de semillas, de fitosanitarios, etc.”, recalca la responsable de Azucarera.

Por último, “estamos ya muy avanzados en el uso de herramientas de agricultura de precisión en el cultivo de la remolacha”. De este modo, “Agroteo ofrece desde hace un año a sus agricultores acceder a información satelital de su parcela, como una herramienta adicional para afinar la gestión agronómica del cultivo”.

Todo ello permite pensar que se ha superado ya la crisis provocada por la desaparición de las cuotas y la liberalización del mercado, “con lo que estamos muy bien situados en el nuevo contexto de mercado y con la regulación de la PAC que se acaba de aprobar”.

La propuesta económica de Azucarera al agricultor

Azucarera sigue apostando cada año con más fuerza por una estrategia basada en realizar propuestas económicas personalizadas a sus agricultores remolacheros, basadas en asegurarles una rentabilidad por hectárea y en servicios de calidad.

Para Salomé Santos, “lo que los agricultores nos demandan es, primero, una rentabilidad mínima por hectárea que les dé seguridad, y segundo, una gestión cómoda del cultivo con insumos y servicios de calidad y a costes competitivos. Estos dos objetivos solo los podemos conseguir estrechando la relación con el agricultor a través de nuestros modelos de cultivo compartido”.

“Cuando el agricultor contrata con Azucarera sabe que está entrando a formar parte de la red de servicios que Azucarera ofrece a través de sus marcas Agroteo y Aimcra, y sabe que va a poder elegir entre varios modelos de contrato en función de sus necesidades”, recalca.

De este modo, “el agricultor decide con nuestros técnicos de campo qué labores y qué costes del cultivo quiere asumir él y qué labores y costes del cultivo quiere que asumamos nosotros. A partir de ahí, valoramos el rendimiento alcanzable en su explotación y pactamos cómo nos vamos a repartir los ingresos una vez cubiertos los costes de común acuerdo”.

Si el agricultor quiere hacerlo todo por su cuenta, Azucarera puede garantizarle un ingreso mínimo por hectárea, independiente de su producción, para darle seguridad. Si el agricultor prefiere ceder a Azucarera la mayoría de la gestión del cultivo, la compañía lo hará también a través de su red de empresas de servicio. “El agricultor escoge el modelo que mejor se ajusta a sus intereses, siempre con el objetivo de cubrir sus dos necesidades básicas: rentabilidad y comodidad”, resume la responsable agronómica de Azucarera.

Además, en todo caso, el remolachero de Azucarera siempre va a poder disfrutar de la calidad del servicio agronómico que presta la compañía a través de su equipo de técnicos de campo, “que es el mejor activo que tenemos”.

Recomendaciones al agricultor

La principal recomendación que ofrece Azucarera al agricultor remolachero para mantener e incrementar la rentabilidad del cultivo es trabajar juntos. La compañía ofrece a sus agricultores la posibilidad de introducir las mejoras que cada año se van generando gracias a la investigación realizada a través de Aimcra en la genética de las variedades, en fertilización, tratamientos y gestión eficiente del agua.

Además, “ofrecemos a nuestros remolacheros el asesoramiento de nuestros técnicos de campo, que van analizando de forma continua la evolución del cultivo junto con el agricultor para ajustar y actualizar las recomendaciones al momento en el que se encuentra el cultivo con el objetivo de maximizar la producción”.

Finalmente, a través de Agroteo, “ofrecemos servicios de agricultura de precisión en remolacha, que ayudan a afinar todavía más la gestión agronómica del cultivo”, recalca Santos.

En todo caso, con los modelos de cultivo compartido que ofrece a los agricultores, además del asesoramiento agronómico, “podemos garantizarles una rentabilidad mínima porque compartimos el riesgo agronómico, cubriendo escenarios en los que las circunstancias meteorológicas lastren el rendimiento”, subraya.

Pendientes de la evolución de la demanda

Tanto los resultados anuales de la industria como la rentabilidad del cultivo dependen en buena medida del comportamiento de la demanda. El consumo en el hogar se ha incrementado notablemente desde que se declaró la pandemia, con lo que se desplazó el consumo desde la hostelería hacia el hogar.

Como recuerda Salomé Santos, “en casa hemos elaborado comida y nos hemos dado caprichos que antes no nos dábamos: un buen vino, unos buenos aperitivos, un buen postre… Así es que el consumo de azúcar en el hogar se ha incrementado junto con otros productos de la cesta de alimentación”.

Por el contrario, la hostelería ha estado cerrada durante periodos prolongados de tiempo en muchos países. En el caso de España, además, se ha perdido el consumo generado por el turismo.

En consecuencia, aunque las ventas se han sostenido gracias al consumo en el hogar, en términos absolutos se ha consumido menos volumen de azúcar, por el efecto de ese cierre de la hostelería.

En todo caso, es importante destacar que somos un sector afortunado, porque producimos un ingrediente de primera necesidad, y el efecto de la pandemia ha sido considerablemente menor que el de otros sectores”, destaca la responsable de Azucarera.

Un panorama despejado que favorece al mercado del azúcar

La influencia de la política en los mercados es un hecho y lo hemos visto estos últimos años con la presidencia de Trump y las discusiones sobre el Brexit.

En el caso del azúcar, el cambio de presidencia en Estados Unidos supone una buena noticia, “simplemente porque supone una vuelta al respeto a las reglas de juego del mercado internacional y, por tanto, a dar más seguridad y seriedad a las relaciones comerciales entre países que comparten valores y necesidades”, analiza Salomé Santos.

En el caso del Brexit, el hecho de que por fin se haya despejado la incógnita y se haya descartado definitivamente la posibilidad de un Brexit duro sin acuerdo “también nos beneficia”. Durante estos últimos meses, ante la posibilidad de que no hubiese acuerdo y se estableciesen aranceles a la entrada de azúcar en el Reino Unido, países excedentarios como Francia, que tradicionalmente han venido exportando gran parte de sus excedentes a Reino Unido, habían decidido suspender sus exportaciones hasta que se aclarase el panorama.

Eso hizo que los volúmenes de azúcar que se solían vender en Reino Unido se colocasen en otros países deficitarios como España o Italia. Ahora que ha quedado claro que se va a poder seguir exportando azúcar a Reino Unido desde la Unión Europea sin aranceles, Francia ha vuelto a considerar el mercado británico como un mercado atractivo, y la presión sobre otros países europeos, como España, desaparece.

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