La vida de Antonio González se puede resumir en los siete kilómetros que separan Bobadilla del Campo, donde nació, de El Carpio, donde se le conoce como Antonio ‘el de Koipe’. Entre medias, cientos de miles de kilómetros para ofrecer “la semilla que le interesa al agricultor, no la que me interesa a mí”
Los campos de Castilla y León derrochan vistosidad cuando el girasol se despliega en todo su esplendor, en un espectáculo de fulgor único que no sería el mismo sin personas como Antonio González. Hablamos de un histórico de la agricultura regional, actividad a la que ha dedicado más de cuatro décadas, siempre en el seno de Koipe y como testigo privilegiado de la evolución del sector.
Nació en Bobadilla del Campo, en el sur de Valladolid, y no diremos (la cortesía obliga) su año de nacimiento. Baste decir que este trabajador incombustible comparte quinta con personas como Ana Obregón, el cantante Ramoncín, el guitarrista de AC/DC Angus Young o el mismísimo presidente del Gobierno, Mariano Rajoy. Poco más hay que decir sobre la generación a la que pertenece Antonio, a quien la vida llevó hasta otra localidad, El Carpio, a siete kilómetros de Bobadilla. Allí podemos decir que cambió su apellido, ya que desde hace muchos años es conocido como Antonio, ‘el de Koipe’.
La relación con el campo le viene desde la cuna. Su padre le dejaba sin celebrar el Lunes de Aguas, fiesta de gran arraigo en El Carpio, para ir a sembrar remolacha. Era un tiempo en que la semilla no venía tan bien preparada como en la actualidad, sino que se presentaba desnuda. “Sembrábamos con una máquina de dos botas; iba arrastrada por un animal y yo me situaba detrás para que los líneos fueran lo más derechos posible”, recuerda.
La personalidad cercana, carismática, de Antonio ha sido una palanca fundamental en su carrera profesional
Algunos lectores de CAMPO recordarán que en aquellos tiempos los rendimientos de la remolacha rondaban las 20 toneladas por hectárea, un dato que nos muestra a las claras cómo ha evolucionado el cultivo.
A los 18 años Antonio empezó a trabajar en Kelsa, empresa participada al 50% por Koipe y Elosua. Dedicada a la extracción de girasol, vendía la semilla al agricultor y le compraba la producción. Kelsa también estaba presente en La Coruña, donde llegaban barcos de soja procedentes de EEUU. “Hacíamos harina de soja para atender la gran demanda existente en la ganadería gallega”, recuerda.
Más adelante, como uno de los responsables de Koipe en Castilla y León, su mayor preocupación ha sido “estar en estrecho contacto con el agricultor, para ofrecerle la semilla de mayor calidad y que tenga la mejor producción posible”
No cabe duda de que su personalidad cercana, carismática, ha sido una palanca fundamental en su carrera profesional. Hasta el punto de que hoy Antonio es una persona reconocida, incluso querida, en provincias como las de Valladolid, Salamanca o Zamora. No en balde, él ha llegado a tener con su empresa “una relación de orgullo, de cariño, de trabajar sábados o festivos; con momentos buenos o regulares pero siempre con la mejor disposición ante el agricultor, que es parte de mi negocio y también de mi vida”. Eso sí, solo pone por delante a su familia, a la que quiere “con locura”.
“Todos los días puedes aprender algo”
Es posible que Koipe ocupe una posición de liderazgo en el mercado, “pero yo no puedo pensar que soy el número uno por mucha experiencia que tenga, por todo lo que haya visto”. Y es que “todos los días que te levantas de la cama puedes aprender algo. No puedes pensar que siempre tienes la razón: hay que saber escuchar a todos”, señala. Eso sí, en los negocios también hay que saber decidir, “porque no puedes esconder la cabeza debajo del ala; hay que afrontar las situaciones”.
A la hora de vender, Antonio lo hace de forma estrictamente técnica. Y es que “al agricultor le tienes que ofrecer la variedad que le interesa en función de sus necesidades de siembra, de su suelo…”.
