Para Borja Vara, agricultor en la localidad de Ataquines (Valladolid) hoy ha sido un día normal. O casi. Ha pasado la primera parte de la mañana preparando la tierra para sembrar las cinco hectáreas de patatas que tenía planificado. Y en las próximas jornadas tampoco se notará demasiado el estado de alarma por la pandemia del coronavirus Covid-19: tiene pendiente labrar para barbecho y terminar las siembras de remolacha.
Sí que la vida social -no el trabajo agrícola- de Borja no es la misma ahora. El rato que compartía a diario con otros agricultores para comentar las faenas, mientras compartían café, ya no es posible. Ya solo hablan por teléfono. Y para hacer las labores respeta “a rajatabla” las directrices de protección personal marcadas por las autoridades sanitarias. Mascarilla, guantes y distancia de seguridad.
La explotación del agricultor de Ataquines ocupa 150 hectáreas, de las que un centenar son de regadío. Pone patata, remolacha, adormidera, algo de mijo y también trigo y cebada. En lo agronómico, la campaña está siendo buena. “Los cereales están en óptimas condiciones. Ahora hay que estar un poco atento a los hongos, por la humedad…”, apunta.
La conversación telefónica transcurre con el sonido del tractor, mientras Borja Vara da vuelta tras vuelta por la tierra. “Mi vida es de agricultor es normal. Solo he tenido que comprar mascarillas y guantes, además de geles desinfectantes que llevo en los coches”, relata. También se nota la crisis sanitaria en que ahora solo se abastece de lo que le es imprescindible para el trabajo en el campo. A la cooperativa San Agustín, de Ataquines, solo va a cargar abono. “Y allí apenas vemos a los encargados de la cooperativa”, recalca. A final de la mañana se pone a sembrar las patatas.
La previsión que hace es que la situación actual solo les puede afectar en que para abonar y cobrar facturas es mucho más complicado ahora el contacto personal. En lo que se refiere a la venta de cosechas y abastecimiento de los insumos que necesita todo va a “ritmo normal, con las medidas que nos han puesto para protegernos del coronavirus”. “Solo nos queda aguantar. Seguir trabajando y que el Covid-19 no se cobre ninguna víctima más”, concluye el agricultor vallisoletano.
