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viernes, marzo 29, 2024
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Cooperativa Acor. “Los contratos que firma Acor son un seguro para el socio”

El presidente de Acor, Carlos Rico, mantiene la apuesta por facilitar un escenario de rentabilidad a medio y largo plazo para los cooperativistas.
Recalca su convicción de que el cultivo remolachero es uno de los pilares de la agricultura de Castilla y León

La cooperativa Acor debió atravesar aguas turbulentas el año pasado, pero fue capaz de garantizar el precio de la remolacha estipulado a pesar del bajísimo precio del azúcar y de haber asumido una producción superior al cupo que tiene asignado. No se encienden las luces rojas en la cooperativa, que asume la situación del mercado en espera de una subida de precios y no pierde de vista la ya inminente desaparición del sistema de cuotas.
El año pasado fue negativo para el conjunto del sector en el mundo, con la mayor parte de las azucareras europeas en situación de pérdidas, pero con una ventaja comparativa que beneficia a Acor: que sus socios recibieron más dinero por la remolacha. Por ejemplo, el precio medio recibido por el agricultor francés fue de 23,5 euros.
“Fue por mantener ese precio de 42 euros la tonelada por lo que dimos un resultado negativo, pero desde el consejo rector estamos muy tranquilos: sabemos que ese dinero ha ido a parar al socio, que es nuestra principal preocupación”, señala el presidente de la cooperativa, Carlos Rico.
Rico mantiene la apuesta por facilitar un escenario de rentabilidad a medio y largo plazo para los socios, y recalca su convicción de que el cultivo remolachero es uno de los pilares de la agricultura de Castilla y León. Esa lucha y esa visión agraria, pero también industrial, “es la que nos permite afrontar el futuro con garantías”, señala.
Este año la situación cambiará en el mercado “y nuestro planteamiento pasa por unos precios razonables, equitativos con el estándar de vida de la UE y que nos permitan mantener esos 42 euros por tonelada, que permiten estabilizar un cultivo muy importante”.

Una apuesta ambiciosa

Desde el consejo rector se garantizan esos ingresos por tonelada, pero también se recuerda que la apuesta de Acor es mucho más ambiciosa: el establecimiento de unos ingresos mínimos para los otros tres cultivos de la rotación: el girasol, la colza y el trigo, con un precio que permite cubrir los costes productivos, “que conocemos porque somos agricultores y nos manchamos los pies de barro”, como subraya el presidente de la cooperativa. Esos ingresos suponen “la mejor red de seguridad para el cooperativista”, que le permite encarar el futuro y acometer las inversiones que sean necesarias en su explotación.
La apuesta por estos cultivos se ha madurado de forma callada a lo largo de años y es muy seria: hoy las 7.400 hectáreas de remolacha sembradas por el socio de Acor suponen el 32,7% de la superficie dedicada a este cultivo en Castilla y León. En el caso de la colza, las 7.000 hectáreas de los cooperativistas suponen el 16,5% del total.
La otra vertiente de Acor es la industrial, y desde ese punto de vista “también hemos hecho los deberes y hemos preparado nuestra fábrica para que sea una de las más competitivas de Europa a nuestro nivel”, señala Rico. El principal reto ante el nuevo escenario es ganar dimensión y pasar de las 120.000 toneladas de azúcar actuales a más de 180.000, que se podrán elaborar en unos 110 días de campaña. Con ese volumen los costes por kilo producido se verán reducidos sustancialmente y la planta de Olmedo se situará muy cerca de los parámetros que se dan en otros países europeos.
En un símil agronómico, “nuestra estructura no es un cultivo anual, sino que hemos plantado un árbol; ahora se empiezan a ver los frutos y lo que necesitamos es una tendencia a medio plazo que estabilice nuestra economía y nuestras infraestructuras para garantizar lo que somos: empresarios agrícolas”.

Mirar al futuro

El viejo continente ha visto cómo cerraban numerosas refinerías en los últimos tiempos, al no poder soportar la tensión de los precios. Para Carlos Rico, “si hemos soportado el golpe, quiere decir que tenemos la posibilidad de mirar al futuro con cierta esperanza porque hemos hecho los deberes”.
Han sido años de trabajo silencioso, tanto desde el punto de vista agronómico como desde la vertiente industrial, con un esfuerzo por preparar la planta de Olmedo para una nueva etapa, de mayor competitividad.
Una labor constante pero silenciosa, que en ocasiones no se ha ‘vendido’ bien desde la cooperativa. “Quizá tenga que ver con el carácter castellanoleonés, al contrario de lo que saben hacer en otros países mediterráneos”, subraya Rico.
Lo mismo cabe decir de los servicios agronómicos que se prestan al cooperativista, que aportan un elevado valor añadido a las explotaciones, y de forma gratuita. “Ese servicio se podría cuantificar, pero en ocasiones es difícil de reflejar en los números en una explotación”. Lo que está claro es que el agricultor de Acor cada vez valora más los servicios recibidos y la red de seguridad que le aporta la rotación de cultivos, que se siembran previo contrato. “Hay una evolución importante en el sentir del agricultor, sobre todo del agricultor más técnico de Acor”, subraya el presidente. Porque a medida que se va avanzando en tecnología y en información el agricultor realiza una valoración más profesional. “Por eso esa mancha de aceite que se va extendiendo va despacio, pero es indeleble”.
Cabe destacar como ejemplo el sistema de arranque y transporte, puesto en marcha hace dos años “porque nos parecía que debíamos dar ese servicio al agricultor. Empezamos con el 50% de las explotaciones y ahora vamos por el 70%”. La relación de Acor se basa en la prestación de servicios y en asegurar una renta agraria, pero también de seriedad en el cumplimiento de los compromisos por parte del agricultor. “Somos exigentes con nuestros socios porque no hay otra manera de trabajar si queremos ganar el futuro”, apunta el presidente.
Carlos Rico recuerda cuando no era popular decir que había que asegurar las producciones y que la Unión Europea iba a exigir rotaciones. “En aquellos tiempos decir eso era invitar a que te llamaran iluminado”, subraya.
Un ejemplo de agricultor consciente de la relevancia de Acor lo encontramos en Salvador de Zapardiel (Valladolid), donde tiene su explotación Miguel Ángel del Río. Allí pone remolacha, colza y trigo fuerza dentro de la rotación planteada por la cooperativa, a la que considera “fundamental para la agricultura; sin ella estaríamos desprotegidos”.
Miguel Ángel es hijo de socio y forma parte de la cooperativa desde hace casi 35 años, de modo que puede decir que su explotación ha crecido de forma paralela a la evolución de Acor.

Miguel Ángel del Río, agricultor
Miguel Ángel del Río, agricultor.
“El servicio agronómico de Acor está formado por gente muy profesional, que nos asesora en todo. Gracias a ellos somos capaces de tomar las decisiones de una manera más profesional”, subraya.
En su opinión, el papel de Acor “ha sido fundamental en la introducción de la colza, de la que no sabíamos nada”. Respecto a la remolacha, “que se cobra más en Acor”, es un cultivo que aporta seguridad a la explotación. “No da mucho dinero y tiene unos gastos fijos de 6.000 euros, pero conoces bien el cultivo en todos los aspectos”.
Señala este agricultor que “es imprescindible introducir la rotación. Se anticipó Acor y hoy es algo obligatorio; eso demuestra lo importante que es tener el respaldo y el conocimiento de alguien cercano”.
Esa rotación “ha sido la mayor transformación experimentada por la cooperativa y la mejor manera de mirar al futuro”, como recalca Carlos Rico. “El futuro se gana con tesón, con mucho análisis, y debemos fijar el tiro porque solo tenemos un disparo”, remacha Rico.

Datos de contacto

Sociedad Cooperativa General Agropecuaria Acor
Pso. Isabel la Católica 1
Valladolid
983 350 400
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