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viernes, marzo 29, 2024
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El desastre del campo de Castilla y León, sin remedio a la vista

El Ministerio de Agricultura prepara un decreto de sequía de la cuenca del Duero

Ríos como el Carrión o el Órbigo presentan situaciones preocupantes. Profesionales y organizaciones agrarias reclaman ayudas públicas para reducir los perjuicios al sector

La debacle camina día a día y sin solución en el horizonte. La ausencia continuada de lluvia y las temperaturas por encima de la media amenazan de muerte a los cultivos, especialmente al cereal, aunque la remolacha y el maíz se enfrentan también a muchos problemas.

No parece que la meteorología vaya a ejercer como milagrosa tabla de salvación para el secano. Y los embalses tampoco tienen el agua necesaria para regar con la normalidad deseada.

En este momento crítico para el campo, la ministra de Agricultura, Isabel García Tejerina, ha asegurado que el ministerio tramita un real decreto de sequía para la cuenca del Duero. El borrador ya se ha hecho público y está sometido a un periodo de alegaciones que se prolonga hasta el jueves 4 de mayo. En la cuenca del Duero hay varios ríos, principalmente el Carrión y el Órbigo, que presentan situaciones preocupantes. Por eso el texto del Mapama prevé reducir los consumos para incrementar el agua disponible hasta que mejoren las reservas.

Las medidas incluidas en el documento estarán vigentes hasta el 30 de septiembre de 2018, una vez finalizado el año hidráulico.

Por su parte, la consejera de Agricultura de Castilla y León, Milagros Marcos, ha avanzado que desde la Junta se reclamará “todo lo que sea posible”. Además de pedir a la CHD que se adelanten los riegos para tratar de salvar los cultivos, Marcos defendió la flexibilización de pagos y la búsqueda de diferentes vías para apoyar al asector.

Y es que no hay dudas sobre el estado de los cultivos y que las previsiones, en todos los ámbitos, son nefastas. “La situación es crítica. Es mejor la apariencia que como realmente está. El cereal está cada día perdiendo potencial”, explica de manera escueta y tajante el técnico de Urcacyl José María Santos.

El desarrollo vegetativo está muy por debajo de lo normal, aunque en gran parte de la región está ya espigado o en este proceso. La planta apenas alcanza 25 o 30 centímetros de altura y el ahijamiento es malo. Así sucede en Ávila y Salamanca, por ejemplo, como indica Santos.

Las reservas hídricas en el suelo son casi inexistentes. Las reservas de agua en los embalses del norte de Palencia están en una situación “dramática”. El de Aguilar de Campoo está muy bajo, y el resto no van más lucidos según apunta el técnico de Urcacyl.

“Si hubieran caído al menos 50 o 60 litros entre finales de abril y principios de mayo, el cereal aún tenía recursos de mejora. Pero ahora casi ha perdido todo su potencial, así que ya servirá de poco aunque llueva.  Y no hay perspectiva de que haya más precipitaciones de las habituales…”, afirma.

La superficie dedicada al maíz menguará. No hay tempero para el girasol, ni lo habrá sin humedad.

Desde hace 25 años

Así, la cosecha de esta campaña está cayendo por el precipicio. La falta de lluvia -que se prolonga desde varios meses atrás- hace ahora que los cultivos ya implantados peligren, las siembras de estos días tengan difícil prosperar y que los riego sean casi imposibles. El sector, amedrentado, mira al frente sin avistar una solución ajena a las nubes. El fantasma del aciago 1992, por la sequía y las pésimas cosechas, ha regresado.

Las organizaciones agrarias coinciden en el diagnóstico. “La situación es muy grave. Y cada día que pasa se agrava más”, sentencia el coordinador de UCCL en Valladolid, Valentín García Fraile. “Hace 25 años que no se veía una situación así. Va a ser un desastre de cosecha; va a haber muchas tierras que no se van a cosechar”, remacha.

El otoño fue seco, el invierno no ha dejado nieve ni tampoco agua y, hasta ahora por lo menos, la primavera no ha cambiado la tendencia. Donaciano Dujo, presidente de Asaja Castilla y León, enfatiza que “nunca se ha visto en el norte ni en el centro una campaña tan seca como esta: apenas ha llovido en otoño, invierno y primavera; tampoco ha nevado en la montaña y las temperaturas han sido más altas de lo habitual”.

La Alianza Upa-Coag califica como desastrosa la situación actual con la extrema sequía que padece el campo, unida a la escasa agua disponible para los cultivos de regadío. Asegura que es “grandísimo” el número de agricultores y ganaderos “muy afectados”. Y que son muchas las zonas de la región perjudicadas.

“Los daños son irreparables en varios cultivos  de secano, por lo que la campaña de este año está ya perdida para muchos agricultores, y va a suponer enormes daños económicos para agricultores y también ganaderos por la falta de pastos y del incremento del aporte alimenticio que tendrán que disponer para sus animales”, avisan en Upa-Coag.

La opinión de los técnicos no difiere. “Este año, después de un invierno muy seco, la primavera no está acompañando y tenemos los cereales al borde del secado. Prácticamente podemos asegurar que aunque lloviera en los próximos días, sería demasiado tarde para la mayoría de las parcelas, aunque siempre arreglaría algo”, incide Claudio del Brío, de Agritec, sobre lo que califica como “año catastrófico”.

En el sur de la Comunidad nació bien el cereal, pero en la zona más septentrional apenas llovió. En muchas comarcas no germinaron las siembras de octubre. El cereal ya está encañado y espigado en la mayor parte de Castilla y León. En algunas comarcas incluso se ha secado o va camino de ello.

“Los dos millones de hectáreas de cereal de invierno están en mala situación. La cosecha va a ser mala: sin buen espigado y secado del ahijamiento. En el centro y norte la duda es si llegará a espigar”, cuestiona Dujo.

En algunas zonas de Soria y en las más altas de las provincias de Palencia y Burgos aguanta algo más. “Nunca he visto una situación como esta, y que en abril no llueva…”, reitera el presidente regional de Asaja.

Tampoco le deja margen al optimismo. “Depende de lo que llueva y de cuándo puede dar algo…”, dice en referencia a que haya posibilidad de mejora. Los forrajes de secano están mal: el corte es malo en las alfalfas y la veza no crecerá más.

En cuanto a los pastos, la pega es que no hay primavera y se secan incluyo en las comarcas que más les favorecen; las de meteorología atlántica. En Salamanca ya se agostan. Los ganaderos acumularán así más perdidas por la falta de este alimento natural para los animales.

Desde la Alianza Upa-Coag consideran que las pérdidas económicas “ahora mismo son incalculables y, aunque vengan precipitaciones, las consecuencias son irreparables para miles de hectáreas en los secanos de la región”.

Las producciones de cereal y colza en los secanos de la mayor parte de la región están perdidas y corren serio peligro de que se vayan también cultivos de regadío, forrajes y pastos. “La situación es tan preocupante, que a pesar de encontrarnos a finales del mes de abril, el problema no se limita solo a la agricultura sino también a la ganadería en régimen extensivo, que no dispone en la actualidad apenas de agua y de alimento”, comentan en Upa-Coag.

En los cultivos de regadío si la sequía se prolonga durante mucho más tiempo, dados los problemas de agua que hay en el sistema del Duero, especialmente en determinadas cuencas, la campaña se presenta desastrosa, y con elevadísimos costes económicos para los agricultores a juicio de la misma organización.

Los embalses, casi vacíos

Sobre el regadío, García Fraile considera que en las captaciones subterráneas irá todo con normalidad mientras el pozo aguante. Los de aguas superficiales tiene el inconveniente de las restricciones derivadas de la falta de agua. “El maíz, por ejemplo, no se podrá poner en muchos sitios y se sustituirá por otro cultivo”, augura para matizar que “es posible que en muchas parcelas el girasol no llegue a nacer, mientras que las leguminosas sufren mucho por la falta de agua”.

Los embalses están al 60%. Demasiado bajos para esta época de inicio de campaña. Con más agua los de la parte meridional de la Comunidad que los de más arriba (cuenca del Pisuerga, Órbigo y Carrión), algunos de cuyos embalses apenas tienen el 30% de su capacidad. Tampoco los manantiales manan lo suficiente.

La Comunidad de Regantes de la Presa de la Vega de Abajo es una de las que ha mostrado su profunda preocupación por la escasa reserva existente en Barrios de Luna para afrontar la campaña de riegos con las garantías necesarias.
Los riegos de emergencia suministrados al trigo, a los cultivos forrajeros (de escasa entidad allí) y la nascencia de la remolacha (riego de 24 horas y estricto turno seguido de cabeza a cola), han provocado que el embalse haya frenado su lento ascenso para bajar ligeramente la reserva.

“El riego de los pantanos con agua será normal. También de los pozos subterráneos, pero habrá que rebajar la captación y eso supone el doble de coste”, advierte Donaciano Dujo. “En algunas cuencas no hay agua para nada: dan 2.000 metros cúbicos cuando lo normal son 6.000”, abunda el presidente de Asaja.

Por todos estos motivos, el agricultor se plantea agrupar el agua que la confederación le adjudica para concentrar la aplicación en cultivos concretos. Con el mismo propósito hay quien renuncia a sembrar aquello que necesita más humedad o lo sustituye por plantaciones estoicas. “En la agricultura siempre hay que estar mirando para arriba”, apunta Dujo.

Según conforman desde la Confederación del Duero, la campaña de riego se ha iniciado ya en todos los sistemas. “La situación es peor en toda la cuenca del Duero con la excepción de los sistemas Águeda”, confirman.

La confederación va a extremar el control de las concesiones, especialmente de las tomas directas de los ríos, “que condicionan una gestión eficiente del recurso y se insistió en la importancia de que se impulse la regulación Lateral del Órbigo y del Carrión, es decir, las presa de la Rial y los Morales, así como las presas de las Cuezas, en Palencia”.

“El agua no es Dios, pero hace milagros”, sentencia el coordinador de UCCL, que ve en la meteorología la única opción de obtener aún media cosecha. A pesar de sus fervientes deseos es consciente de que la expectativa es rácana en lluvia.

En la organización agraria son partidarios de que una mesa de seguimiento, integrada por todos los afectados y con personas con capacidad de decidir, articulen ayudas, retrasos de pagos, restricciones en el IBI y en las cuotas de la Seguridad Social… “Hay agricultores que no tienen seguro. Y ayudaría algo si recuperásemos parte de los adelantos para las semillas, abonos y fitosanitarios”, explica García Fraile.

Desde Unión de Campesinos reclaman a la Administración que además sea menos estricta con algunas condicionalidades de la PAC en las inspecciones técnicas de los cultivos. “Los cultivos han nacido hasta ahora”, apunta para pedir a los inspectores de la PAC y de los seguros que hagan ahora la revisión de las parcelas para evitar posibles malas interpretaciones posteriores evaluaciones.

Soluciones reguladas

Entre las herramientas que en Asaja consideran esenciales para crisis como esta juegan un papel crucial los seguros. “Casi debe ser obligatorio en Castilla y León”, determina Dujo. Siempre que den coberturas para la protección de la explotación en años normales y con costes asumibles (la consejería ha anulado la subvención y el Mapama las reduce).

Destaca que es necesario invertir más en la modernización de regadíos y en las infraestructuras de los embalses. “El año va a ser catastrófico. Es lo que no se ha visto nunca. Muchas tierras se quedarán sin segar”, prevé acongojado Donaciano Dujo. Y, con unos precios que siguen estando bajos, la penitencia no termina ahí: en septiembre hay que planificar la próxima campaña.

La Junta de Castilla y León, ante las condiciones climatológicas tan extremas y constatados los daños irreparables en miles de hectáreas de toda la comunidad autónoma y según la demanda de la Alianza Upa-Coag, debe tomar “iniciativas con carácter inmediato y declarar `zona catastrófica´ las afectadas, que ya han perdido la cosecha para así conseguir que el Gobierno promulgue con carácter de urgencia un decreto de la sequía, con implicación presupuestaria de ambas administraciones”.

La Alianza UPA-COAG solicita además la puesta en marcha de medidas de carácter fiscal y relativas al coste de la Seguridad Social (rebajas y exenciones fiscales en el sistema de módulos para todas las zonas afectadas), así como otras de carácter administrativo, como pueden ser ayudas directas y facilitar el acceso a la financiación.

Además deben ponerse en marcha actuaciones dirigidas a evitar penalizaciones o incluso la pérdida de ayudas del régimen de pagos directos relacionados por condicionantes relacionados con el ‘greening’ o en relación a las agroambientales, y que en sectores afectados representan un significativo porcentaje de los ingresos de los agricultores.

También reclama que, para reducir costes y evitar la quiebra  a muchas economías familiares de agricultores de región que dependen de las elevadas inversiones realizadas en regadío, se aprueben aplazamientos y condonaciones de las cuotas que pagan los regantes en lo referente a las tarifas de riego, canon de riego y cuotas de amortización de obras.

Mal presente y peor futuro

De igual modo, apela al sentido común y responsabilidad de la entidad Agroseguro, “que deberá tener en cuenta la situación de absoluta excepcionalidad que sufrimos en esta comunidad autónoma para que las tasaciones se realicen con rapidez y ajustándose a la tremenda realidad que sufre el campo de Castilla y León, cuyas consecuencias en muchos casos ya son irreparables, y que requerirán de indemnizaciones ágiles”.

Todas las demandas están estrechamente vinculadas al penoso estado actual del campo, que cada día se agrava más. Fernando Miguel, técnico de Cobadu en la comarca de Benavente, se manifiesta dramático: “El secano está sentenciado por mucho que llueva ahora”.

No es solo el secano de Zamora. Los regadíos pintan poco mejor. “Quienes riegan al pie el maíz, y que araron en invierno, están esperando ahora que llueva para arar de nuevo. Otro gasto más…”, comenta Miguel. En León está parecido. Y los riegos de ahora tampoco están garantizados en la duración ni en la cantidad de agua disponible. Cuando se cierre el grifo de la concesión llega también la debacle para los cultivos.

Valladolid tampoco se salva. “Horrible. No tiene color de nada. Hay fincas que ya no tienen arreglo. Está todo asfixiado”, describe de manera que no deja lugar a dudas Armando Caballero, presidente de Cocetra.

No queda margen para el optimismo. En el sur de esta provincia son pocas las tierras con mejor aspecto. “El cereal que viene más tardío, porque tenía algo más de humedad, estará pronto igual de mal”, avanza el presidente de la cooperativa Cocetra.

En la provincia de Soria, por su altura y meteorología, el cultivo está 20 días más retrasado que en el resto de la Comunidad.

El técnico de Cultivos de Copiso Eduardo Pascual opina que allí no es tan desastrosa la situación. “Está bastante tocado, pero al ser algo más tardío podría arreglarse un poco si llueve”, concreta. En el mejor de los casos daría para recoger una cosecha considerada como ‘normal’.

Hay bastante diferencia según las zonas. Almazán y Buitrago son algunas de las zonas menos castigadas este año. Los tratamientos fitosanitarios están parados en espera de que haya más humedad. En las pocas hectáreas de regadío existentes en la provincia, los agricultores llevan dos semanas suministrando agua.

En la comarca de Odra Pisuerga (oeste de Burgos) centran sus expectativas en que llueva en la próxima semana para recuperar la mitas de la cosecha. “Si no la pérdida será del 80%”, dice Cecilio Santiago, el gerente de Odarpi.

 

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