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viernes, marzo 29, 2024
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La siembra directa gana adeptos ante el cambio climático y los bajos precios

El 9% de la superficie agraria española se cultiva bajo esta técnica, que permite un gran ahorro y que aprovecha al máximo la biología del suelo

Luis Márquez: “Los elementos surcadores de las sembradoras realizan un verdadero laboreo secundario”

Casi el 9% de la superficie agraria española (más de un millón de hectáreas) se cultiva mediante siembra directa, la técnica que mejor representa los valores de la agricultura de conservación. Cabe añadir a esa cifra que el 42,44% (más de cinco millones de hectáreas) se cultiva bajo mínimo laboreo, con lo que “más de la mitad de la superficie cultivada en España se hace bajo principios de agricultura de conservación”, como subraya Carlos Garrachón, secretario de AVAC, la Asociación Vallisoletana de Agricultura de Conservación. De toda esa superficie, el 30% corresponde a Castilla y León, de modo que cabe preguntarse por las razones que llevan a este conjunto de técnicas a ganar adeptos.

Ventajas de la siembra directa frente a la agricultura convencional

La siembra directa supone el aprovechamiento de todos los beneficios de la agricultura de conservación, como el máximo ahorro y el máximo aprovechamiento de la biología del suelo (tanto de micro como de macro fauna), máxima infiltración del agua en el suelo, así como la máxima acumulación y preservación de materia orgánica.

También asegura la mínima pérdida de CO2 por emisiones a la atmósfera, junto a un mínimo gasto de combustible, lo que supone una importante reducción de las emisiones. Garrachón remata la enumeración de ventajas con el aumento de la vida útil del tractor y, por todo lo anterior, con un mayor margen económico para el agricultor. Para él, las técnicas englobadas en la agricultura de conservación, ejercidas correctamente, “están consolidadas como la manera más rentable de obtener productos del suelo”.

Una forma de trabajo que permite incrementar el patrimonio del agricultor

Un aspecto muy relevante es que la erosión en todas sus facetas se reduce sensiblemente, puesto que esta técnica implica no labrar el suelo (con lo que no ve alterada su estructura), extremar la apuesta por las rotaciones y dejar cubiertas, año tras año, con los restos vegetales que no son producto. Sin duda, “constituye la mejor contribución en la lucha contra el cambio climático y representa una nada despreciable ganancia patrimonial para el agricultor que la practica, por el aumento de la calidad del suelo”.

Dónde está más implantada

Tierra de Campos es una de las comarcas de Castilla y León donde encontramos la mayor incidencia en la práctica de la siembra directa, si bien desde AVAC se subraya que cualquier tipo de suelo puede ser cultivado bajo siembra directa, “cada uno con su estrategia”. Esas parcelas “darán producto (y rentabilidad) según su calidad”, recalca.

¿Qué necesito para ‘resetearme’ y pasarme a la siembra directa?

Carlos Garrachón destaca que esa transición pasa por “informarse mucho” y por “ver fincas bajo siembra directa, aprender y cambiar impresiones con otros ya experimentados”. En su opinión, sustituir los principios tradicionales de labranza intensiva por los de siembra directa, “que dicho sea de paso tienen un gran fundamento agronómico”, supone un cambio de mentalidad. En definitiva, “comprender que el futuro camina en esa dirección (desde varias tendencias). Así tendrán muchas más posibilidades de sobrevivir si siguen esta corriente”. Sin embargo este proceso, “está comprobado”, no es fácil.

¿Y qué pasa con la sanidad vegetal?

La siembra directa supone un nuevo enfoque respecto a todo lo que tenga que ver con enfermedades y malas hierbas. “Nuevos problemas y nuevas soluciones”. Para el secretario de AVAC, “el sector debe unirse para trabajar bajo este nuevo concepto y sacarlo adelante bajo nuestro clima, condiciones y circunstancias”.

Ya que la rentabilidad de los cultivos extensivos está muy comprometida por los precios de los productos, “hay que sobrevivir superando enfermedades y plagas”. De este modo, se debe caminar exigiendo la autorización de soluciones e investigar “bajo estas prácticas excelentes, que están desde hace tiempo impulsadas y avaladas por toda la Unión Europea”.

Posiblemente la mejor fórmula para encarar el futuro

Desde AVAC se señala que la mejor manera de gestionar la economía de las explotaciones en la situación actual es la siembra directa. No obstante, “no es la solución definitiva y se mantiene un gran pesimismo a pesar de reconocerse como la mejor técnica para capear esta realidad”.

La razón de esas dudas reside en que “existen demasiadas restricciones y, ante la falta de libertad de actuación, debido a la estricta normativa”, se está valorando, incluso, la práctica de técnicas sin insumos sintéticos, como la agricultura ecológica. Incluso se contemplan técnicas como la agricultura regenerativa, que implica la no labranza y la no aplicación de insumos de síntesis.

¿Qué máquina se emplea?

La práctica del laboreo reducido no requiere nueva maquinaria, aunque la siembra directa sí supone emplear una máquina específica que representa, en caso de adquirirla, una inversión importante, que se amortizará “dependiendo de su relación coste-calidad y del tipo y mantenimiento de su tren de siembra”.

Las máquinas más económicas y fáciles de amortizar son las de reja de fabricación nacional con dispositivo abonador. A partir de estas, hay donde escoger y superarse.

La función de la sembradora

En realidad, los elementos surcadores de las máquinas para la siembra directa realizan un verdadero laboreo secundario sobre un suelo endurecido en la superficie y con abundantes residuos superficiales, preparándolo para recibir la semilla. Así lo apunta Luis Márquez, experto de Aenor y uno de los grandes conocedores de la maquinaria en España.

Además de conseguir una suficiente penetración para el enterrado de la semilla, con independencia a la resistencia del suelo y de los impedimentos de la cubierta vegetal, la sembradora debe, con una sola pasada, preparar el lecho de siembra. Ello exige la suficiente creación de tierra fina, que se pueda compactar por encima y debajo de la semilla, proporcionando un recubrimiento que limite el efecto de secado y la acción de los depredadores.

El trabajo del cuerpo de siembra es equivalente al que se realiza con una preparación de suelo tradicional, según Márquez, y es una consecuencia de la acción de elementos que se encargan de la apertura del surco, la colocación de la semilla y el enterrado y compactación.

Criterios para escoger un sistema de labranza conservacionista

En su opinión, para poder hacer siembra directa se necesita un suelo nivelado en la superficie y fisurado en profundidad. La sembradora se encarga de preparar el lecho de siembra, pero nunca modifica el perfil del suelo en el que se desarrolla el cultivo. Si el suelo está compactado en profundidad es imprescindible el laboreo primario del suelo.

En un suelo con superficie irregular se necesita un laboreo secundario complementario de la acción de la bota de la sembradora.

El porcentaje de arcilla, clave

Para la siembra directa continuada es necesario contar con un suelo cuyo contenido en arcilla sea al menos del 20%. Cuando el porcentaje de arcilla supera el 40% aumentan las dificultades para trabajar el suelo cuando también aumenta el contenido de humedad. En caso contrario la siembra directa puede hacerse, pero periódicamente habrá que realizar labores que produzcan la descompactación del suelo.

El aumento del contenido de materia orgánica en el suelo ayudará a mantener su estructura con siembra directa continuada.

Además de con siembra directa, se pueden realizar labranza conservacionista con otros tipos de aperos. Serán las condiciones agronómicas y económicas las que orienten en uno u otro sentido, según Márquez.

En los cereales de invierno

Hay que resaltar la mayor dificultad para la siembra directa en los cultivos en los que las líneas se localizan muy próximas, como son los cereales de invierno, aunque sean menos exigentes en cuanto a la calidad del lecho de siembra. En cultivos de escarda, por su parte, el mayor espaciamiento entre líneas hace más fácil el diseño de los surcadores.

Cubierta vegetal: cortar o separar

Para la correcta apertura del surco se dispone de dos opciones: el corte vertical de la cubierta vegetal, o su separación. La realización de la apertura del surco mediante una cuchilla circular de giro libre es la opción más generalizada. Para aumentar su resistencia al embozado es conveniente que el eje de giro de la cuchilla se encuentre por encima de la capa vegetal que cubre el suelo, con lo que se facilita el corte de los residuos.

Esto obliga a aumentar el diámetro del disco, lo cual dificulta la penetración para la misma carga vertical. Para conseguir una penetración suficiente se procede a cargar estos discos mediante masas de lastre y resortes alcanzándose frecuentemente valores próximos a los 200 kilos por unidad de siembra.

La cuchilla, además de lograr la apertura del surco, condiciona la profundidad de siembra, a la vez que se encarga de la creación de tierra fina, que luego se precisará para el tapado de la semilla.

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