Emplear semilla certificada va a suponer menor dosis de siembra, con un ahorro significativo, además de mayores rendimientos, menor presencia de malas hierbas y mejor sanidad
El resultado, un producto más homogéneo con mayor valor añadido
Uno de los principales insumos, por no decir el principal en importancia de su elección por parte del agricultor o productor de una explotación agrícola, será la semilla.
Su elección será una de las claves para poder alcanzar la máxima producción y calidad que esté en cada momento y lugar a su alcance.
La semilla certificada aportará las garantías necesarias para la utilización de este insumo o input. Esto será porque el sistema de certificación se basa en un doble control: por una parte el de las empresas productoras de las semillas, y por otra, el de la propia Administración reguladora que es quién certifica el producto final (Semilla Certificada) con las características de calidad expresadas, que garantizarán el artículo.
Para obtener esta verificación se habrán controlado diferentes aspectos de la producción de esta semilla certificada que habrá tenido controles administrativos, inspecciones de campo y análisis de laboratorio superando para ello los baremos legislativos.
Y también se puede decir que la producción de semilla certificada será uno de los procesos agroindustriales con una de las mayores exigencias de control y por lo tanto de garantías, amparadas por una considerable y estricta normativa.
En general todas las semillas certificadas habrán cumplido con los reglamentos oficiales, que son quienes las regulan, por lo que reunirán una serie de propiedades y que se corroboran por lotes que salen al mercado.
Propiedades que debe reunir cada lote de semillas
Genuidad. El lote de semillas responderá a la especie, variedad o cultivar deseado.
Homogeneidad. Tanto extrínseca como intrínsecamente.
Pureza. Estará libre de semillas de otros cultivares, especies, semillas de malezas y partículas extrañas.
Limpieza. Estarán libres de elementos o productos extraños como pajas, palillos, tierra, etc.
Sanidad. Estarán libres de plagas y enfermedades.
Viabilidad. Serán capaces de germinar para desarrollar una plántula normal en condiciones óptimas de siembra.
Vigor. Las semillas deberán germinar y desarrollar una plántula normal en situaciones de siembra desfavorable.
Todas estas características que definen a la semilla certificada, entre otras ventajas, van a suponer que se puedan utilizar menores dosis de siembra, lo que representará un ahorro significativo; los rendimientos serán mayores, con mejor implantación del cultivo, disminución de la presencia de arvenses o malas hierbas, aumentará la sanidad del cultivo, y en cuanto a la producción se habrá disminuido la presencia de mezclas y se habrá asegurado la homogeneidad de esa producción, que podrá ser requisito esencial para el destino final de esa cosecha, al tener que incorporarse a la llamada cadena alimentaria.
Otro aspecto diferido con la utilización de Semilla Certificada es que, con la incorporación al mercado de nuevas variedades, que permiten que se alcancen los crecientes rendimientos de los diversos cultivos y la mayor y mejor producción de alimentos, debe estar amparada por la protección de los avances tecnológicos que lo han permitido, en este caso la mejora genética. Así, por ejemplo, un fitomejorador que requiere un promedio de 10-12 años para crear una nueva variedad, llevando consigo además del tiempo una financiación para poder solventar los gastos del programa para el desarrollo de nuevas variedades, será frustrante que un productor se lance al mercado comercializando semilla ‘pirata’ sin ningún control y sin que el mejorador tenga compensación económica que le permita recuperar la inversión del programa de lanzamiento de esta nueva variedad.
Además de las dudas e incertidumbres que puedan ocasionar al agricultor la utilización sin control de esta semilla ‘pirata’ y ‘no certificada’.
