Son 64 los acuíferos de los que se extrae agua para el riego en la cuenca española del Duero, una reserva de verdadero oro líquido que se extiende bajo los pies del agricultor. 62 de ellos se encuentran en Castilla y León y solo dos (Vilardevós-Laza y Verín) corresponden a Galicia.
Las aguas subterráneas son protagonistas de la actualidad agraria por una serie de datos objetivos, el primero de los cuales resulta evidente: se trata de la principal fuente de agua de riego. Al mismo tiempo, la preocupación por la cantidad de agua disponible y por su ‘calidad química’ copa los titulares de los periódicos y está en el centro del debate entre agricultores, usuarios y administraciones.
Un caballo de batalla: la calidad del agua
La Confederación Hidrográfica del Duero (CHD) es la entidad responsable de que este elemento fundamental para la vida se gestione de forma responsable y de acuerdo con el interés general. Según los datos que manejan sus técnicos, son nada menos que quince los acuíferos que presentan mala calidad de las aguas.
Al mismo tiempo, seis de ellos registran problemas en cuanto al volumen del agua almacenada: los de Tordesillas, Páramos de Cuéllar, Los Arenales, Medina del Campo, Tierra del Vino y Salamanca. Como se señala desde la Confederación, el objetivo del buen estado de las masas de agua es doble: por un lado el cuantitativo y por otro lado el químico. Alcanzar el buen estado cuantitativo requiere la explotación sostenible, o lo que es lo mismo: que las extracciones y las recargas naturales se equilibren.
Controlar los niveles
Este equilibrio se debe comprobar a través del ascenso o descenso de los niveles de agua o zona saturada en el acuífero (piezometría, según la terminología empleada por los técnicos). De este modo, “si las medidas del plan hidrológico actual no permiten la recuperación, deberán establecerse medidas adicionales para alcanzar el equilibrio señalado”, señalan desde el organismo de gestión.
¿Está la solución en las recargas?
Desde la Confederación Hidrográfica del Duero se advierte de que no en todos los lugares son viables las recargas de los acuíferos, en el sentido de rellenar el acuífero con aguas superficiales.
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