Es importante utilizar abono de calidad, soluble y que no contenga metales pesados u otros elementos innecesarios que pueden ser perjudiciales para el cultivo y el terreno
Alejandro Álvarez, director comercial de Fertilizantes (LESA)
Poco o nada han cambiado las cosas en los últimos tiempos en materia de fertilización. Todavía a día de hoy las leyes del mínimo o de los rendimientos decrecientes son perfectamente válidas cuando se aplican al abonado. Bien es cierto que se han conseguido mejoras en cualidades de los fertilizantes, pero no debemos olvidar las bases fundamentales de una correcta, rentable, segura y lógica fertilización.
La solubilidad
Otro aspecto importante que se debe tener en cuenta a la hora de utilizar un fertilizante u otro es la solubilidad de sus elementos. En cuanto al nitrógeno y el potasio, esta característica no es importante, pero sí en cuanto al fósforo. Hay en el mercado productos aparentemente iguales, pero no lo son. El agricultor debe siempre fijarse en la solubilidad del fósforo, ya que si no lo hace corre el riesgo de aportar una parte del fósforo inerte para el cultivo.
La agricultura es una actividad de muy largo recorrido en la que el profesional del campo debe cuidar la tierra para los años venideros. Por esto tiene que, por un parte, no esquilmar la tierra aportando los nutrientes necesarios que el cultivo necesita y extrae. Por otro lado, debe procurar no dañar el terreno con abonos que contengan metales pesados o productos que incorporan elementos que dañan el terreno, el cultivo o directamente que bloquean a otros.
En la línea de lo anterior, también debemos saber que existen elementos secundarios (Ca, Mg, S) no menos importantes que los primarios, pero sí utilizados en menor cantidad. No es fácil que un cereal de invierno presente carencias de estos elementos, pero sin duda es beneficioso que un fertilizante complejo los incorpore.
Distinto es en el caso de los oligoelementos, utilizados en proporciones ínfimas por el cereal y encontrados en el suelo en cantidades suficientes para la planta. Sin embargo, nos encontramos en el mercado con abonos que incorporan prácticamente toda la tabla periódica de elementos. El agricultor debe hacerse las siguientes preguntas: ¿cuál es el origen de estos oligoelementos?, ¿los necesita mi cultivo?, ¿son asimilables por el cultivo?, ¿pueden presentar alguna toxicidad?, ¿pueden bloquear otros elementos?, ¿pueden dañar a largo plazo la textura y estructura del terreno?
Por desgracia para el agricultor, la diferencia entre los resultados de un plan de abonado correcto y seguro respecto a uno que no lo es no son visibles en los primeros años. Por ello hay muchos tipos y calidades de fertilizantes en el mercado.
En resumen, es aconsejable en la medida de lo posible utilizar el plan de abonado tradicional (fondo + cobertera) como primera opción, utilizar abonos de calidad, solubles, seguros y carentes de metales pesados o elementos innecesarios que además pueden ser perjudiciales para el cultivo y el terreno.