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Frutos secos y lúpulo, dos cultivos con futuro

Los Encuentros Agroprofesionales de la Revista CAMPO han analizado la situación de ambos cultivos. Los frutos secos ya se han consolidado en el paisaje de la comunidad. En cuanto al lúpulo, el 97% de la producción nacional se da en la provincia de León

Aitana Sánchez/ María Álvarez

Desde hace ya algún tiempo, los agricultores han ampliado sus horizontes en busca de nuevos cultivos que rentabilicen sus explotaciones y, en muchos casos, que les ayuden a adaptar su actividad a las condiciones climáticas cambiantes.

En este sentido, han entrado en la escena agrícola nuevos cultivos, así como otras producciones legendarias que dejan las bambalinas para recobrar de nuevo el papel protagonista.

La revista CAMPO, a través de sus Encuentros Agroprofesionales, organizados de la mano del ITACYL, está analizando diversos sectores de nuestra agricultura y ganadería para reflexionar, junto a toda la cadena de valor, sobre los retos a los que se enfrentan y cómo se pueden dinamizar gracias a la tecnología y la innovación.

El sector de los frutos secos sigue consolidando su crecimiento y remarcando su evolución positiva. Un mercado que mueve actualmente 110.000 toneladas, con unas ventas que superan ya los mil millones de euros y un volumen de negocio superior a los 2.600 millones.

Lo cierto es que cultivos leñosos como el almendro o el pistacho ya no son una alternativa, sino una oportunidad real y rentable que cuenta con desarrollo importante en todo el territorio nacional, y también en Castilla y León.

Nuestro paisaje está fundamentalmente marcado por la helada tardía. “Que el paisaje lo domine la helada tardía quiere decir que es muy difícil la producción de frutales. Si no hubiera heladas tardías aquí tendríamos olivos, hasta eucaliptos y otros tipos de cultivos también anuales”, explica Juan Añibarro, gerente de Viveros Fuenteamarga.

almendro

El papel de la genética

Hay una palabra que lo cambia todo: la genética. En el sector de los frutos secos se han desarrollado, gracias a la innovación, variedades que son ultraproductivas, precoces (producen antes de tiempo) y además brotan tarde. Esta diversidad varietal permite que frutos secos como el almendro puedan instalarse en explotaciones de todo el país, con condiciones climáticas muy diversas.

En zonas como San Cebrián de Campos, en Palencia, los cereales han sufrido las consecuencias de las heladas tardías que tuvieron lugar en abril. Unas temperaturas extremas de las que se han librado los almendros del agricultor Blas Donis, que ha recogido unos 1.200 kilos de pepita por hectárea en su segunda cosecha.

Un cultivo tecnológico

Cultivos como el almendro en la modalidad de seto han demostrado ser una gran alternativa a otros más tradicionales como el cereal en Tierra de Campos o la huerta en Navarra. La rentabilidad es la clave. Una rentabilidad que llega asociada a la menor demanda hídrica o a la completa mecanización, que resuelve el problema de la escasez de mano de obra.

Un “caso de éxito” en el sector de los frutos secos es Juan Ruiz, agricultor de Rueda. Ruiz cuenta que saca “mucha más rentabilidad con 500 kilos de pepita de almendra en ecológico que con el cereal”. Para él “fue casi una obligación apostar por este tipo de cultivos. Los cereales cada vez son menos rentables en esta zona”.

León, cuna del lúpulo

La provincia de León cuenta con la mayor parte de las hectáreas cultivadas de lúpulo de España, cerca del 97% del total nacional. En este caso, no hablamos de nuevos cultivos, sino de una historia que se remonta hasta la segunda Guerra Mundial y que está ligada a la tradición cervecera nacional.

En los últimos tiempos, el resurgimiento de la cerveza artesanal ha alimentado un mayor interés por el lúpulo en Castilla y León, donde es un referente, y especialmente en la provincia de León. Sin embargo, el cultivo del lúpulo va más allá de la cerveza.

Los retos del sector

El sector del lúpulo atraviesa una etapa de adaptaciones. Los precios, la prohibición de materias activas para hacer frente a las principales enfermedades que afectan al cultivo y la falta de relevo generacional son algunos factores que han provocado el desánimo de algunos agricultores.

Además, el aumento de las temperaturas y las sequías han provocado un estrés hídrico a la planta, pero desde el sector se está “tratando de mejorar los rendimientos y adaptarse al cambio climático”, explica Javier Fraile, técnico de SAT Lúpulos.

Modernización

Las modernizaciones son “imprescindibles” y tienen una serie de ventajas ante los principales problemas del lúpulo, como la proliferación de hongos. “Se entiende que puede haber en torno al 15-20% de mejor rentabilidad con el riego localizado por goteo”, detalla Javier Guerra, presidente de la Comunidad de Regantes Presa de la Tierra.

Las plagas y el cambio climático son un problema real que afecta claramente a la rentabilidad de sus agricultores, pero el lúpulo es un cultivo que tiene futuro. El agricultor Manuel González es el mayor productor lupulero ecológico de Europa con su empresa Biolupulus. “Exportamos el lúpulo fuera de España y queremos hacer algo de mercado con las cerveceras que hay aquí en España, ya que de momento no hay ninguna que acoja la iniciativa”.

“Creemos que es básico que incorporen tecnología a lo largo de toda la cadena de valor, desde el cultivo para mejorar el manejo, pasando por la búsqueda de materias activas, que permita controlar las enfermedades, y hasta el uso de los subproductos y de sustancias de forma alternativa al sector de la cerveza”, aporta Rebeca Díez, de ITACYL.

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