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viernes, abril 19, 2024
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Labores de invierno recomendadas en la viña

Tomás Jurío
Tomás Jurío. Ingeniero agrónomo y enólogo. Director de Bodegas Museum

En invierno no solo se realiza la poda en seco. Es un tiempo para hacer otras muchas labores, y sobre todo para observar el viñedo, lo que nos dará las claves de la campaña siguiente.

Tras un año vitícola de tantas vicisitudes como han sido la Covid-19 y la elevada pluviometría, tanto en invierno como durante el ciclo vegetativo que provocó una fuerte incidencia de mildiu causada por el hongo plasmopara vitícola, llega el momento de pensar en la campaña siguiente. Antes de iniciar la poda de invierno conviene pensar en cómo se ha comportado el viñedo en cuanto a enfermedades, plagas, accidentes climáticos, vigor, rendimiento y calidad de la uva.

Tanto las enfermedades como las plagas crean reservorios que permanecerán inactivos durante el invierno, bien en las cepas, en el suelo, en los restos vegetales dejados sobre el terreno o en la flora autóctona de la zona. El vigor nos dará información sobre cómo debemos podar en relación a la carga, y también sobre si la nutrición de las cepas es correcta o por el contrario necesita de aportes nutricionales suplementarios. Un exceso de rendimiento provocará un peor agostamiento que deberemos tener en cuenta para nuestro plan de fertilización orgánica, mineral o incluso foliar si hemos tenido alguna carencia de microelementos.

Si la vendimia ha sido mecánica es muy posible que haya sarmientos rotos y haya provocado heridas; si además el viñedo ha sufrido ataques tardíos de Mildiu que muchas veces no se tienen en cuenta, siempre será conveniente realizar un tratamiento a base de cobre inmediatamente después de vendimiar.

Figura 1. Ejecución de los cortes y conos de desecación.

Otra práctica recomendable post vendimia es el aporte de agua a nuestro viñedo si no llueve tras la vendimia. Por todo ello, es el momento de bajarse del tractor para ponerse de nuevo las botas y recorrer nuestros viñedos antes de empezar la poda. Las labores invernales en el viñedo se podrían sintetizar en:

La poda en seco

El principal objetivo de la poda de invierno es regular la ‘carga’ de las cepas, que no es otra cosa que intentar ajustar la futura producción de uva al vigor que en el momento de la poda podemos apreciar en la cepa. Indicadores de vigor fácilmente medibles son la longitud, el diámetro y el peso de cada sarmiento, así como el peso de la madera total de poda por cepa.

Pesos de sarmiento entre 40 y 60 gramos, sobre todo en la variedad tempranillo, serían normales. Por debajo sería un escaso vigor y por encima un vigor excesivo.

El peso de madera total por cepa debería oscilar entre 350 y 850 gramos. Igual que en el caso anterior, peso por debajo o por encima indicaría vigor bajo o alto respectivamente. Si tenemos poco vigor deberemos hacer una poda más corta dejando menos yemas por cepa.

Si, por el contrario, el vigor es alto tendremos que realizar una poda más larga dejando más yemas por cepa; en ambos casos según la cepa -variedad, tipo de poda, etc.- habrá que ver si el reparto de las yemas se hace sobre los pulgares/varas o bien sobre chupones o brotes de madera vieja. Habrá que mantener una distancia de unos quince centímetros de separación entre los pulgares dejados para permitir que la vegetación esté ventilada.

Figura 2. Lado izquierdo correcto, lado derecho incorrecto.

El segundo objetivo de la poda sería darle a la cepa la forma y conducción que queramos.

¿Cuándo y cómo hacer esa poda de invierno?

El momento óptimo es cuando la cepa está lo más aletargada posible que coincide con los meses centrales del invierno, si bien, podemos empezarla desde que han caído todas las hojas hasta antes del lloro, incluso podemos esperar a que hayan brotado las yemas más apicales con el fin de proteger la cepa frente a heladas primaverales, práctica ésta que no es recomendable hacerla todos los años.

Debemos podar con tiempo seco y soleado, huyendo de días nublados así como antes o después de una lluvia y, por supuesto, no podar nunca con niebla. Al hacerlo en condiciones de humedad relativa alta y/o con los sarmientos mojados o húmedos estamos facilitando en gran medida la proliferación de hongos que afectarán a la madera y a la próxima campaña. Los días con mucho viento tampoco son recomendables.

Podar una cepa no es cortar sarmientos y trozos de madera que creemos muerta, hay que saber qué cortar, cómo cortar y por dónde cortar. Dejaremos pulgares que estén bien insertados por su base sobre la madera del año anterior, evitando dejar pulgares con síntomas de excoriosis.

Figura 3. Mismo brazo de una viña de 80 años, lado izquierdo carrera de verdes, lado derecho carrera de secos.

Los cortes deben hacerse dejando un tocón desde la última yema dejada, de una longitud del mismo diámetro del sarmiento; el fin de esta medida no es otro que proteger a la última yema, pues los primeros milímetros se necrosarán y de este modo no comprometeremos la viabilidad de la yema. La dirección del corte será con inclinación hacia el lado opuesto de la última yema dejada, e intentaremos que ese corte sea lo más perpendicular al suelo. Lo nietos de los pulgares dejados hay que cortarlos sin que queden yemas en ellos.

Otro factor a tener en cuenta es cortar siempre por el mismo lado del brazo o del pulgar para no interrumpir el flujo de sabia, lo que llamamos carrera de verdes y carrera de secos. De este factor va a depender en gran medida la vida de la cepa.

La poda debe ser siempre respetuosa, cortando lo menos posible y evitando cortes de gran sección. Existen en el mercado varios productos con los que podemos proteger los cortes de poda, desde biofungicidas a base de Trichodermas, pasando por la asociación de fungicidas con polímeros sellantes, y hasta pastas sellantes neutras. Dichos productos se pueden aplicar con brocha, mochilas manuales o incluso con atomizadores/nebulizadores.

Fertilización

Figura 4. Poda incorrecta.

Una buena práctica es realizar enmiendas orgánicas invernales en el viñedo con el fin de que se vayan mineralizando para que los nutrientes estén a disposición de las cepas en el momento de la brotación. Dichas enmiendas pueden ser con estiércol o con preparados orgánicos a base de pellets de materia orgánica y ácidos húmicos y fúlvicos.

Preferiblemente estas incorporaciones deberán ser localizadas y en calles alternas. Además, con el aporte orgánico mejoraremos la estructura del suelo, dotándole de mayor capacidad para la retención de agua, y mejoraremos la capacidad de intercambio catiónico. Dicho de otro modo, con este abonado haremos que nuestro suelo sea más fértil de forma natural.

Laboreo del terreno

Con el fin de que el suelo pueda almacenar el agua del invierno, es recomendable realizar labores como el subsolado y cultivadores profundos. Además con el subsolado romperemos la capa de rodadura y ayudaremos a reactivar el nacimiento de nuevas raíces.

Planificar la estrategia de sanidad vegetal

Con la observación de la viña agostada podemos intuir la posible agresividad de ciertas enfermedades y plagas en la siguiente campaña, así como el nacimiento de malas hierbas.

Figura 5. Poda incorrecta.

Las enfermedades y plagas principales sobre las cuales podemos obtener información en invierno son el mildiu, oidio, excoriosis, araña roja y barrenillo.

El mildiu lo veremos en las hojas agostadas apreciándose manchas en forma de mosaico, donde se forman los huevos de invierno (oosporas) que es la forma de conservación del hongo. Si en la primavera siguiente se reúnen determinadas condiciones, dará lugar a las primeras contaminaciones.
El oidio se conserva como micelio bajo las escamas de las yemas en su forma asexuada (por tanto no lo veremos), pero también en su forma sexuada en unos órganos llamados peritecas ubicados en las hojas y en los sarmientos. Estas peritecas serán las responsables de las primeras contaminaciones al iniciarse la brotación, también junto con el micelio bajo las escamas de las yemas.

La excoriosis, que en muchos casos es la causante de tanta rotura de pámpanos al debilitar su inserción en el brazo, se conserva en forma de picnidios sobre los sarmientos.

Se puede apreciar mediante unas manchas blancuzcas con unos puntitos negros. Este hongo, al igual que el oidio, se puede conservar también en forma de micelio en las yemas y madera vieja, por lo que su ausencia visual no indica necesariamente que no tengamos el hongo.

La araña roja pasa el invierno en forma de huevos de color rojo alrededor de las yemas, también en la madera vieja y en la base de los pulgares. En los primeros estadíos puede provocar con la eclosión de los huevos desecación de brotes y caídas de hojas. En general, se reduce el crecimiento de los brotes. Por último, el barrenillo (Sinoxylon Sexdentatum) que pasa el invierno dentro de los sarmientos. Es una de las causas por las que ciertas yemas no llegan a brotar.

Figura 6. Poda incorrecta

La incidencia de esta plaga se puede observar viendo las yemas no brotadas que poseen un agujero circular en su base, así como en restos de sarmientos. No confundir con Xilotrechus Arvícola, que pasa su estado larvario en troncos y brazos.

Información útil para escoger el herbicida

Podremos observar la existencia de restos de algunas malas hierbas y, si además recordamos las que hemos tenido en verano, podremos ir pensando en qué herbicida deberemos utilizar en la próxima campaña.

Una mala práctica es usar un herbicida de forma general para todo y para todas las parcelas; porque no todos los herbicidas sirven para controlar todas las malas hierbas, no en todas las viñas nacen las mismas malas hierbas y, además, habrá que evaluar si merece la pena o no usar herbicidas, cuyo uso dependerá del grado de infestación que hayamos tenido.


Gráficos y fotografía, Tomás Jurío

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