Ricardo Ortega
Los cultivos forrajeros son una opción al alza, dada su demanda, su rentabilidad y su valor estratégico, tanto desde el punto de vista internacional como en el ámbito doméstico. Marcos Hernández, responsable de cultivos forrajeros de Oleokelsa, apuesta por averiguar junto al agricultor o el ganadero cuál es la fórmula de forraje que más se ajusta al perfil de su explotación.
Oleokelsa distribuye en exclusiva, en diferentes comunidades, algunas de las semillas de la compañía que lidera el mercado nacional, El Solc, que tiene registradas más de 30 variedades de las principales especies.
Por eso el abanico es tan amplio, al incluir gramíneas (diferentes fórmulas de ray grass, festuca, avena sativa, avena estrigosa…), leguminosas perennes (como trébol, alfalfa o esparceta), leguminosas anuales (veza sativa, veza villosa, guisante forrajero…) o diferentes fórmulas forrajeras.
“Nos adaptamos a las características de las distintas zonas, algo que conseguimos mediante la instalación de diferentes campos de ensayo y una comunicación continua con el agricultor y el ganadero”, subraya Hernández.
El objetivo es siempre alcanzar el mejor equilibrio entre calidad forrajera y rendimiento por hectárea. Que el cultivo sea una buena opción, tanto para el ganadero que lo produce como para el agricultor que lo introduce en su explotación. “Siempre se tienen en cuenta las necesidades del productor, porque por ejemplo el agricultor da prioridad a los rendimientos por hectárea, mientras que un ganadero valora mucho la capacidad de rebrote de las mezclas”, subraya el responsable de Oleokelsa.
Esa capacidad de rebrote es un valor añadido muy interesante para el ganadero. Una vez haya pastado el ganado, la capacidad para volver a crecer dependerá de cómo haya sido el corte, pero también de la humedad, del tipo de suelo… “En condiciones normales, el ganado puede pastar tres y hasta cuatro veces”, destaca.
Rentabilidad al agricultor
Desde el punto de vista del agricultor de regadío, el ray grass le suele dar para dos cortes, uno entre marzo y abril y el otro en torno a mayo, de modo que a continuación se puede sembrar un maíz, un girasol, una alubia… Un primer corte puede dar 14.000 kilos por hectárea y el otro quizá algo menos, pero un año de precios altos, de unos 300 euros, hace que hablemos de un cultivo “muy rentable”.
También hay que tener en cuenta que la alfalfa es una producción muy cotizada en los países árabes, y que por tanto es de gran interés conseguir forrajes más rentables para un mercado de cercanía.
Seguridad para el ganadero
Esos precios que en ocasiones son elevados son los que hacen que al ganadero le interese apostar por estas mezclas para autoabastecerse y no depender de la evolución de los mercados, de las crisis internacionales… “Tres pastos de ray grass es un ahorro impresionante para una ganadería”, destaca.
En el caso del vacuno de leche la alfalfa es más difícil de sustituir por otro tipo de forrajes, como vezas, ray grass o fórmulas forrajeras. En vacuno de carne u ovino esa sustitución, total o parcial, es más sencilla.
Investigación
Fruto de esa labor investigadora, de esa empatía con el productor, la compañía presenta fórmulas nuevas prácticamente cada año. El objetivo es obtener una cantidad interesante de proteína y también la digestibilidad.
“Otra de las metas (igual que con los créditos de carbono de eAgronom) es la de adaptarse a los requerimientos de la PAC; acoplarnos a los ecorregímenes y que se consideren cultivos mejorantes, sin perder la rusticidad y el equilibrio entre calidad forrajera y producción por hectárea”, destaca.
