Pablo Carnicero, director de Marketing y Comunicación de Regaber
El manejo del riego es el resultado de decisiones agronómicas relativo a la aplicación de agua. El sistema de riego nunca debe ser un limitante para su manejo, y debe permitir aplicar las decisiones del productor o agrónomo que considere oportunas. Un caso muy ilustrativo es la diferenciación de tipos de suelo en una misma finca, que pueden determinar distintas dosis de riego y distintas frecuencias.
Posición de la tubería
El material de riego habitual es la tubería de goteo integrada con goteros termosoldados a distancias regulares. Los goteros insertados o pinchados son poco frecuentes ya que son susceptibles a daños mecánicos. Las tuberías de goteo tipo Uniram o Dripnet, con goteros planos de pastilla, son muy resistentes a posibles pisadas en el campo o golpes. La tubería de goteo puede ser instalada al pie de las cepas, sujeta a los alambres inferiores de la espaldera o enterrada.
El sistema subsuperfícial es muy común cuando la plantación es adulta y tiene las raíces extendidas por todo el terreno. En estos casos se instala la tubería de goteo en medio de las calles y se utiliza goteo Uniram con sistema antisucción y antiraíces. El sistema subterráneo también se utiliza en plantaciones nuevas cuando se quiere proteger la tubería de posibles daños mecánicos o para optimizar el ahorro de agua. Estos sistemas requieren criterios de diseño específicos y elementos de protección adicionales que no encarecen excesivamente la infraestructura de regadío.
En plantaciones nuevas, la instalación de la tubería va en paralelo a la de las espalderas y de la plantación. El procedimiento más habitual es incorporar la tubería al primer alambre con anillas de sujeción. Estas mismas anillas nos sirven para asegurarnos que la gota de agua que sale del gotero cae dónde debe, y no se desliza por la tubería.
Caudal y separación de los goterosEl objetivo del sistema de goteo es crear una franja húmeda al pie de la plantación. Esta franja de humedad se consigue con el solapamiento del bulbo húmedo que crea cada gotero. La forma del bulbo húmedo la determina el tipo de suelo y el caudal del gotero. El tipo de suelo es el factor más importante. Un sustrato arenoso favorece la percolación del agua creando un bulbo húmedo estrecho y profundo, mientras que un suelo arcilloso y pesado impide la infiltración de agua con un bulbo húmedo ancho y poco profundo.Por esta razón, el tipo de suelo determina la separación entre goteros.
La mayoría de suelos son medianos con una textura franca. En estos casos, la separación entre goteros más habitual es de 75 centímetros. Cuando los suelos contienen más arena, o son drenantes, se acercan los goteros a 60 centímetros. En casos especiales, donde el agua percola rápidamente o por el contrario tiene una tasa de infiltración muy baja, se puede recurrir a separaciones de 50 centímetros y caudales de 1 litro por hora. En cuanto los goteros, la tendencia del mercado es el uso de caudales bajos. Antiguamente el más empleado era de 3,5 litros por hora por razones de confianza del instalador y del agricultor, ya que existe la creencia de que estos goteros son menos susceptibles a obturaciones.
La tecnología de Netafim y la experiencia acumulada por Regaber han llevado al mercado a utilizar goteros de 2,3, 1,6 y 1 litro sin ningún problema de mantenimiento. Cabe recordar que Regaber dispone de goteros de hasta 0,6 litros por hora para otro tipo de cultivos. Se puede resumir que la tubería de goteo más utilizada es autocompensante con goteros de 2,3 litros por hora cada 75 centímetros; 1,6 litros por hora cada 60 centímetros en suelos arenosos; y 1 litro por hora cada 50 centímetros, en casos especiales.