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viernes, abril 26, 2024
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InicioViñedoLa poda en viñedo, una labor determinante para la nueva campaña

La poda en viñedo, una labor determinante para la nueva campaña

La poda es una de las labores de viticultura más importantes del ciclo. La temporada de poda comienza tras las primeras heladas, con la pérdida de las hojas y el inicio de reposo invernal, y se puede extender hasta mediados de marzo, es decir, antes de que la planta despierte y renueve su ciclo vital.

Históricamente ha sido una de las labores más importantes de los viticultores, pese a que hay constancia de esta técnica desde la antigüedad cuando, probablemente por efecto del apetito de animales domésticos, griegos, romanos y árabes, comprobaron que, tras comerse éstos las partes más delgadas de los sarmientos, en la siguiente cosecha recogían racimos y bayas más grandes.

La poda nos permitirá orientar, regular y equilibrar vegetativamente la planta. Es decir, la primera consecuencia es que con la poda podemos dirigir la planta hacia una producción elevada o hacia un control de los rendimientos, que es lo que hacen en las bodegas de Familia Martínez Bujanda.

La obtención de vinos con carácter del entorno solo se logra con plantas equilibradas, con vegetación suficiente para soportar condiciones adversas de sequía por ejemplo, pero sin que sea excesiva para no ‘consumir’ la savia y nutrientes que necesitarán los racimos y las bayas.

Es una operación delicada, por cuanto se trata de una ‘amputación’, de cortar órganos a la planta por lo que hay que tener cuidado en que cicatricen las heridas y desinfectarlas con los productos adecuados. En este sentido, a nosotros nos gusta podar con los primeros fríos del invierno, en este momento los sarmientos estarán secos y los cortes serán limpios, así la madera estará bien ‘curada’ cuando recupere el ciclo activo.

Por norma general, conviene evitar los días de niebla o de mucha humedad para estas labores con el fin de favorecer la cicatrización.

Podemos distinguir varios tipos de poda: la de formación, para formar la planta de acuerdo al sistema de conducción; la de producción (la que hacemos todos los inviernos para equilibrar la planta); la de rejuvenecimiento, que consiste en cortar brazos secos por la edad de la cepa o por enfermedades por sarmientos nuevos sustitutivos; y la poda excepcional, cuando actuamos por circunstancias forzosas en viñas que han sufrido daños por heladas o granizo por ejemplo.

Como norma general, en cepas y sarmientos débiles dejaremos pulgares cortos con pocas yemas para que las plantas produzcan poco y se reconstituyan, mientras que en cepas y sarmientos fuertes haremos lo contrario para controlar su vigor.

Hemos tenido un otoño y un invierno extraño, de los más cálidos de la historia según los registros, también con aguas limitadas y vamos a ver si este mes de febrero regresan los auténticos fríos invernales o continúa una meteorología tan benigna como la que vivimos actualmente y tenemos una brotación adelantada.

“De momento, la labor del invierno, la poda, ya está hecha y vamos a ver cuándo y cómo despiertan las plantas de su letargo”, señalan desde el grupo bodeguero.

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