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miércoles, mayo 1, 2024
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Las primeras parcelas de cebada no pasan de los 1.000 kilos

La campaña no se ha generalizado, pero cada vez son más los que se animan a cosechar en Castilla y León. Los guisantes están “muy sucios” y en muchos casos la máquina solo recoge la mitad de la producción. Entre 300 y 400 kilos de guisante por hectárea

Ricardo Ortega

La campaña del cereal está siendo un desastre en el conjunto de España, con unos agricultores que se remontan hasta 1992 para recordar una cosecha igual de mala. Las cosechadoras llevan un par de semanas recorriendo el sur de la península y ya empiezan a estar en marcha en Castilla y León.

En Andalucía, las elevadas temperaturas de marzo y abril y la escasez de precipitaciones adelantaron la madurez del cultivo que, en muchos casos, no llegó a granar bien y se tuvo que recoger para forraje.

Dado el adelanto fenológico, la lluvia que empezó a visitar la península el 24 de mayo llegaba demasiado tarde. Hay parcelas de trigos duros y blandos que no han podido ser cosechadas. Entre 1.000 y 1.500 kg/ha en los mejores casos (zonas muy frescas o que han podido recibir al menos un riego). Las cebadas presentan rendimientos similares.

En Andalucía se ha pasado de 1,2 millones de toneladas a 0,75 millones. Un descenso del 38%.

Castilla-La Mancha: un 80% menos

Herminio Molina, agricultor de Albacete, destaca que la sequía ha hecho que el secano dé una producción que supone entre el 10 y el 20% de la de un año normal.

Incluso se nota en el regadío, donde ha habido agua disponible pero los cultivos no cumplen su ciclo con normalidad por culpa de las altísimas temperaturas. Por ejemplo, un cultivo muy asentado en Albacete es el ajo, con 8.000 hectáreas, y se puede decir que este año apenas hay producción. “La nueva PAC parece diseñada para perjudicar al agricultor, pero un año como este es aún más perjudicial”, señala.

Se nota en las leguminosas, que en secano no dan nada y en regadío “han sido un desastre”, en un escenario global que recuerda la mítica sequía del año 1992, que prácticamente se repitió en 1995.

La planta de la viña se encuentra en buen estado y se está desarrollando, pero la parte herbácea presenta enfermedades como consecuencia de la humedad.

Finca de patata ya florecida en Ventosa de la Cuesta (Valladolid). Fotografía: Miguel Álvarez

1.000 kilos en Castilla y León

Las zonas más tempranas de Castilla y León, como Ávila o el sur de Valladolid, están cogiendo unos mil kilos por hectárea. “Teniendo en cuenta los precios de las lonjas, y aun incluyendo la ayuda de la PAC, el agricultor no va a poder pagar ni el fertilizante”, apunta Víctor Arribas, de El Carpio (Valladolid). La situación es muy similar en pueblos próximos, como Bobadilla del Campo o Velascálvaro.

En Benafarces, también en Valladolid, las cebadas pueden dar una media de 1.000 o 1.200 kilos por hectárea, con una cosecha que era inminente pero que se retrasó ante la llegada de nuevos chubascos. “Las que peor están son las primeras en ser sembradas”, apunta el agricultor Luisma Palencia.

Hay muchas malas hierbas. En Pollos se ha empezado con la siega de la cebada, con unos rendimientos medios de unos 1.500 kilos por hectárea. Con algunos problemas para cosechar, ya que algunas tormentas han tumbado los cereales.

Cosechar con malas hierbas y rebrotes

En la provincia de Palencia, la localidad de Astudillo marca el límite entre Tierra de Campos y el Cerrato. El agricultor Alberto Nebreda señala que las cosechadoras ya deberían estar recogiendo el cereal de secano, pero lo impide la humedad del suelo.

Hay que tener en cuenta otro inconveniente importante: la presencia de malas hierbas y rebrotes de cereal como consecuencia de la lluvia, que complican mucho la cosecha.

Dadas las fechas en las que estamos, el agricultor tiene que asumir que cosechará con esas adventicias y esos rebrotes. “Tendrá que hacerlo cuando el grano esté lo suficientemente seco como para asumir la humedad que aportan, puesto que de lo contrario puede tener problemas a la hora de almacenar”. En algunos casos va a ser una misión “muy complicada”.

Mientras tanto, el cereal de regadío está muy verde en esta comarca, regada por el Canal del Pisuerga. Podría empezar a cosecharse en la segunda mitad de julio. Para este cereal puede ser un año normal, si bien con algunos puntos afectados por el pedrisco, e incluso por escorrentías importantes. “En algunos sitios han caído más de 70 litros en una hora, y eso no hay suelo que lo aguante”, subraya Nebreda.

El girasol, mejor

En Castilla y León el agua le ha venido bien al girasol, que ha nacido bien y ha hecho bodega. A poco que venga bien el tiempo, habrá producción y aunque en algunas zonas dé una media de 1.100 kilos el agricultor ya puede tener beneficio.

Otra cosa es cómo evolucione el mercado, puesto que en el sur de España la pipa ya se está cosechando pero no cotiza en las lonjas. “Eso significa que el girasol viene de otros países”, denuncia el agricultor Luisma Palencia.

Medio corte adicional en la alfalfa

Cuando ya se daba todo por perdido en el sector de los forrajes, las intensas lluvias de la última quincena darán un inesperado medio corte de alfalfa en el entorno de 1.000 kilos por hectárea, con calidad. Así sucederá al menos en la provincia de León y en la Tierra de Campos vallisoletana.

Las leguminosas también van mal. Los guisantes están “muy sucios” y en muchos casos la máquina solo recoge la mitad de la producción. Entre 300 y 400 kilos por hectárea.

¿Y las leguminosas?

En Casasola de Arión (Valladolid), destaca alguna noticia parcialmente positiva. La veza que se había dejado para grano iba a tener “cero producción”, pero gracias a las últimas lluvias ha dado grano y ahora poder dar entre 500 y 600 kilos por hectárea.

Algo parecido ha sucedido con la avena, “que de no tener producción han pasado a estar buenas”.

Guisante arrasado. Foto: Luisma Palencia

Por el contrario, la mitad del guisante más temprano no se va a cosechar. Estaba muy pequeño como consecuencia de la sequía y las lluvias han tumbado la planta.

Víctor López, de la compañía Paralcampo, destaca que en muchas parcelas de leguminosa no se ha tratado con herbicida, o bien se trató cuando no había humedad, con lo que el resultado fue casi nulo. El resultado es un cultivo muy sucio, con unas adventicias más fuertes que el guisante, puesto que se trata de plantas de verano.

Va a ser un problema para cosechar, lo que se puede traducir en una producción peor, pero -lo que puede ser más importante- también en la escasez de semilla con vistas a la próxima campaña, como advierte López.

¿Qué soluciones hay a esto? Para él, algunos agricultores se plantean quemar el cultivo empleando un desecante, como se hace en patata, lo que obligaría a comprobar si hay un producto registrado para guisante.

Otra opción es esperar a que esas malas hierbas estén más secas, pero para entonces la planta del guisante se habrá caído al suelo y será imposible recoger.

Y una tercera opción es enterrar la planta como abono verde, aunque esta se contempla como última opción, puesto que el agricultor siempre preferirá cosechar.

Pendientes de los precios

Ante esta situación, solo queda esperar a que las lonjas empiecen a reflejar las subidas que ya se dan en las bolsas internacionales, como la de Chicago, después de varias semanas de bajada. Las noticias sobre la sequía en EEUU son peores de lo esperado, con lo que los grandes fondos de inversión han empezado a comprar soja, maíz y también trigo.

Subidas de precios que podrían dar algo más de valor al grano almacenado en España, y al que está por ser cosechado.

Fotografía principal: Víctor Arribas, de El Carpio (Valladolid), en plena cosecha de cebada.

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