Las superficies continuarán en aumento, sobre todo en regadío, según prevén en ACOR
Los dos primeros meses del cultivo resultan vitales para que su desarrollo sea el adecuado
El retraso de los fríos intensos posibilita que el potencial siga intacto
La colza es un cultivo que ha ido ganando protagonismo en las rotaciones de cultivos de Castilla y León durante los últimos años. Aún le queda mucho para alcanzar las superficies que se sembraban hasta el desastre sanitario de 1981, pero los argumentos agronómicos y la rentabilidad han relanzado la colza.
Esta campaña ha estado marcada por una disminución de las precipitaciones de hasta un 40% en toda la Comunidad, e incluso más del 50% en la zona centro oeste. “Fueron ya precipitaciones escasas en el otoño”, recalcan desde el Servicio Agronómico y de Cultivos de ACOR.
Son los meses de septiembre y octubre esenciales para el buen desarrollo inicial del cultivo, pero en esta campaña caracterizada por la ausencia de lluvia quedó condicionado el desarrollo del cultivo desde el inicio. “Es la causa principal de la reducción de superficie con respecto al año pasado”, justifican en esta cooperativa con sede en Valladolid.
El gorgojo del tallo de la colza ha aparecido antes, debido a que las temperaturas en febrero y marzo fueron más elevadas que en años anteriores. Los agricultores que no controlaron de forma inmediata esta plaga han visto más afectados sus cultivos. También han estado afectadas las colzas en las comarcas donde suele ser frecuente la aparición de topillos. Esto ha ocurrido prácticamente desde el inicio del cultivo.
Para rematar negativamente la campaña aparecieron las heladas de primavera. Sobre todo, los días finales de abril e inicio de mayo. Se vieron afectadas tanto finalizando la floración como recién concluida; y con distinta gravedad en función de las temperaturas alcanzadas.
En las zonas donde se llegó -8ºC, las pérdidas han sido elevadísimas, llegándose a estropear toda la cosecha. Donde se registraron de -4ºC a -6ºC, la merma en los rendimientos será significativa pero seguirán teniendo una cosecha parcial. En las zonas donde las heladas llegaron a valores entre -1 y -3 los daños se limitaron al piso que estaba en floración o con silicuas recién formadas. Estas suelen ser habituales otros años en abril.
“Finalmente, los episodios de temperaturas elevadas en junio han acelerado el final del ciclo y han adelantado el inicio de cosecha”, advierten en ACOR.
Suelos con buen drenaje
La colza se adapta bien a casi todos los suelos pero especialmente lo hace en los que son profundos con buen drenaje de textura franca o franca arcillosa.
Este cultivo necesita lluvias en septiembre y octubre para favorecer una germinación temprana y una implantación con buen desarrollo. Son claves los primeros 60 días. “Cuanto más se retrasen los fríos intensos mejor desarrollo llegará a alcanzar en cultivo y mayor potencial tendrán los rendimientos”, recalcan.
Se adapta bien en todas las comarcas, pero aquellas de suelos más fuertes tienen un mayor potencial. Es notable la buena implantación y los buenos rendimientos que la colza tiene sembrada sobre barbecho.
“Las comarcas en las que tradicionalmente se sembraba cereal sobre barbecho han descubierto lo bien que la colza se adapta a este sistema y los buenos rendimientos que se alcanzan en los secanos. En los regadíos por descontado. Esto se pone de manifiesto, sobre todo, en comarcas de Zamora, y en menor medida Salamanca y Valladolid”, destacan desde ACOR.
Este año, debido a las inclemencias, se ha quebrado el aumento en la secuencia de superficie sembrada pero la tendencia seguirá siendo al alza en los próximos años según las previsiones de los expertos. Esto ocurrirá sobre todo en el regadío, mientras que el secano sufrirá dientes de sierra en función de que aparezcan o no las primeras lluvias en septiembre y octubre; la época habitual de la sementera.
Buena suela de labor
“Todas nuestras intervenciones en el cultivo son para que este consiga el mayor desarrollo lo antes posible. La preparación del suelo es el primer paso y, por tanto, los cimientos de nuestro trabajo durante la campaña”, enfatizan en el Servicio Agronómico y de Cultivos de ACOR.
Lo primero que hay que remarcar es que, para que el cultivo se desarrolle correctamente, el sistema radicular debe profundizar sin obstáculos. En consecuencia, no debe haber suela de labor ni problemas de estructura. Por tanto, si no se han hecho labores profundas durante mucho tiempo hay que realizar una labor de subsolado. Si se incorpora la colza a la rotación de cultivos no será necesario volver a realizar esa labor a la tierra. A partir de aquí, las labores del suelo son similares a las que se hagan para el cereal en cada comarca.
Como es un cultivo que hay que sembrar temprano, se deben aprovechar todas las oportunidades disponibles, desde la cosecha del cultivo precedente, para ‘ir haciendo suelo’: pase de grada nada más cosechar y después de las tormentas de verano. Al sembrarlo temprano, arar con la vertedera prácticamente queda descartado, salvo que se siembre sobre barbecho y se haga el otoño anterior.
Herbicida y fertilizante
Una vez que el cultivo esté implantado, si no se ha aplicado herbicida en preemergencia, hay que suministrar en postemergencia temprana metazacloro 50% a 1,5 litros por hectárea. También hay que controlar la hoja estrecha, principalmente la otoñada, con un antigramíneo autorizado. No se debe esperar a que nazca toda la otoñada. Es preferible controlar a tiempo aunque con posterioridad nazca algo más.
La otoñada que nace cuando la colza ya tiene entre cuatro y seis hojas no le hace apenas competencia al cultivo. En cambio, una otoñada muy densa en las primeras etapas de la colza, si se deja que compita de 25 a 30 días, puede llegar a reducir los rendimientos en una tercera parte.
Por otra parte, desde ACOR recomiendan distribuir el fertilizante de cobertera: nitrosulfato amónico o sulfato amónico (aproximadamente 450 kilos por hectárea en regadío y 350 kilos en secano) en dos veces. La primera a principios de diciembre y la segunda a finales de enero. Con ello se evitará que el cultivo llegue a ponerse rojo o morado (síntoma de carencia de nitrógeno).
Hasta aquí el potencial del cultivo ya está planteado. Ahora se debe tener cuidado para que no se pierda: controlando la aparición del gorgojo (Ceutorrhynchus napi) en febrero y marzo y tratándolo con insecticidas autorizados. Controlando el pulgón (Brevicoryne brassicae) con los insecticidas adecuados (los afidicidas respetan las abejas que colaboran en la polinización). Actualmente en Castilla y León apenas hay incidencias graves de enfermedades en la colza.
En el último momento hay que estar muy atento a la regulación de la máquina en la cosecha. “Dar una pasada inicial controlando las pérdidas en el suelo y las impurezas que van a la tolva; y ajustar nuevamente si es necesario. Se debe realizar una buena cosecha para no perder, en el último momento, lo que ya tenemos en el campo y que hemos cuidado durante once meses”, prescriben.
Las ventajas
La colza aporta beneficios a la explotación ya que es uno de los cultivos extensivos más rentables.
- Es una buena opción en la rotación de cultivos que plantea la agricultura moderna.
- Depara una mejor distribución en la carga de trabajo de la explotación, ya que las labores son realizadas semanas antes que las del cereal.
- Proporciona el incremento en los rendimientos (10%-15%) del cereal sembrado tras la colza.
- Facilita un mejor control de las malas hierbas, sobre todo, de hoja estrecha. Cultivo de hoja ancha alternando con cultivos de hoja estrecha.
- Hay estudios que constatan un efecto fungicida en el suelo de las parcelas, frente a hongos patógenos, resultante de la descomposición de los restos vegetales de la colza.
- Resulta espectacular la buena estructura que deja en el suelo el cultivo de colza y esto lo constatan los agricultores al hacer las labores del cultivo siguiente.
