No debemos tener miedo a sembrar nuevas variedades, siempre que se haga con la recomendación técnica adecuada. Esto es así porque, si el técnico realiza correctamente su trabajo, “las variedades que nos ofrece habrán sido testeadas adecuadamente en la misma zona de cultivo y en condiciones reales de siembra, por lo que ya conoce perfectamente cómo va ser su evolución”, subraya José Vicente Alcántara, jefe del Área de Selección y Certificación de Semillas en la compañía Bernabé Campal.
Las variedades se comportan de manera muy diferente en función de la fecha y la zona en la que se siembre, y su comportamiento a priori sobre el papel suele variar bastante del que al final nos encontramos en las condiciones reales del cultivo.
Existen factores diferenciales que afectan al comportamiento de las variedades en función de las condiciones ambientales. Sabemos que las variedades que denominamos de invierno necesitan un número determinado de horas de frío para su correcto desarrollo, la vernalización, cosa que no ocurre en las variedades de primavera, como recuerda el responsable de Campal.
A todas les afecta el número total de horas-frío que soportan y también las horas de luz que tenemos en cultivo, lo que se denomina fotoperiodo, estas condiciones varían en función de la zona donde se realice el cultivo y va a condicionar el correcto desarrollo del mismo en función de la fecha en la que se realice la siembra, que va a marcar tanto las horas frío, como las horas luz que va a soportar la planta y por ende el rendimiento final.
La elección de la variedad es siempre el factor que más va a condicionar el rendimiento del cultivo. Teniendo en cuenta las fechas a las que nos acercamos, podemos sembrar variedades de primavera y también variedades de invierno de ciclo corto.
“La elección de una u otra se puede considerar vital y va a condicionar totalmente el resultado obtenido en la cosecha”, recalca José Vicente Alcántara.
