Una planta fotovoltaica de un megavatio permite a la comunidad de regantes sacar adelante 1.200 hectáreas de regadío sin que los socios hayan tenido que aportar un solo euro. El proyecto no ha contado con ninguna ayuda por parte de la Administración
El norte de la provincia de Ávila encierra proyectos innovadores como el de la cooperativa Colina de la Moraña, una de las primeras comunidades de regantes de España, que hace más de medio siglo ya vio la necesidad de establecer una infraestructura común para reducir los costes del riego.
En la actualidad cuenta con cuarenta socios, aunque no todos siguen activos, y está presidida por Roberto Gómez.
Sus integrantes cultivan remolacha, patata, maíz y planta de fresa, además de zanahoria, cebolla, guisante y remolacha de mesa, en un radio de acción de 20 kilómetros en torno a la localidad morañega de Cabezas de Alambre.
Su última inversión, y quizá la más ambiciosa, ha sido la planta fotovoltaica de un megavatio (MW), con capacidad para generar 1.600 MWh de energía limpia al año.
La comunidad de regantes se beneficiará de un ahorro en su factura eléctrica superior a los 100.000 euros anuales y la intención va más allá del autoconsumo: sus socios esperan redondear sus ingresos mediante la venta de electricidad a la red general.
La iniciativa ha abierto un nuevo escenario en la comarca, con un riego más económico y también más respetuoso con el medio ambiente, ya que la cooperativa obtendrá un ahorro en su factura eléctrica equivalente al consumo anual de 500 hogares, lo que evitará la emisión de más de 11.000 toneladas de CO2 a la atmósfera durante sus más de 25 años de vida útil, según las cifras que ofrece Roberto Gómez.
Lo más interesante para el socio es que no ha debido realizar inversión alguna, sino que el crédito concedido por Cajamar se irá amortizando mediante el propio funcionamiento de las placas.
La planta ha supuesto 625.000 euros y el plazo de amortización será de siete años.
Es un paso más en la línea mantenida durante más de medio siglo por esta sociedad nacida para modernizar el regadío y economizar una actividad basada en las bombas de gasóleo, dentro de una zona de riego con aguas subterráneas muy profundas.
Aquí regar una hectárea de patata venía saliendo por mil euros anuales.
Precisamente, Indycons saca adelante 300 hectáreas de patata gracias a este riego. Guillermo Holgado es presidente de Indycons y vicepresidente de Colina de la Moraña, y destaca la importancia de obtener el producto por medio de energías limpias.
De hecho, es uno de los requisitos que más valora su principal cliente, Pepsico, a la hora de contratar.
1.200 hectáreas
“Siempre nos han considerado grandes consumidores. Toda la vida hemos estado en seis periodos, con sus ventajas y desventajas, pero globalmente trabajar de esta manera nos ha beneficiado”, señala el presidente de una cooperativa nacida exclusivamente para la gestión de la energía.
La sociedad debió poner en marcha una completa infraestructura, con numerosos postes y un extenso cableado, que es la misma base sobre la que trabaja hoy. Se riegan 1.200 hectáreas de marzo a noviembre.
Fuera de ese periodo se corta la energía para que no haya pérdidas, puesto que hay un diferencial entre lo que factura Iberdrola y lo que reflejan los contadores.
La planta está hibridada, tipo ‘isla’. A día de hoy no puede vender y se ha dado de alta como autoconsumo. Por eso depende de Iberdrola en caso de que cambie el tiempo y no genere suficiente electricidad.
Cada socio tiene un contador particular, mientras que Iberdrola realiza su lectura en uno general.
Entre los servicios que la cooperativa presta a sus socios está el de mantenimiento y solución de incidencias. Todas las facilidades para que el agricultor siga haciendo aquello en lo que es experto: sacar adelante unos cultivos de calidad.
Una estrategia inteligente de desarrollo rural sostenible.
