En 1997 nació la Indicación Geográfica Protegida ‘Lechazo de Castilla y León’ con el fin de “proteger un proteger un producto que se obtiene y consume de manera tradicional desde tiempos de la colonización romana, el cual nuestros asadores cuidan y preparan de forma magistral”, explican desde el Consejo Regulador que gestiona este sello de calidad.
Pero dicho esto, ¿qué ventajas reales supone esta protección para el lechazo de Castilla y León? Aquí van algunas de las más importantes:
- La mayor ventaja que se obtiene con el sello IGP Lechazo de Castilla y León es que se garantiza la calidad del producto, amparado por un proceso de control que comienza desde el momento en que paren las ovejas.
- Sigue durante el amamantamiento de las crías y finalizada en matadero, donde los veedores hacen la clasificación y colocan tanto la etiqueta como las vitolas identificativas en el extremo de las cuatro extremidades.
- La vitola de esta Indicación Geográfica Protegida es de color rojo. Para otras razas, como la assaf y algunas minoritarias, está el Lechazo Tierra de Sabor, con vitola negra y con su propio pliego de condiciones, que excluye a las razas autóctonas Churra, Castellana y Ojalada.
- Otra ventaja, más allá del identificativo de calidad, es que al trabajar en el marco de esta figura el carnicero sabe que cuenta con un producto de altas cualidades, que puede ofrecer a sus clientes con confianza.
- El consumidor, por su parte, sabe que come un producto de elevada calidad, saludable, con una menor infiltración de grasa. Y el ganadero tiene la ventaja de que el operador le pagará un poco más por su producto.
- Todo ello suma y se refleja en una carne de alto valor biológico, producida con el mayor respeto del medio ambiente y contribuyente a que el medio rural no se vacíe.
