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martes, mayo 7, 2024
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El sector porcino afronta años trascendentales

La industria de la carne de cerdo se mantiene como un transatlántico de la economía nacional y regional, pero los cambios sociales y el aumento de los costes amenazan su estatus a medio plazo

Edu Mongil

El sector porcino se enfrenta a un momento crucial. Son tiempos de transformación y cambios, algo que exige una estrategia adecuada para conseguir la adaptación. La industria cárnica del cerdo es un transatlántico de la economía española, y va a mantener ese estatus al menos a corto plazo. Pero la duración de esa bonanza es la principal preocupación que tienen los profesionales, que han visto cómo su mercado sufría ya una pequeña pausa.

Después de una década en la que todos los marcadores relacionados con el porcino crecían de forma constante, el pasado año ha consolidado un parón en casi todas las áreas. Aunque el sector tiene una fuerza enorme, hay algunas variables que es necesario tener en cuenta. En comparación con los doce meses anteriores, en 2022 bajó el censo de cerdos, el número de granjas, el volumen de exportaciones al exterior, la producción y el consumo en los hogares, aunque los números aún no son preocupantes.

Miguel Ángel Ortiz, presidente de Feporcyl.

En el lado positivo hay que mencionar el saldo comercial, que según los datos ofrecidos por el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación ha aumentado, y llega a los 7.720 millones de euros.

Esta cifra sitúa al sector porcino como el más rentable en relación con exportaciones e importaciones del sistema agroalimentario español, y el segundo de toda la economía española, únicamente por detrás de la industria automovilística. Además, España es el segundo exportador mundial de carne de cerdo, tan solo por detrás de Estados Unidos.

Se puede decir que se ha producido menos, pero se factura más, aunque con estos datos tan contrapuestos no es sencillo efectuar un dictamen claro sobre el estado del sector porcino en España. Hay motivos de sobra para ver la botella medio llena y medio vacía al mismo tiempo.

Si se atiende a la opinión de los profesionales, estos destacan la fuerza de su industria en un momento en el que la guerra en Ucrania, el cambio climático y la recuperación tras la pandemia han elevado los costes de producción.

Recientemente, el director de la Interprofesional del Porcino de Capa Blanca (Interporc), Alberto Herranz, señalaba que los números “vuelven a mostrar un sector muy fuerte, competitivo, consolidado y comprometido”, pero reconocía que “la industria comienza a tener una necesidad creciente de apoyos”.

Situación compleja en Castilla y León

Las fortalezas y debilidades se replican de forma parecida a nivel regional. La industria porcina es una de las más potentes de Castilla y León, pero tiene amenazas que requieren una respuesta inmediata. Según algunos cálculos generales del sector, y a nivel estimativo, los costes derivados de la producción habrían aumentado alrededor de un 40% de media en el último año.

Miguel Ángel Ortiz, presidente de la Federación de Asociaciones de Productores de Ganado Porcino de Castilla y León (Feporcyl), señala los graves problemas en la cadena de suministros y materiales como principal motivo del incremento de los gastos.

La ralentización en la construcción de nuevas granjas, derivada también de la carencia de materiales, ha provocado que la puesta en marcha de una nueva explotación se eleve a más de un año, de media, desde el inicio de su construcción, cuando anteriormente podría estar en medio año, “lo que aumenta los gastos financieros porque pasa más tiempo hasta que se puede rentabilizar económicamente la granja”, indica Ortiz.

No obstante, para el presidente de Feporcyl, el retraso en la llegada de suministros no es la traba más relevante que tienen que afrontar los empresarios del sector a la hora de desarrollar nuevos proyectos o ampliaciones.

Según Miguel Ángel Ortiz, las administraciones mantienen “atascados” muchos expedientes y no dan salida a las demandas de ganaderos que pretenden ampliar su negocio. Los motivos podrían estar en la presión social y en los “prejuicios” alrededor de la industria, algo que desde el sector consideran que no se ajusta a la realidad. “Luchamos mucho por reducir la huella de carbono o la huella hídrica, y lo estamos demostrando. Estamos comprometidos con la sostenibilidad de la naturaleza, pero necesitamos también sostenibilidad económica”, comenta.

En la actualidad, la cabaña porcina de Castilla y León se sitúa sobre los 40 cerdos por kilómetro cuadrado, una cifra que está lejos de los 400 animales que llega a haber en otras zonas de España.

Para Miguel Ángel Ortiz, aumentar el número de cabezas de ganado es imprescindible para garantizar la viabilidad de una industria que tiene que hacer frente a la competencia de unos mercados extranjeros que no cuentan con las mismas exigencias en cuidado animal y medio ambiente que existen en España.

“Necesitamos llegar a los cien cerdos. Somos creadores de riqueza, fijamos población, y Castilla y León tiene un entorno fabuloso para que existan más granjas. Es un tren que no podemos dejar pasar”, reclama el presidente de Feporcyl.

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