El inexorable paso del tiempo no da tregua. Aún no hemos acabado de hacer balance de la campaña pasada y ya tenemos encima una nueva sementera, que eso sí, espera silente las aguas de septiembre que por desgracia no hemos tenido en los últimos años y que todo apunta que así será también este año.
Comienza septiembre y la vendimia en Castilla y León protagoniza la recolección de cosechas que no paran, como las hortícolas, y de otras que esperan su turno, como la remolacha, el girasol o el maíz. Un año raro, seco, de malas producciones y de precios regulares, con los típicos sobresaltos y que nos deja, otra vez, como regalo para esta nueva campaña, la incertidumbre de nuestra ‘espada de Damocles’: el agua, siempre el agua.
Volvemos a planificar la campaña sin saber qué agua vamos a tener, y no me refiero a la del cielo, que esa bien sabemos de quién depende. Yo entiendo que ahora es complicado, que las concesiones acaban en septiembre y que habrá que esperar para manejar más datos. Pero, ¿alguien me puede decir cómo un agricultor puede hacer su plan de cultivos si no sabe hasta el mes de mayo el agua de la que va a disponer? De las subterráneas mejor no hablamos. Vuelven las denuncias, y las CUAS sin aprobar. Otra campaña perdida. Y el pagano, el de siempre.
La certidumbre y la información son determinantes en el manejo de los cultivos y en su consecuente producción y rentabilidad. Todos abogamos por la profesionalidad del sector, pero no lo ponemos nada fácil. ¿Algún responsable técnico o político ha elaborado un presupuesto sin tener claros los ingresos? Pues estos señores y señoras lo hacen cada año. Eso sí, si les sale bien nos lo apuntamos todos. Más que agricultores parecen jugadores de apuestas, con retos y aventuras en las que solo cuenta su pericia y experiencia. No parece muy profesional, pero esto son lentejas.
Esta semana presentaba el consejero Jesús Julio Carnero su hoja de ruta hasta el 2023, prioridades, programas, retos y propuestas con el objetivo claro de conseguir un crecimiento estable del sector, desde el diálogo, el acuerdo y el consenso. Muchas son las propuestas, pero hay una prioridad que destaca por encima de todas: las personas, las mujeres y los hombres del campo, los que luchan cada día ante las adversidades de la climatología, los mercados y la administración.
