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viernes, marzo 29, 2024
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El agua reinicia el año desde la perspectiva del abonado

El campo de Castilla y León ha abandonado su situación de incertidumbre gracias al agua caída en los últimos días. Solo el jueves cayeron 20 litros de media

La foto del campo es hoy muy diferente a la que nos ofrecía hasta el 2 de marzo, tras un invierno muy seco, con fuertes heladas, en algunas ocasiones de hasta siete grados bajo cero. Estos fríos son los que han permitido aguantar a los cultivos, que han permanecido retrasados respecto a otros años y se han salvado de una situación de sequía.

José Ángel Cortijo. Fertiberia
José Ángel Cortijo. Fertiberia

La semana pasada cayeron cerca de 20 litros de media en Castilla y León y, si la semana entrante repite ese comportamiento, habrá comenzado un año completamente nuevo.

Esta humedad y las temperaturas de marzo van a animar de forma notable al cereal, lo que nos obliga a replantear nuestra estrategia de fertilización a un nuevo escenario, con un potencial productivo que se ha disparado.

Y sin perder de vista que la guerra en Ucrania hace que nos encontremos en un nuevo escenario también desde el punto de los precios del cereal y de la seguridad alimentaria.

El agricultor debe corregir aquellas carencias que pueda tener su fertilización, para que la planta disponga de los nutrientes que va a necesitar ahora que empieza su desarrollo.

Siembras de primavera

En espera de hacer balance de estos días de lluvias, hay incertidumbre respecto a las siembras de primavera, puesto que diferentes sistemas de riego pueden tener restricciones de agua muy importantes.

Eso empezará pronto a influir sobre las decisiones de siembra, puesto que muchos agricultores se lo pensarán dos veces antes de inclinarse por una determinada opción de riego si no saben si dispondrán de una dotación suficiente.

Las decisiones serán especialmente importantes para los regantes con perforaciones, dados los elevadísimos costes energéticos que padecen este año, que les van a obligar a hacer muchas cuentas.

En todo caso, antes de la lluvia ya se estaba abonando en fondo parcelas en las que se sembrará remolacha porque el estado del suelo permitía ir haciendo labores. Ya conocemos el carácter inquieto del agricultor, que le impide quedarse en casa mirando el cielo a través de la ventana.

La tentación de abonar “como siempre”

Es muy curioso que, en la remolacha, los agricultores acepten de buen grado los avances del cultivo en materia de variedades, por ejemplo, pero sigan abonando igual que hace 20 años, cuando la investigación en abonado ha avanzado tanto como en materia de semilla.

Siempre hemos defendido en esta sección la necesidad de que el agricultor sea crítico, se informe, investigue sobre nuevas fórmulas y adquiera aquellas que mejor responsan a las necesidades de su suelo y su cultivo.

El abonado, una herramienta muy útil en patata

El agricultor tiene en la memoria la situación de la patata en la última campaña, con tanto producto que se quedaba en el suelo por no responder a las famosas “exigencias” del mercado.

Si el problema del tubérculo está en su apariencia, hay que recordar que se puede actuar desde la fertilización para que la patata tenga un calibre homogéneo, una mejor presencia y una piel más clara, en la línea que nos demandan desde otros eslabones de la cadena.

Sin olvidar, evidentemente, circunstancias como que las condiciones meteorológicas pueden ser desfavorables, hasta el punto de condicionar la calidad final del producto.

No perdamos de vista los macroelementos secundarios

El agricultor debe siempre prestar atención a que exista una buena proporción en el uso del nitrógeno, con una adecuada utilización de esos llamados ‘macroelementos secundarios’ que se convierten en primarios cuando hablamos de cultivos de elevado valor añadido, como en el caso de la patata.

Debemos conseguir que las tierras de Castilla y León tengan a estos elementos (calcio, magnesio, azufre…) tan en cuenta como al NPK, sin que por ello dejemos de aportar esos elementos primordiales.

Calcio: una patata que dura más

El calcio participa en que la patata ‘se llene’, tenga más materia seca y una piel dura, que evita enfermedades y el tubérculo no se magulle en el procesado posterior al arranque. Una patata con mejor presencia y mayor durabilidad.

Por lo general los niveles de este elemento son altos en Castilla y León, pero en muchas ocasiones esas cantidades que refleja el análisis no están disponibles por la planta, ya que son calcios no solubles. Prestemos atención a esto.

El magnesio, fundamental para el almidón

El magnesio es el elemento encargado de que la mata sea capaz de absorber más energía y aumentar la capacidad del cultivo en cuanto a producción y calidad. Este macroelemento secundario constituye el núcleo de la molécula de clorofila, pigmento que se necesita para realizar la fotosíntesis.

Este proceso, como es sabido, permite la absorción de nutrientes, lo que nos da idea de la importancia del magnesio para el desarrollo de las plantas; un nivel bajo de este nutriente puede desembocar en bajos niveles de captación de energía, y en consecuencia en una menor capacidad de producción.

El azufre y la sanidad de la planta

Es un elemento fundamental para un mayor desarrollo de la raíz, lo que entre otras cosas permitirá una mejor absorción del nitrógeno, al que está muy vinculado.

El azufre aumenta el porcentaje y calidad de las proteínas en los cultivos. Activa enzimas importantes en el metabolismo energético y de ácidos grasos, y aporta mayor sanidad y fortaleza a la planta.

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