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viernes, marzo 29, 2024
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Los obtentores vegetales vuelcan su esfuerzo en afrontar el cambio climático

La apuesta por la investigación se traduce en la obtención de fondos para esa actividad, que a su vez aporta resultados. Sin ellos, la agricultura actual no sería una actividad rentable y la alimentación resultaría imposible. Con esta secuencia lógica responde Clemente Morate, responsable de remolacha para España de SES VanderHave, a la cuestión planteada por CAMPO a todas las compañías que comparten el compromiso por la innovación: cómo justificar ante clientes, socios y accionistas la apuesta por la investigación.

La actividad investigadora del grupo Florimond Desprez supone el 13% de su cifra de negocio, “lo que lo sitúa a la cabeza según este criterio”. La actividad de investigación y desarrollo ocupa al 35% de sus colaboradores para los cultivos de cereal (Marisa), remolacha azucarera (SES VanderHave) y patata (Germicopa).

Para Morate, el agricultor sabe que sin el avance en variedades él retrocedería en rentabilidad. Cosa diferente es que el consumidor sea consciente del ‘milagro’ de encontrarse todos los días los lineales del supermercado repletos de alimentos sanos y seguros “a uno precios irrisorios, cuando no hace mucho tiempo ese consumidor tenía que dedicar muchas horas de trabajo para conseguir un poco de alimento”. Ese milagro siempre empieza en el seleccionador.

Un agricultor implicado en el proceso de innovación

Desde Florimond Desprez se destaca que el agricultor actual conoce las novedades “casi antes de que aparezcan” y participa muy activamente en su implantación. Estas novedades suelen responder a mejoras sobre lo que están haciendo y que ellos mismos demandan. De hecho todos forman parte de una cadena, puesto que el agricultor intenta responder a las demandas del consumidor, de la distribución y de la industria transformadora.

Los retos a los que se enfrentan en la actualidad las empresas obtentoras pasan por obtener una mayor producción, pero también mayor resistencia a plagas y enfermedades y mejor adaptación a factores de estrés abióticos. “Con ello ayuda al agricultor a que la gestión de su cultivo sea más fácil, más barata y finalmente más productiva”, apunta Morate. “El cambio climático, la mayor presión de plagas y enfermedades, la restricción creciente del número de pesticidas… Con todo esto el seleccionador de variedades ya tiene puestos los deberes”, remacha.

Consecuencias para la producción global de alimentos

La aportación de las compañías de investigación a la agricultura y a la demanda global de alimentos es “significativa” para Santiago Felizia, country manager de KWS, quien destaca que el avance genético logrado por las compañías “tiene mucho que ver” con el aumento de productividad por unidad de superficie, así como con la posibilidad de producir en nuevas zonas (antes marginales) “y con la sustentabilidad del sistema, desarrollando tecnologías amigables con el ambiente”.

De su experiencia, destaca que el aprovechamiento de las nuevas tecnologías por parte del agricultor es elevado, “no solo en la velocidad de adopción de las novedades sino también en su buen uso”. “Nosotros, como empresa de semillas, estamos enfocados en brindar a los agricultores toda la información y el soporte que necesitan para que puedan explorar los máximos rendimientos, y entendemos que esa también es parte fundamental de nuestro rol en la cadena agroalimentaria”, subraya.

Un ejemplo está en la tecnología Conviso Smart, que supone una aportación muy importante al cultivo de la remolacha, “sobre todo en los tiempos que corren, que nos exigen ser más precisos con el manejo agronómico”. “Hoy el mayor desafío que tenemos es generar conciencia para que se realicen las buenas prácticas recomendadas y así contribuir con la larga duración de esta tecnología”, apunta. Con carácter general, la investigación de KWS, y en concreto la mejora genética, tiene como objetivo claro generar un incremento de rendimientos entre el 1% y 2% anual, “lo cual es muchísimo”.

Se puede lograr “a través de fuertes inversiones que permitan seleccionar material teniendo en cuenta los atributos necesarios para cada ambiente, siendo los principales ejes la tolerancia a enfermedades y a estreses abióticos (sequía-calor) y la búsqueda de determinadas características agronómicas específicas para las distintas regiones”.

Mejorar la producción y afrontar los nuevos retos

Para la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales, Anove, la innovación en agricultura es fundamental. “La investigación y la tecnología aplicadas a la obtención de nuevas variedades de semillas y plantas incrementan la eficiencia, la productividad y la mejora de procesos”, recalcan desde su departamento técnico.

La investigación genómica ha permitido durante las últimas décadas obtener resultados que los agricultores hubieran tardado siglos en conseguir de forma individual. También ha permitido adaptar cultivos no autóctonos a las condiciones específicas de zonas en las que antes resultaba imposible producirlos. Por ejemplo, los frutos rojos de clima frío cultivados en el sur de España o en el Carracillo, en Segovia.

Las compañías asociadas a Anove invierten entre el 20 y el 30% de su facturación en I+D+i y dedican hasta un 30% de su personal a la labor de investigación. “Gracias a ello podemos proporcionar al consumidor productos de mayor calidad, más diversos y, sobre todo, seguros”, recalcan.
Hay una realidad evidente: cada vez son más los agricultores apuestan por las nuevas variedades. Como consecuencia de la mejora genética realizada por los obtentores, en los últimos 50 años se ha producido un aumento medio en los rendimientos de las cosechas del 30-60%, según las especies. Se han adaptado variedades a territorios donde antes no se cultivaban, se ha mejorado la tolerancia a las condiciones climáticas extremas, ha aumentado la protección a plagas y enfermedades y se ha multiplicado el rendimiento de las exploraciones.

El agricultor sabe que cada año los obtentores ponen a su disposición más y mejores variedades y la gran mayoría apuestan por ellas. “Pero, por supuesto, hay agricultores que prefieren las variedades tradicionales”, advierten desde Anove.

Invertir, también, en imagen

Desde la asociación de obtentores “tenemos la obligación de dedicar tiempo y recursos a explicar quiénes somos, qué hacemos y cómo lo hacemos. No solo a aquellos que ya nos conocen, sino a los que no saben nada de nosotros o no nos entienden”, reiteran.

Solo así el usuario podrá comprender que la mejora genética ha generado el 60% de los cambios de productividad de las plantas de cultivo. De ahí el esfuerzo divulgativo en favor de la semilla certificada. En el caso de Castilla y León, las estimaciones para la campaña 2018/2019 son positivas. El crecimiento esperado es de entre un 5 y un 10% en el uso de semilla certificada frente al periodo anterior, lo que supondría alcanzar las 57.000 toneladas.

Los obtentores tienen muchos retos por delante, pero uno muy prioritario es la adaptación al cambio climático y todas las consecuencias que se derivan de él, desde la sequía hasta las enfermedades emergentes, como apuntan desde Anove.

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