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jueves, marzo 28, 2024
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Rentabilizar la genética en el cultivo de maíz

Carmen de la Rosa, gerente de Área en zona centro y Duero-Este de Monsanto

Para aprovechar al máximo el potencial productivo de cada variedad hay que poner la correcta en función del clima, el suelo y el agua. La elección del ciclo depende del periodo libre de heladas en cada zona. El productor está obligado a ser más competitivo

El cultivo del maíz requiere, cada vez más, de un agricultor más profesional y más exigente con sus resultados, ya que la dura competencia en los mercados nos invita a tener que rentabilizar al máximo nuestras explotaciones agrícolas, sacando el máximo potencial productivo con nuestros recursos para ser más competitivos. De ahí la importancia de la primera decisión: elegir la variedad correcta en función de los parámetros que nos van a marcar el clima, el suelo o el agua.
Debemos elegir la variedad a sembrar en función de:
Su potencial productivo. Una buena genética nos asegura la capacidad productiva del híbrido. Además ha de ser una semilla con un buen vigor germinación, y con un ‘cold-test’ por encima del 80%, lo que nos asegura que en condiciones frías, perderemos el menor número de plantas por hectárea.
Conocer la densidad de siembra adecuada para cada variedad y para cada tipo de suelo. Cada híbrido tiene una densidad óptima de siembra que le permite expresar su máximo potencial productivo. Esta característica es diferente para cada variedad debido a que la elasticidad de su mazorca se comporta mejor en media o baja densidad (entre 80.000 y 90.000 plantas por hectárea). Otras variedades, debido a que su mazorca es muy estable, se comportan mejor en altas densidades (95.000 a 110.000 plantas por hectárea).
La tendencia de la mejora genética en las nuevas variedades de maíz se basa en la obtención de este tipo de híbridos, ya que está demostrado que con mayor número de plantas de mazorca estable somos capaces de conseguir más kilos por hectárea. El mismo híbrido no debe ir a la misma densidad en diferentes tipos de suelo, por eso es de vital importancia asesorarse muy bien por los técnicos de las marcas que conocen perfectamente el comportamiento de sus variedades.
Esperar a tener las condiciones óptimas de siembra. Las temperaturas del aire adecuadas para la nascencia deben estar entre 12ºC y 15ºC, dependiendo de la tipología edáfica, y es conveniente saber que por debajo de 10ºC la planta sufrirá estrés en nascencia y parará su desarrollo; de ahí la importancia de tener híbridos con un alto ‘cold-test’. Además de las temperaturas óptimas, debemos asegurar la nascencia con una humedad del suelo correcta, buscando el tempero del suelo. Si no tenemos la humedad adecuada debemos aplicar la humedad necesaria a través del riego, asegurando así que toda la semilla nazca al mismo tiempo.
Tener un buen lecho de siembra. Para conseguir el máximo potencial productivo es de vital importancia conseguir una nascencia homogénea. Debemos realizar una labor preparatoria adecuada del terreno lo mejor posible, poniendo la semilla a la profundidad adecuada y constante, con distancia óptima entre plantas y dejando la semilla con un buen contacto con el terreno.

Elección del ciclo en función del clima. La elección del ciclo ha de hacerse conociendo el periodo libre de heladas para nuestra zona de influencia. En la zona centro de Castilla y León, no se debe sembrar antes del 16 de abril (de media). Pero lo que debemos tener en cuenta, que es lo que verdaderamente marca el ciclo del maíz, son las primeras heladas del otoño.
Una helada antes de que el maíz haya llegado a su madurez fisiológica (lo que comúnmente se conoce como ‘punto negro’ del maíz) va a provocar la muerte anticipada de la planta.Son adecuados para esta zona centro en las primeras siembras los híbridos de ciclo 500. Pero, en las zonas más frías, hemos de comenzar con híbridos de ciclo 400, teniendo en cuenta que si elegimos variedades (dentro de un mismo ciclo) de secado rápido, esto nos garantizará poder cosechar antes y dejar así preparado el terreno correctamente de cara a la siguiente campaña.
Para las zonas más frías, en siembras de mayo, debemos asegurar que el cultivo llegue a término sembrando un ciclo 300. En cada una de las zonas, a medida que vamos retrasando la fecha de siembre, debemos ir acortando el ciclo a sembrar para asegurar de esta forma que el cultivo llegue a término consiguiendo el máximo potencial productivo.
Siempre debemos hacer una aportación correcta y eficiente de los fitosanitarios para garantizar el cultivo limpio y libre de plagas y enfermedades. La fertilización debe hacerse de acuerdo a lo que el suelo de nuestras fincas y la producción esperada nos demande.Además, para optimizar y hacer lo más rentable posible el cultivo, debemos ser capaces de aportar el agua de manera óptima, con sistemas de riego más eficaces en el uso del agua y el consumo de energía. La suma de todos estos factores hará que aseguremos una rápida y homogénea implantación del cultivo, asegurando de esta manera el 50% del éxito de este cultivo.

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