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viernes, marzo 29, 2024
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Producciones y precios confirman a los frutos secos como opción al alza

La familia del pistacho, el almendro, el nogal y el avellano han más que duplicado su superficie en tres años, hasta las 1.700 hectáreas. El protagonista es el pistacho, del que se demandan 15.000 toneladas al año en España, aunque solo se producen 3.000

 

Castilla y León ha vivido en 2019 una campaña muy positiva para los cultivos leñosos, que se han confirmado como alternativa rentable a las producciones tradicionales. En su conjunto, pistacho, almendro, nogal y avellano han duplicado con creces su superficie en tres años, hasta las 4.765 hectáreas, según las cifras que maneja la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural. Ahora mismo la estrella es el pistacho, que triplica el terreno de cultivo hasta las 1.700 hectáreas.

El pistacho, disparado

La demanda de pistacho supera de largo a la producción, aunque este año se ha notado algo más la presencia de producto nacional. Según la consejería, el crecimiento del pistacho se debe a que en España se consumen unas 15.000 toneladas de este producto al año, pero solo se producen 3.000 toneladas. En Castilla y León, el 70% de la superficie se concentra en Valladolid y Zamora.

Rendimientos

En opinión de Félix Talegón, de Tagarabuena (Zamora), este año ha habido buenos rendimientos en pistacho y se va notando que hay más fincas en producción. Los árboles de cinco años pueden ofrecer 200 kilos por hectárea, que pasan a entre 700 y 800 cuando la planta cumple los siete años.

En plena producción una hectárea puede dar 1.800 kilos de pistacho y puede seguir con una buena producción durante dos o tres generaciones, según Talegón.

Lleva 18 años y está sustituyendo toda la producción agrícola por árboles de pistacho, después de comprobar que diversificar hacia este cultivo leñoso “fue un gran acierto”. También recuerda cuando se decía que España tardaría dos décadas en producir 17.000 toneladas de pistacho, “pero han pasado 17 años y no llegamos a las 3.000 toneladas”. Ello parece apuntar a que el cultivo tiene mucho recorrido por delante, si bien para Talegón se puede hacer otra lectura: “Que en muchas zonas se han hecho mal las cosas, como al escoger portainjertos que dan muy poca producción”.

Este agricultor zamorano defiende el pistacho por sus ventajas agronómicas, pero también por los precios que se siguen registrando. El convencional se paga a unos 7 euros el kilo, mientras que los gastos en fertilización y tratamientos apenas supone algo más de un euro. Según la Junta, los ingresos, una vez entrado en producción, se sitúan entre 6.000 y 8.000 euros por hectárea.

Pistacho ecológico

Los gastos no son mucho más elevados en el caso de la producción ecológica, y sin embargo el comprador puede pagar a unos 12 euros el kilo. Se trata de una rentabilidad mucho mayor, que está convenciendo a muchos agricultores de pasarse a la fórmula ‘eco’.

Es el caso del propio Talegón, cuya plantación está en su segundo año (de un total de tres) de transición a ecológico. “Nunca hemos empleado fungicidas y el herbicida dejamos de usarlo hace siete años, de modo que para nosotros pasar a la producción ecológica ha sido un paso natural”, señala el productor, que pese a todo lamenta el enorme esfuerzo en papeleo que se les exige a los productores que dan el paso.

En su opinión el pistacho ha demostrado que tiene buen comportamiento en diferentes zonas de Castilla y León, no solo en el oeste de la comunidad (las comarcas de Toro, Villalpando…), sino también en zonas como el Duero o el Esgueva. No es coincidencia que mencione tantas comarcas vitícolas, puesto que “cuando veo viñedo en un territorio sé que se dará bien el pistacho”.

Además de su trabajo con agricultor es el responsable de la compañía Pistachos Talegón, que ofrece servicios de plantación e injerto del árbol, y en ocasiones también durante la recogida del fruto, para lo que cuenta con un paraguas vibrador.

También apuesta por el pistacho Adrián Jiménez, de El Carpio (Valladolid), y miembro como Talegón de la asociación Aspropicyl (La Asociación de Productores de Pistacho de Castilla y León).

Destaca que la planta ha tenido este año buena floración y buen cuajado, si bien “ha habido zonas con bajas temperaturas -sin llegar a heladas- en los meses de abril y mayo, lo que afectó al cuajado”. La maduración también ha ido bien, con un adelanto de entre diez y quince días con respecto al año pasado.

“La planta ha tenido un ciclo correcto”, resume Jiménez, que también destaca que no ha habido especial incidencia de enfermedades foliares.

Aunque la mayor parte de Castilla y León puede acoger este cultivo, Jiménez destaca los mapas elaborados por Itacyl, que establecen una gradación de zonas en función de su aptitud en función de tres variables: humedad relativa, horas frío (aquellas en que se registran menos de 7 grados) y horas de calor, que se definen en función de las temperaturas medias registradas en los meses del ciclo de cultivo.

La paradoja del almendro

También ha duplicado su superficie el almendro, hasta las 2.600 hectáreas, que deja de cuidarse y de recolectarse en la llamada ‘España vaciada’ al mismo tiempo que grandes compañías apuestan por superficies de varias hectáreas con una gestión modernizada y bien mecanizada, como destaca Diego Vacas, de Vilvestre, en los Arribes salmantinos.

“Lo que es impensable es que esas inversiones las hagan jóvenes de 25 años, sin recursos y teniendo que esperar al menos tres años para tener producción”, señala, con la circunstancia agravante de que en muchos pueblos aún no se ha hecho la concentración parcelaria. La producción de almendra se ha dado bien este año en su comarca, pero sobre todo en las zonas que se encuentran al otro lado del Duero, en Portugal. Su explotación tiene 2.000 árboles, que son rentables gracias a una producción de entre cinco y diez kilos cada temporada.

Los cuidados del cultivo

El almendro se da bien en Arribes por su clima de corte mediterráneo, pero cada vez se da mejor en zonas de clima continentalizado, como en el centro de la meseta, “como consecuencia del cambio climático y siempre que se escojan variedades de floración tardía”, apunta.

Como cultivo, “el almendro no da mucho trabajo, aunque siempre hay que cuidar el árbol, estar pendiente de posibles enfermedades y hacer labores como la poda… porque en la agricultura las cosas nunca se dan por arte de magia”, remacha.

Benjamín Crespo, delegado de Agromillora en el norte de España, destaca que el almendro ha tenido un resultado desigual en función de la comarca. Con una dificultad añadida: que posee un ciclo productivo más corto que en otras regiones españolas, como Extremadura o Castilla-La Mancha. “Por eso no da tanto fruto como en esas zonas, donde el agricultor gana más dinero con la almendra”, recalca.

“Aun así, estamos hablando del cultivo más rentable que existe, pues al precio actual (seis euros el kilo) al agricultor le pueden quedar 9.000 euros por hectárea de beneficio. De hecho, si no hay más almendros es por una cultura nítidamente cerealista”, recalca.

El agricultor que invierta en este árbol debe saber que el almendro estará en producción en su cuarto, quinto o incluso sexto año de vida, si trabaja con un marco de plantación tradicional. Sin embargo, apunta que el marco de plantación que define su compañía permite al almendro entrar en producción al tercer año. La inversión por hectárea es de unos 9.000 a 11.000 euros, lo que incluye preparación de suelo, planta, riego y las diferentes labores. Si todo va bien, esa inversión podría estar amortizada al cuarto año desde la plantación, apunta.

El avellano, ante su oportunidad

Es posible que sea el avellano el árbol que está ante su gran oportunidad. Es de los frutos secos más demandados en España y en Europa, con una superficie de cultivo que no es capaz de atender al mercado.

Este cultivo ha pasado de dos a cinco hectáreas, pero cuenta con un respaldo importante de empresas que ven en él un importante nicho de mercado. Así lo señala Benjamín Crespo, cuya compañía conduce al avellano para que adquiera porte de árbol, dentro de un marco de plantación de cuatro por dos metros.

Se trata de una producción “muy rentable al precio actual”, teniendo en cuenta que una plantación bien llevada puede dar 4.000 kilos por hectárea, según Crespo.

Para analizar el comportamiento de los diferentes leñosos, el responsable de Agromillora describe un mapa según el cual “allí donde no llega el pistacho llega el almendro, pero allí donde no llega este se puede plantar avellano, dada su gran resistencia a las bajas temperaturas”.

Por eso este árbol se encuentra en zonas relativamente septentrionales, más al norte que puntos de referencia que se podrían situar en Benavente (Zamora) o Carrión de los Condes (Palencia). “Eso sí, el avellano es un árbol que se da bien allí donde hay agua suficiente”, recalca.

En general, en Castilla y León hay variedades que florecen tarde. Y hay una cosa que hay que tener en cuenta: la planta demanda tanta agua como muchos cultivos de regadío, en torno a 4.000 metros cúbicos por hectárea, lo que puede suponer cuatro veces más que por ejemplo el viñedo.

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