Con un coste medio por hectárea en fitosanitarios que ronda los 50 euros, la aplicación de tratamientos es imprescindible para alcanzar la máxima rentabilidad del cultivo. Es fácil que la infestación por hierbas no deseadas suponga pérdidas de entre el 30 y el 40%
El cereal no está solo en la parcela. El cultivo se enfrenta a una dura competencia incluso antes de que la semilla haya germinado. Las malas hierbas le disputan el espacio, el agua, la luz y los nutrientes en una lucha en la que, de todas todas, siempre sale perdiendo el agricultor, que ve la producción mermada por esta pelea. Trigos y cebadas reducen la calidad del grano, se encaman y son víctima fácil de plagas y enfermedades en los campos dominados por las hierbas indeseadas. Un profesional del campo del siglo XXI no puede permitirse el lujo de que su cosecha, de la que depende la supervivencia de la explotación, esté a merced de otras especies vegetales.
La solución más eficaz pasa por la aplicación de tratamientos fitosanitarios, pero siempre de los productos adecuados, en el momento idóneo y en las dosis necesarias. Cualquier error en alguna de estas tres premisas acarrea gastos innecesarios en herbicidas, gasoil, desgaste de maquinaria y pérdida de tiempo en forma de mano de obra desperdiciada. Todas las marcas y empresas distribuidoras cuentan con personal técnico altamente especializado, y que está siempre dispuesto a asesorar al agricultor.
Con dos plantas por metro
El control de las malas hierbas en el cereal es uno de los trabajos más importantes de todos los que debe afrontar el agricultor. Y también de los que más influencia tienen en el resultado a la hora de la siega. Según algunos estudios, a partir de solo dos plantas de avena loca por cada metro cuadrado de parcela ya sale rentable el tratamiento fitosanitario.
En torno al 30% de los gastos de producción corresponderán al control de las malas hierbas en una explotación que se gestione de manera profesional. Es un porcentaje importante, pero justificado si tenemos en cuenta qu dependiendo de qué aplicación podemos obtener entre 500 y 1.200 kilos más de grano con un desembolso de entre 10 y 80 euros por hectárea.
El jefe del área de Fitosanitarios y Semillas de Bernabé Campal, Ricardo Sánchez, estima que el coste medio del herbicida para mantener el cultivo en óptimas condiciones en la región ronda los 50 euros por hectárea. Siempre es una buena inversión teniendo en cuenta que se puede perder entre el 30 y el 40% de la producción facilmente por ahorrar en fitosanitarios. “Hasta la mitad, si hay una infestación seria de bromo”, advierte el técnico de Campal.
Identificar el problema
El profesional está obligado a identificar cuáles son las malezas que perjudican su cultivo. De un correcto diagnóstico depende también acertar con la solución. Aquí desempeñan un papel crucial los técnicos de las marcas de fitosanitarios y distribuidores.
Debemos diferenciar dos grupos de adventicias: las monocotiledóneas (hierbas de hoja estrecha) y las dicotiledóneas (de hoja ancha). Entre las primeras figuran la avena loca (Avena sp.), el vallico (Lolium sp.) y el bromo (Bromus sp.). Son muy competitivas, de germinación invernal. Una densidad de cinco plantas por metro cuadrado puede provocar pérdidas de cosecha del 5%.
Las malas hierbas de hoja ancha son la Sinapis arvensis (amarillas o jaramagos); Papaver rhoeas (amapolas); Veronica heredifolia (verónica); Polygonum sp. (polígono o cien-nudos); Matricaria sp. (magarza); Galium aparine (lapa); Cirsium arvense (cardo), etc. Una identificación de estas hierbas en sus fases tempranas permite optar por la mejor estrategia de control.
En los últimos años, malas hierbas como el bromo, la amapola o recientemente la vulpia (Vulpia sp.), han cobrado una especial importancia en los campos cerealistas de Castilla y León.
El incremento de plagas de bromo es debida a razones como la siembra directa, el monocultivo de cereal, las siembras tempranas, la no limpieza de los linderos, el movimiento de semilla generado por las cosechadoras, y hasta hace unos años la falta de soluciones químicas realmente eficaces. En España están identificadas diferentes especies de bromo, pero es Bromus diandrus la predominante en los campos cerealistas de Castilla y León.
Las dificultades para controlar la amapola tienen que ver con la aparición de biotipos resistentes a los herbicidas que a lo largo de los años más se han usado para eleminarla. Para evitar estas resistencias es importante llevar a cabo buenas prácticas culturales de laboreo y usar los herbicidas siguiendo al pie de la letra las indicaciones del fabricante.
Tratamiento preventivo
Los expertos hacen hincapié en la conveniencia de tratar las parcelas lo antes posible. Este modo de actuar tiene la ventaja de que los productos de preemergengia son generalmente más baratos que los de postemergencia, tal como recuerda Sánchez.
Si el agricultor consigue así que el cultivo nazca limpio de especies no deseadas, logra evitar la competencia temprana de las hierbas adventicias, se facilita que el cereal tome una gran ventaja sobre posibles posteriores nascencias de hierbas no deseadas, minimizando de esta forma los daños que pudieran ocasionar más tarde.
El laboreo es importante
Desde el Instituto Navarro de Tecnología e Infraestructuras Agroalimentarias (Intia)recalcan que el sistema de laboreo tiene una gran influencia en la presencia de malas hierbas en los cultivos. Señalan que los sistemas de laboreo profundo con volteo de las capas de suelo (al contrario que la siembra directa) reducen las posibilidades de germinación y nascencia de muchas de las semillas de las malas hierbas.
El técnico de Campal también insiste en la necesidad de “hacer bien las labores”, especialmente ahora que en la agricultura moderna apenas se deja pasar tiempo entre un trabajo y otro, lo que favorece la germinación.
