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jueves, abril 25, 2024
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“Me llamaron loco por bajar del páramo al valle a poner lenteja”

José Vidal Adalia fue un pionero de la IGP Lenteja de Tierra de Campos, cultivo por el que apostó en el cambio de siglo. Dedica 40 hectáreas a esta legumbre en su explotación de secano y, sí, fue el primero en sembrar en el valle. Allí ha llegado a recoger 1.500 kilos por hectárea, así que ya no le llaman loco

El medio rural debe mucho a personas como José Vidal Adalia, un vecino de Villán de Tordesillas comprometido con la agricultura profesional y también con sus vecinos. Compagina su trabajo en el campo con la militancia en organizaciones agrarias (preside la cooperativa Campesinos) y con la labor como alcalde de su pueblo, situado a veinte kilómetros de Valladolid. Con este, ya va por su quinto mandato.

Parte de su tiempo también se va en el Consejo Regulador de la Indicación Geográfica Protegida (IGP) Lenteja de Tierra de Campos, un cultivo por el que apostó en el cambio de siglo. En aquellos tiempos la lenteja se cobraba a unas 120 pesetas el kilo (unos 72 céntimos de euro), y con la figura de calidad se pensaba conseguir otros cien euros más por hectárea. Eso era en teoría, claro, “porque el año que se ha cobrado más por la ayuda han sido 90 euros”, como recuerda este agricultor vocacional.

La apuesta por la lenteja y por el sello de calidad no tenía que ver con la ayuda, advierte, sino más bien con un cultivo al que se veía mucho futuro. Eran los tiempos de José Valín como consejero de Agricultura de la Junta de Castilla y León, y ante él se hicieron numerosas gestiones para obtener la IGP. Esta indicación ampara en la actualidad a productores de cuatro provincias: los de la Tierra de Campos (y zonas adyacentes) de Palencia, León, Zamora y Valladolid.

También por ello José Vidal se adhirió como socio a la Cooperativa Comarcal del Cea, Cococea, con sede en Mayorga (Valladolid) y hoy integrada en Agropal. Allí sigue vendiendo la totalidad de su producción de lenteja, a la que dedica unas cuarenta hectáreas dentro de una rotación a cinco años con trigo, cebada y otros cultivos de secano, como colza o girasol.

En 2017 sembrará la lenteja entre el 10 de febrero y el 10 de marzo, en función de la meteorología, y lo hará repartida en diferentes parcelas del páramo y el valle. “Me llamaron loco por bajar del páramo al valle a poner lenteja”, recuerda, pero demostró que en esas tierras se pueden conseguir rendimientos de hasta 1.500 kilos por hectárea. Ya no le llaman loco.

Para él, la ventaja de la lenteja es que, con los precios que se pagan en la actualidad (sobre todo consecuencia de la demanda por parte del público), con una producción de lentejas de mil kilos por hectárea “tienes la misma rentabilidad que con 5.000 kilos de trigo”.

Los gastos, además, son relativamente pequeños en este cultivo: no se abona, se puede aplicar  un herbicida de hoja estrecha, a treinta euros por hectárea, y para la siembra se emplean unos unos cien kilos por hectárea, que salen por setenta euros. “Si contratas la recogida, te cuesta entre cincuenta y sesenta euros la hectárea”, añade antes de calcular unos gastos totales de entre 225 y 250 euros.

Otro beneficio es el papel de esta legumbre en la rotación, ya que fija nitrógeno en el suelo y deja en muy buen estado la ‘cama’ para sembrar. “Al año siguiente sacas entre 500 y 600 kilos de cereal más si lo pones tras una lenteja”, como subraya este agricultor enamorado de su trabajo.

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