La normativa europea tiende a la limitación de la cantidad de nitrógeno que se puede aportar al cultivo y va reduciendo el número de materias activas autorizadas en la elaboración de fitosanitarios, lo que hace aún más importante que la planta esté lo más sana y lo mejor alimentada posible como medida preventiva ante posibles problemas.
En ese sentido, un desarrollo adecuado le permitirá afrontar mejor las situaciones de estrés, que pueden estar causadas por frío, sequía, elevada temperatura o una exposición excesiva a la radiación.
Así lo destaca Carlos Bayón, de la compañía Kali, para quien “va ganando importancia el papel del potasio y el magnesio en la adaptación del cultivo a las nuevas condiciones climáticas y normativas”. Con carácter general, tener en cuenta estos dos elementos en el abonado hará que la planta se encuentre en mejor situación, “y de forma especial su raíz, ya que si esta parte de la planta tiene mayor profundidad y extensión, estará en mejores condiciones para acceder al agua y los nutrientes”, subraya.
En opinión de Bayón, el comportamiento del tiempo atmosférico está cambiando y puede ser hora de modificar la estrategia de fertilización. “En ocasiones se da al nitrógeno más importancia de la que tiene, y quizá por eso se aporta más de lo debido”, advierte.
Por eso es necesario replantearse la forma de trabajar y ‘cambiar el chip’. “Por ejemplo, haciendo un abonado de fondo solo con potasio y magnesio para más adelante aportar el nitrógeno. No hay por qué respetar eternamente el esquema mental de las labores que teníamos hasta hace poco”, señala.
